Teléfono rojo/José Ureña
La 4T sale debiendo en economía, seguridad y libertad de expresión
A propósito del informe de la calificadora mexicana HR Ratings, que revisó a la baja el estimado de crecimiento económico de México, de 1.65 a 1.4 y 1.5 por ciento con base en cifras ajustadas por estacionalidad, según datos de la actividad económica al primer trimestre del año del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) el presidente Andrés Manuel López Obrador siembra más dudas al decir que “vamos bien en la economía” y reconoce que sale debiendo en seguridad pública. También sale debiendo en el rubro de libertad de expresión.
Seguramente no le informaron a López Obrador que de enero a marzo la economía se deterioró y que el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo 0.8 por ciento a tasa anualizada con respecto al trimestre del año pasado. La economía retrocedió 0.2 por ciento de enero a marzo de 2019 frente al último trimestre de 2018, según las cifras mencionadas. Esta contracción se registra luego de que en el periodo pasado la economía creciera 0.2 por ciento.
Tampoco le informaron al presidente López Obrador que la economía vivió su peor arranque de año en la última década y la actividad industrial ya entró en recesión en los primeros tres meses de 2019, de acuerdo con datos del INEGI, según los cuales el desempeño del sector industrial registró una contracción trimestral de 0.7 por ciento en términos reales, la segunda al hilo. Se considera que técnicamente un sector de la economía puede entrar en recesión cuando se contrae dos trimestres consecutivos.
No obstante, al presentar su Plan Nacional de Desarrollo (PND) sorprende y desconcierta cuando presenta un México ideal con instituciones fuertes, una sociedad participativa, un crecimiento anual de 6 por ciento en 2024, empleos suficientes, una tasa de desocupación mínima y una mejor distribución de la riqueza. Un México donde nadie padezca hambre, se erradique la pobreza extrema; no haya carencias de servicios médicos o de salud, para que los mexicanos no emigren por falta de oportunidades.
En las conferencias de prensa matutinas anteriores no faltó una en la que salió a desmentir a la Secretaría de Hacienda: “Yo creo que se quedaron cortos en la proyección, vamos a crecer cuando menos 2 por ciento este año”, soltó López Obrador sin mostrar estudio alguno. Un día previo, Hacienda redujo su estimación de crecimiento a un rango entre 1.1 por ciento y 2.1 por ciento para este año.
Los asesores financieros no han tenido el tino suficiente para ilustrar al primer mandatario que ha incurrido en estas divergencias dentro del gobierno federal, con las que manda señales de nerviosismo a los inversionistas y genera más dudas a las calificadoras. En enero se mostró impertinente: López Obrador retó a los analistas e instituciones financieras que revisaron a la baja sus perspectivas de crecimiento: “si ellos dicen uno por ciento, yo digo más de dos, o sea, digo el doble”.
Aunque reconoce que en materia de seguridad pública sale debiendo a la sociedad y a las víctimas del crimen organizado, López Obrador no deja de hablar de ese México ideal en el que (seguramente con la Guardia Nacional) se van a reducir los delitos de alto impacto al 50 por ciento, la realidad nacional ya no será referente en el mundo por casos de desaparecidos o violaciones a los derechos humanos y donde la corrupción política haya desaparecido. Así es el país que tiene en mente el presidente López Obrador en el PND que presentó en el Congreso el 30 de abril.
«En el último año del presente sexenio, en suma, el país habrá llevado a cabo lo sustancial de su cuarta transformación histórica, tanto en el ámbito económico, social y político, como en el de la ética para la convivencia», dice el texto firmado por el mandatario federal. En el documento están además los índices por cada rubro y la meta a la que se espera llegar en 2024.
Según las cifras del INEGI, la gente se acostumbró a ver con normalidad la inseguridad, porque ni las corporaciones policiacas ni los gobiernos locales, estatales y el federal no han modificado la realidad mexicana. Aunque los resultados generales muestran un ligero descenso en las cifras (73.7 por ciento en diciembre contra 74.9 por ciento en septiembre) en el último trimestre del año pasado, en que hubo pocos cambios en lo que se refiere a las ciudades cuya población tiene los mayores índices de percepción de inseguridad.
En la primera quincena de marzo 2019 74.6 por ciento de la población de 18 años y más consideró que vivir en su ciudad es inseguro, de acuerdo al INEGI. Dicho porcentaje no representa un cambio estadísticamente significativo respecto a diciembre de 2018, pero sí al menos al de 76.8 por ciento del mismo mes de 2018.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, la percepción de inseguridad por parte de las mujeres sigue en aumento, con 79.6 por ciento mientras que para los hombres fue de 68.3 por ciento y las ciudades con mayor porcentaje fueron Tapachula, con 96 por ciento; Villahermosa, con 95.2 por ciento y Cancún, con 93.3 por ciento. En tanto que Reynosa marcó 92.8 por ciento; Coatzacoalcos 92.6 por ciento y Ecatepec, 92 por ciento.
Las ciudades con menor proporción de inseguridad son Saltillo, con 26.4 por ciento; San Pedro Garza García, 34.5 por ciento; Mérida, 38.5 por ciento; Los Cabos, 40.8 por ciento; San Nicolás de los Garza, 41.7 por ciento y Durango, 42.9 por ciento y según esta información, los cajeros automáticos, el transporte público y los bancos son los lugares donde la población urbana se siente más insegura.
No obstante, la percepción generalizada es: vivir en Ecatepec, Estado de México, es aterrador para el 96 por ciento de sus habitantes y según las estadísticas oficiales, es el municipio más inseguro del país. Ahí ocho de cada diez mujeres no se sienten a salvo. El Estado de México, históricamente gobernador por el PRI, es la entidad que más asesinatos ha tenido en el país. De enero a agosto de 2018 se contabilizaron mil 472 homicidios dolosos y 64 feminicidios, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En este sentido que marca el INEGI, las expectativas que tiene la población sobre la seguridad pública se generan por diversos factores como atestiguar conductas delictivas o antisociales que ocurren en su entorno. El temor al delito puede hacer cambiar rutinas o hábitos así como la percepción sobre el desempeño de la policía.
Asimismo, más del 60% de la población consulta los medios informativos para estar enterados del clima de inseguridad, el narcotráfico y la violencia, en tanto que más del 50 por ciento mantiene comunicación personal en su entorno social y cerca de 45 por ciento recurre a Facebook y a los noticieros de radio.
Libre expresión o adulación
Los que dan seguimiento a las “mañaneras” se han percatado de otra contradicción del presidente López Obrador: mantiene la polarización del país entre conservadores y liberales, como ocurría en el siglo XIX y un pleito con el periódico Reforma y los periodistas que son críticos a su gobierno, pues para él hay dos bandos, los que llama fifís, que son los que presume sirven a las grandes empresas y en consecuencia están en su contra y los del grupo que defiende su programa de gobierno.
López Obrador debe entender que no tiene sentido el pleito con la prensa, pues es la que difunde todos los días sus declaraciones y agenda nacional; tampoco tiene sentido la polarización entre los colegas informadores, pues todos los que cubren la fuente y le da cobertura, tienen el mismo propósito profesional de exponer al país la realidad política y las acciones del gobierno de la 4T.
Los periodistas en general, según él, tienen teóricamente libertad para expresarse e informar, pero parece que López Obrador vive en la contradicción de una afirmación cotidiana en la que consagra la libertad de expresión como un derecho que garantiza la democracia, pero ataca frontalmente a quienes discrepan y no piensan ni se expresan como él.
Es aquí donde choca el discurso lopezobradorista de exigir que los periodistas sean críticos de su gobierno y no aduladores, porque considera enemigo político a Reforma y a quienes ponen en tela de juicio sus propuestas. Hay polarización del gremio por un lado y por el otro una proclama diaria de la libre expresión. Ahí nos sale debiendo la 4T.