Teléfono rojo
Feminicidios en México, ‘fruto envenenado’ de la descomposición social
Los críticos de Andrés Manuel López Obrador podrán ser cada día más y sumarse a las resistencias al cambio de régimen, pero una cosa es verdad: la descomposición social no comenzó al iniciarse este gobierno. Coincido más en que del fraude electoral de 1988 a 2019 se corrompió la sociedad por la pérdida de valores. Fue todo un proceso y que me desmientan los científicos sociales.
Desde antes de que el territorio nacional se empezara a convertir en una fosa común con los ejecutados de la presunta guerra contra el narcotráfico con el gobierno de Felipe Calderón, ya se respiraba la podredumbre desde los años noventa, con Carlos Salinas de Gortari, cuando empezó a privatizar los bienes nacionales y empresas del Estado, misma línea que siguió su sucesor Ernesto Zedillo con el Fobaproa, cuya deuda privada la convirtió en deuda pública y se continuó pagando con el IPAB.
Es evidente que crímenes como el de la niña Fátima Cecilia Aldrighetti Antón e Ingrid Escamilla, son producto del ‘fruto maldito de la corrupción’, como afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien dijo que la misma ha permitido que el líder del Cártel Tepito conocido como El Lunares haya sido detenido y liberado en más de dos ocasiones.
Crítico de sus antecesores en la Presidencia de la República, López Obrador dijo que la corrupción que le heredaron los anteriores regímenes han dejado una estela de pobreza, desigualdad e injusticia, por lo que reiteró su postura de cambiar al régimen en el que se destierre la corrupción, que es causa de todos los males, mismos que enunció:
Por la corrupción, dijo, hay concentración de la riqueza en pocas manos, se ha incrementado la delincuencia y ha crecido la descomposición moral de la sociedad y por eso se cometen crímenes de odio como los mencionados en contra de la niña Fátima Cecilia e Ingrid Escamilla, que han provocado las duras y violentas manifestaciones de grupos feministas. Muy justificadas.
Insistió en que su gobierno trabaja para moralizar a la sociedad, para atacar las causas de la criminalidad, para que haya más armonía familiar y empatía con grupos vulnerables. “Que haya amor y no odio”, precisó.
Está comprobado que muchos de los narcotraficantes están inmersos en la delincuencia organizada debido al maltrato que sufrieron de niños por parte de sus familias, consideró el tabasqueño, quien dijo que después de una investigación en la que fueron entrevistados sicarios, revelaron no haber tenido afecto en sus padres, por lo que uno de sus objetivos principales era el que un día puedan matar a su progenitor, porque ellos vieron el maltrato que le dio su madre.
No disminuyen las bajezas. Este 21 de febrero el colectivo Ácrata Feminista, denunció a través de un comunicado que en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Azcapotzalco, una alumna fue atacada en los baños del plantel alrededor de las 9:40 de la mañana. Los cobardes llevaban el rostro cubierto con pasamontañas. La alumna sufrió heridas en sus brazos y una dislocación.
El CCH Azcapotzalco emitió un comunicado en el que confirmaron que la chica fue agredida en uno de los baños del plantel. Colectiva Ácrata Feminista anunció una asamblea para tratar el caso.
Los muros del Palacio Nacional, donde despacha y vive el presidente Andrés Manuel López Obrador, volvieron a ser mural de la indignación de las mujeres, ahora por el secuestro y asesinato de la niña Fátima, el pasado 11 de febrero. “¡Nos están matando!”, clamaron una y otra vez.
Con gritos de descalificación al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, medio centenar de jóvenes llegaron poco después de la siete de la mañana frente a la puerta central del inmueble virreinal para exigir al mandatario poner alto a la violencia de género.
La nueva manifestación se dio justo un día después de que el tabasqueño pidió a las mujeres no pintar los muros del Palacio y en medio de la irritación social por el crimen contra la menor. Con cartulinas en mano en las que se leían frases como: “Nos están matando”, “No más simulación”, “¿A cómo el cachito de justicia?” “Vivas nos queremos” y “Más que bienestar del alma, necesitamos menos machismo” las jóvenes vestidas de negro y pañuelos verdes cubriéndoles parte del rostro, lanzaron consignas para exigir mayor seguridad para las mujeres.
Mujeres que han interpuesto argumentos para rechazar la violencia, como Denise Dresser, ha escrito que a Ingrid Escamilla la mataron y las circunstancias de su muerte conmocionaron al país.
“Lo vimos, lo sentimos, lo lloramos: el grado de violencia, la barbarie perpetrada, la visibilización de lo que claramente fue un feminicidio. Han sido tiempos oscuros para las mujeres en México, y por eso alienta cuando se ve en el horizonte una luz, una vela pequeña pero incandescente. La que se encendió en la Secretaría de Relaciones Exteriores con el despido de Roberto Valdovinos, titular del Instituto de los Mexicanos en el Exterior”.
Después de meses de demandas y reclamos, la Cancillería aceptó que había albergado, contratado y protegido a un acosador. Un funcionario que abusaba de su poder a diario, amedrentando a mujeres bajo su mando. Un funcionario que encarnó todo aquello que se vive en tantos hogares, en tantas oficinas, en tantas universidades, en los pasillos del poder todavía dominado por hombres que suelen salirse con la suya.
El brutal relato de la pareja que secuestró y dio muerte a la niña Fátima Cecilia, en el que el despreciable pedófilo amenazó a su mujer para que le llevara a la infante para hacerla su “novia”, o de lo contrario abusaría de sus propios hijos menores, refleja el grado de descomposición moral de ambos. Como después la niña lloraba todo el tiempo después del infame trato, decidieron darle muerte porque ya se habían dado cuenta de su aberración. Son producto de la infestada sociedad.
Hay que aceptar los hechos; no pudieron perderse en 14 meses los valores morales y caer en la degradación social en la que aprendimos a ver estos escándalos dentro de la normalidad. Es más factible que haya ocurrido esta descomposición social desde que la corrupción de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto metieron el desorden social al colaborar con el crimen organizado y al participar en las prácticas que proclamaban combatir. Pero, ¡ojo! Todavía hay inercias en la 4T.