Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
MORELIA, Mich, 10 de septiembre de 2018.- Octavio González Ortiz sostiene con fuerza una vara de pino que mide cinco metros; el tronco se ha convertido en su instrumento de trabajo desde hace cuatro décadas. Mueve de derecha a izquierda el remo en las aguas de los canales de la delegación de Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, mientras sus pasajeros disfrutan del paseo a bordo de una colorida trajinera, una embarcación fabricada con madera de oyamel y encino, revestida con pintura de múltiples colores, flores naturales y una caratula que la identifica con nombre de mujer.
El remador realiza solo alrededor de tres viajes al día en una jornada que él considera poco productiva. Las fechas festivas y los asuetos de vacaciones son los mejores, el número de recorridos lacustres se puede hasta triplicar. Todo el año, sin excluir algún día del calendario, hay paseos. La primera navegación parte a las 9 horas y el último a las 18 horas. Sin embargo, Xochimilco también ha evolucionado y existen tours nocturnos para los enamorados a la luz de las velas u otros para los más valientes que los llevan a conocer leyendas.
Las trajineras no son unas góndolas, un barco o un kayak; son únicas en su estilo y forman parte de una herencia de la época prehispánica y en la actualidad son patrimonio cultural de la humanidad decretado por la Unesco. “Muchas personas suelen comparar las embarcaciones, por ejemplo, con las góndolas de Italia, pero la verdad es que son totalmente diferentes porque cada una de ellas busca exaltar la belleza de la cultura mexicana. Las trajineras son tripuladas por una sola persona y pueden transportar hasta 25 personas en un mismo viaje”, explica González.
Pero no siempre fueron tan grandes, sigue detallando el remador de 65 años.
“Cuando comencé a remar, en las trajineras solo cabían máximo cinco personas, pero con el pasar de los años, la población fue creciendo y con ella la afluencia turística, por lo que los mismos fabricantes debieron adaptar las embarcaciones a las necesidades, hacerlas más grandes y cómodas, con sillas y un mesón que abarca casi toda la extensión para que los pasajeros pueden tomar o comer algo”, dice.
Entre los diez embarcaderos que con los que cuenta Xochimilco, Cuemanco, Fernando Celada, Salitre, San Cristóbal, Belén, Belén de las Flores, Caltongo, Nuevo Nativitas, Las Flores, Zacapa, se contabilizan mil 500 trajineras, de las que solo 800 están en funcionamiento; las demás están en reparación, según lo que comentaron los mismos remadores. Cada dueño pinta la embarcación a su gusto; los colores más usados son el amarillo, naranja, azul y verde.
Más información en Quadratín Michoacán