El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Recobrar la calma
Uno se pregunta paso a paso si la vida que se ve habrá de transformarse en los días que vienen. Las noticias que llegan de fuera presagian tiempos difíciles, duros dicen unos. El mismo presidente de México dijo hace unos días que lo que viene podría ser difícil para los mexicanos… ¿Qué quiso decir el señor Peña Nieto? ¿Sabe algo más de lo que nos dicen y por lo mismo está advirtiendo para el que quiera escuchar…?
Entre los políticos y entre los que viven interpretando lo que pasa hay expectación y señales de prevención. Y aunque no se quiera, entre la gente común y corriente hay inquietud. A veces más o a veces menos. Todo depende del grado de información o el grado de certidumbres: el ‘todo puede pasar’ y el ‘nada pasará’ están en el aire, como la moneda; como el ‘águila o sol’. Eso es.
Y cuando uno supondría que ya se habían superado errores humanos que costaron millones de vidas y de conciencias perdidas, de pronto en Estados Unidos, un grupo de estadounidenses ultraderechistas y hasta fundamentalistas de la raza suprema decidieron poner en la presidencia de su país a un hombre que en unos cuantos días ha demostrado que no guarda en su ánima el sentido humano del poder y que está cargado de venganzas, odios y temores… Tiene miedo.
Y por eso cierra fronteras. Por eso cierra puertas y ventanas. Y por eso quiere encerrar a los estadounidenses en un muro de cristal para –dice él- protegerlos de las amenazas que provienen de países y de hombres enemigos… hombres malos, dice.
Y al final de cuentas, ya lo sabemos ahora, él es el más peligroso de los hombres malos… Dice que protege a su país, pero en realidad quiere protegerse el, quiere proteger sus bienes, su riqueza, su vida, su entorno y su futuro: es a él mismo a quien quiere proteger y por esto agravia a todos. Es así. El hombre malo es el: un hombre débil y cobarde, sabe de acumular riquezas, pero no conoce la vida y desdeña la esencia de la naturaleza humana.
Y en unos cuantos días ha destruido contenidos sociales en su mismo país, como el Obamacare, como la protección de los ciudadanos a caídas bancarias o de bolsa, como la llegada a la tierra de la libertad de hombres y mujeres provenientes de todos los rincones del mundo que buscan su propia libertad. Ya no la hay. La libertad ya no existe ahí. Sí existe el temblor institucional por los mandatos de un hombre que se complace en el dolor y la tragedia ajena.
En México hay temor y hay indignación. Temor porque durante muchos años se hizo depender a nuestro país de las políticas económicas de aquel país y hoy pagamos las consecuencias. El impacto financiero acá es impredecible en los días que siguen. El impacto social puede ser grave.
Muchos millones de mexicanos encontraron allá la solución a las incapacidades de gobierno en México, al desahucio, al desempleo, a la falta de seguridad laboral y social. Allá estaba el futuro prometido acá. Y el gobierno mexicano no hizo nada por contener ese éxodo. Y sí por otro lado hizo depender el desarrollo nacional a partir de los servicios, básicamente, y no de la producción.
Los gobiernos estatales dejaron ir a sus muchachos. Ahí está Zacatecas, Guanajuato, Michoacán… y Oaxaca… Oaxaca tan empobrecida, tan orgullosamente indígena y floreciente en sus entrañas, pero cuyos gobiernos dejó ir a sus hijos a pasar penurias en tierra ajena…
El gobernador oaxaqueño –por citar- Alejandro Murat Hinojosa, en lugar de noches bohemias con periodistas, debiera tener ya un proyecto de desarrollo laboral y productivo para el caso de que regresen de Estados Unidos millones de oaxaqueños que encontrarán aquí a un estado fracasado por la corrupción y el latrocinio de gobiernos y gobernadores. ¿Qué llegarán a hacer? ¿En qué se les habrá de ocupar? ¿Cómo se aprovechará la experiencia adquirida?…
Y así cada estado de la República que aportó migrantes y que hoy está teniendo que abrir la puerta de regreso. Bienvenidos todos ellos a su casa. Pero… ¿hay comida, casa, sustento para todos?
Mientras tanto las amenazas son constantes. Ahí están en el aire. Día a día. El señor Trump –como dijera un clásico- amanece pensando cómo joder al prójimo. Y lo hace. Se solaza en ello. Y quiere demostrar con el más débil su fortaleza, para ejemplo del mundo. Y ese débil es México…: Si lo permitimos y si nuestro gobierno sigue tan timorato… Ya veremos.
Pero no tardará mucho la tragedia que ya se vive en muchos lugares y en muchos hogares. Atisbos de control institucional se pergeñan en el camino. El Poder Judicial le paró el taco al señor Trump en su locura de cerrar fronteras a viajeros de origen musulmán.
Estados Unidos tiene sus propios anticuerpos, la parte institucional podría ser la detente para este hombre que mira al mundo desde su Torre Trump sin saber que el mundo es redondo…
Mientras tanto la vida sigue. Oaxaca por estos días está soleada y fresca. La gente camina por aquí y por allá disfrutando a su aire. El cielo que sólo se ve acá es color turquesa infinito. Se trabaja cuando hay trabajo. Se lucha. Se esfuerza. Todo conmina a estar en comunidad.
Es así. La vida sigue. Y seguirá. Porque por encima de poderes, por encima de malas voluntades, por encima de odios y rencores y venganzas de un solo hombre, está la sonrisa de los niños que nada saben de todo esto, está la fortaleza humana de seres que aun cantan y que aun sueñan con futuros de mil colores y que acarician al ser amado y que entregan el amor interminable a quien, por lo mismo, será inmortal. Eso es. Eso será.