Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Un pleito que escaló a guerra declarada en el Senado, con visos ¿de fractura?
El futurismo, que no deja de ser el ingrediente que alienta a los políticos en su ambición por mantenerse en el poder, fue el mismo que condimentó el agarrón del chongo de los senadores Martí Batres y el jefe de la bancada de Morena Ricardo Monreal, que buscó –al modo tradicional de las trampas electorales– quitarle la presidencia de la mesa directiva al que se ha convertido en su adversario en el Senado.
Las repercusiones llegaron al Palacio Virreinal, de donde vino el primer coscorrón del Presidente Andrés Manuel López Obrador a los dos rijosos legisladores a los que sin mencionarlos, los calificó de “trepadores, oportunistas y politiqueros”. Y como hay que respetar la división de poderes, ninguno de los se dio por aludido y el pleito que duró por más de tres días, escaló a guerra declarada entre el aún presidente del Senado, Martí Batres, contra el jefe de la bancada de Morena, Ricardo Monreal.
Antes de que los legisladores brincaran para reclamarle al jefe del Ejecutivo por el llamado de atención, éste moderó el golpe. Dijo: “El pueblo de México tiene un instinto certero, sabe quién habla con la verdad, quién tiene buenos sentimientos, quién se preocupa por ayudarlo y quién es un trepador, un oportunista y un politiquero”.
Martí Batres se apresuró a respaldar la indirecta del presidente Andrés Manuel López Obrador, buscando sembrar la sospecha de que ese golpe iba en contra de su declarado adversario Ricardo Monreal. Dijo que coincidía con la crítica presidencial sobre los oportunistas y que después de luchar 22 años en el mismo proyecto de López Obrador, no podía darse por aludido. Más bien dijo que no. “No, no me siento. Al contrario, me siento feliz, feliz, feliz” y en los mismos términos se expresó Monreal, quien comentó que tampoco él se daba por aludido ni se había sentido, porque “le tengo un gran respeto al presidente”.
Casi de inmediato, el coordinador Monreal lanzó en redes sociales un mensaje en el que presumió que ante notario público entregó su renuncia al cargo, la que fue rechazada, contó, por 53 de los 59 senadores de su bancada que lo arroparon, pero se disculpó por el encontronazo público. “Con sinceridad, con humildad, les ofrezco una disculpa, no vamos a insultar a ningún compañero o a ninguna compañera. Estos son desencuentros normales en procesos democráticos, pero nosotros le tendemos la mano al licenciado Martí Batres”.
No obstante, Martí Batres mantuvo la espada desenvainada y lanzó la advertencia a los interesados en el choque de los dos morenistas que entre jueves y viernes presentaría ante la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena una impugnación por las irregularidades del proceso en que perdió para ser reelecto para la presidencia del Senado y comparó a Monreal con Vicente Fox y el llamado fraude de 2006 con su derrota.
Batres no se ahorró el cinismo. “Sería indigno de mí mismo aceptar un atropello así, hicimos un trabajo excelente y lo que obtuve fue una respuesta increíble de violencia política, impresionante. No, no, no me merecía esto, no me lo merezco ¿Por qué está obsesionado el senador Monreal con sacarme de la Mesa Directiva?», a lo que se podrían interponer dos preguntas: ¿alguien le dijo a Martí que es inamovible? ¿No tendría que cambiar la presidencia en el Senado, conforme a la ley?
Por el contrario, remarcó: “Quiero agradecer a las 29 senadoras y senadores de Morena que, resistiendo todo tipo de presiones, amenazas, chantajes y cañonazos (de dinero), votaron por mí para seguir presidiendo el Senado de la República. ¡Muchas, muchas gracias!” para demostrar que su ego es más grande de lo que habíamos imaginado los mortales, pues además dijo que los votos en su contra se obtuvieron “a billetazos”. A lo que Ricardo Monreal exigió pruebas.
Obviamente, al no tenerlas, Martí Batres omitió hablar del monto de los cañonazos ni de quiénes los habrían recibido –porque ni siquiera estaba seguro de sus afirmaciones– pero sostuvo que el coordinador Ricardo Monreal violentó la convocatoria para elegir la Mesa Directiva, porque al momento de la votación también convocó a participar en la votación a legisladoras de la fracción parlamentaria del Partido Encuentro Social el 19 de agosto, que fue uno de los elementos de la impugnación, porque la convocatoria fue dirigida a los integrantes del Grupo Parlamentario de Morena y también participaron las senadoras del otro grupo parlamentario.
En la guerra de egos, Batres recordó que quien emitió la convocatoria fue el coordinador del Grupo Parlamentario de Morena, Ricardo Monreal. “Él tomó las decisiones, tanto para emitir la convocatoria como para violentarla. Él la firmó, yo no organicé este proceso; fui a votar como cualquier otro votante, conmigo no se tenía que hacer ninguna consulta sobre la participación de legisladoras del Grupo Parlamentario del PES”.
La respuesta a las quejas de Batres para determinar las irregularidades se tenía prevista para este fin de semana, porque la elección de la Mesa Directiva del Senado se dará en los últimos días de agosto, por lo que hubo por lo menos una semana para que la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia pudiera resolver. Como una secuela inevitable, hubo posturas de políticos que entienden la lectura del choque entre los opositores que se enfrascaron fuera de tiempo en un conflicto a todas luces futurista.
Magdalena Núñez Monreal, Comisionada política del Partido del Trabajo en la Ciudad de México, expuso su punto de vista frente al choque entre el morenista Batres, que se aferra a la presidencia de la mesa directiva del Senado y Ricardo Monreal, quien condujo una elección fraudulenta para que Mónica Fernández la presida en lugar de Batres, situación que fue descalificada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. “Se adelantaron muy temprano (las ambiciones) para las elecciones del 2024”, comentó.
Por su parte, el compadre de Martí, el diputado federal Porfirio Muñoz Ledo, soltó una expresión que refleja una incipiente crisis morenista: «Estamos en la Cuarta Transformación, no en la cuarta tranquiza», al señalar que en momentos difíciles debe haber la mayor unidad posible, y explicó que se vale la diferencia de criterios, pero no los enfrentamientos.
Por eso, recomendó el diálogo, entendimiento y proyectos comunes; «la víscera no le puede ganar a la razón y menos cuando estamos en la Cuarta Transformación, no en la cuarta tranquiza”, comentó el líder parlamentario de San Lázaro. Batres Guadarrama publicó en Twitter una fotografía con Porfirio Muñoz con el mensaje: «Con @PMunozLedo, unidos contra el golpismo». Martí Batres.
Este episodio que ruborizó a los petistas que mantienen una estrecha alianza con los morenistas, hizo inevitable traer a la mente el singular momento en que Dolores Padierna presentó en San Lázaro una propuesta para reformar la Ley Orgánica del Congreso, para que Morena, por tener la mayoría absoluta, presida la Mesa Directiva durante los tres años que dura la LXIV Legislatura, y no que sea rotativa como actualmente está vigente. Otra vez, la misma corriente de los que por encima de la ley, buscan mantener el poder por el poder. Dizque para respaldar las iniciativas del gobierno federal.
Al asomarse al balcón, Dolores Padierna se expuso a las miradas de los que pudieron interpretar otro hecho al que le dieron una lectura de venganza política: el caso de Rosario Robles, quien fuera su adversaria en las filas del Partido de la Revolución Democrática, cayó en manos del sobrino de la legisladora, el juez Felipe Delgadillo Padierna, quien le dictó prisión preventiva.
«Los jueces son absolutamente autónomos, independientes. Ni siquiera reciben orientación, ni de los propios ministros», argumentó en su defensa. En la obligada entrevista con medios, la diputada dijo que Felipe Delgadillo es un hombre joven, de 40 años, perteneciente a la generación que ingresó (al Poder Judicial) por concurso de oposición con una carrera especializada en el sistema penal acusatorio.
Sin lugar a dudas y para su satisfacción, dijo que en el caso de Rosario Robles, no se quiere una justicia a modo, «no queremos que se utilice la justicia para venganzas, pero tampoco queremos que haya impunidad”, sino una sentencia que incluya castigo. Coincidencia o no, parecía aquello una involuntaria venganza política de Dolores Padierna.
Sea cual sea la circunstancia que ligó las dos actuaciones espectaculares de los morenistas en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República, muy temprano están dejando ver de qué están hechos y cómo son capaces de hacer lo que tengan que hacer con tal de mantenerse en el gobierno. Nadie quiere ver en Morena ni siquiera un reflejo de lo que fue el Partido Revolucionario Institucional por más de 80 años, pero al parecer, hacía allá se están dirigiendo. México ya no podría soportar la misma experiencia. Por el hartazgo, los mexicanos ya votaron contra el PRI y el PAN.