
La mediación administrativa: justicia sin conflicto
@guerrerochipres
Hace más de un cuarto de siglo, un tipo de estafa logró incrustarse: el llamado “fraude 419”, consistente entonces en correos electrónicos en los cuales un supuesto integrante de la realeza africana pedía ayuda para cobrar una herencia millonaria.
La promesa era un porcentaje de ese patrimonio a cambio de prestar una cuenta bancaria y pagar algunos costos por trámites, que posteriormente serían reintegrados. A pesar de su apariencia burda, esta trampa resultó asombrosamente eficaz; por su origen también se conoció como el “fraude nigeriano”. El 419 se derivó del número del artículo del Código Penal de Nigeria que se refiere a la obtención de dinero o bienes mediante engaño.
Ahora, estas estrategias se presentan mediante esquemas como el “método wangiri”, por medio del cual el estafador realiza una llamada fugaz desde un número internacional, actualmente con el prefijo +44 del Reino Unido.
La víctima, al notar la llamada perdida, suele devolverla por curiosidad. Por el sitio de procedencia, el engaño adquiere cierto rasgo de legitimidad. ¿Hay más confianza y certeza si viene de una ciudad o país europeo a uno africano? ¿O tal vez el fraude nigeriano ya está muy socializado y no así la estafa londinense?
Con una persona enganchada de entre mil llamadas o más, los estafadores ganan. Tras devolver la comunicación, la víctima se puede encontrar con una promoción de trabajo de supuesta compañía internacional, que es un fraude, o el redireccionamiento a números con tarifas especiales que generan costos para quien llama. Esta última modalidad es el wangiri —“llamada y corte” en japonés— o one ring.
Aunque no hay registros sobre la cantidad de estafas de este tipo, el fraude es el delito de mayor prevalencia en el país. Entre enero de 2024 y abril de 2025, las líneas de atención del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) de la Ciudad de México —la Línea Antiextorsión 55 5036 3301, el 9-1-1 o el 089— atendió cuatro mil 743 casos de fraude de la capital nacional.
Frente a las estafas, la mejor defensa es la prevención: no contestar llamadas de números desconocidos o con prefijos de ciudades o países donde se tiene interacción, no brindar datos personales o financieros sin una verificación rigurosa y desconfiar de promesas que ofrecen mucho a cambio de poco.
Observar los detalles, como direcciones electrónicas sospechosas o incoherencias en los mensajes, puede marcar la diferencia entre la seguridad y la vulnerabilidad.
El reporte o la denuncia —además de las herramientas del C5 también a través de apps como No+Extorsiones del Consejo Ciudadano— ayuda a socializar las modalidades de los estafadores y saber que el falso rey nigeriano o el ficticio lord inglés pueden ser la puerta a una estafa.