Teléfono rojo/José Ureña
No hay gobierno que responda a la violencia ¿Cuál estado de derecho?
Ver a dos muchachos atados en medio de la marea de una multitud de imbéciles provoca insomnio y pesadillas, la misma incertidumbre que vivimos todos en la ausencia de un estado de derecho que todavía no se define. Ni se aplica.
Con un vacío en el estómago concluye el día luego de un amargo sabor de boca tras el noticiero nocturno en el que queda la imagen de dos jóvenes indefensos que fueron detenidos por una rabiosa multitud en Huitzilac, Morelos, a los que entre gritos fueron acusados, sin pruebas, de pretender secuestrar a dos infantes. No obstante los gritos atropellados de la airada multitud hubo forma de tener el testimonio visual del video que dio cuenta de la golpiza que les propinaron. Y al final, la horripilante imagen de dos figuras inmóviles, como de cartón: fueron calcinados.
Una vez más, quedó el testimonio de una brutal injusticia contra dos indefensos jóvenes a manos de 200 iracundos ciudadanos que se dejaron llevar por una acusación de la que nadie podía comprobar su veracidad, porque no les dieron la oportunidad de defenderse; jóvenes a los que nunca les probaron los delitos imputados y para colmo, sin que intervinieran las fuerzas del orden, ahí presentes.
No hubo siquiera el intento de los uniformados por evitar el linchamiento. Tan ignorantes de un protocolo para contener a la multitud, los 15 policías no fueron capaces de pedir refuerzos, mismos que se encontraban a diez minutos de distancia de donde se encuentra el cuartel de la Guardia Nacional que llegó 3 horas después de la ejecución de los dos muchachos.
Así se ha transformado la normalidad del día a día en un país donde nadie responde por lo que está pasando. Ahí están las pruebas de que el gobierno de la 4T con todo el aparato para garantizar la paz ha sido rebasado y no hay para dónde voltear.
Imágenes grotescas y noticias alarmistas que reportan actos de vandalismo feminista, maestros de la CNTE que bloquean carreteras y vías férreas en distintos puntos de Michoacán, normalistas que toman casetas de autopistas y decenas de homicidios dolosos de los cuales 15 por ciento ocurren en Guanajuato y los demás en Jalisco, Zacatecas, Sonora, Tamaulipas…y una expresión de barbarie masiva de linchamientos.
Para colmo, todavía no existen los protocolos para proceder ante estos hechos de la cotidianidad por parte de las corporaciones federales y estatales que están para apoyar a la Guardia Nacional, garantizar la seguridad pública y el Estado de Derecho que tanto proclama el presidente Andrés Manuel López Obrador, que mandó a la calle a las fuerzas armadas, Ejército y Marina para resolver el complicado fenómeno de la inseguridad que dejaron como herencia los dos fallidos gobiernos panistas y del PRI al iniciar el siglo XXI.
Este miércoles 29 de septiembre, un grupo de unos 200 ciudadanos de Huitzilac, Morelos, capturaron, golpearon y quemaron vivos a dos jóvenes a quienes acusaron de robo y secuestro, lo cual fue registrado en video. No hubo forma de contener a los iracundos vecinos que sin tener pruebas suficientes de las acusaciones cometieron otro crimen que seguramente quedará en la impunidad como otros tantos linchamientos.
Por su parte, la Fiscalía del estado de Morelos reportó que alrededor de las 13:33 horas se recibió el reporte del intento de plagio de dos infantes sobre la calle Matamoros de la colonia Barrio la Purísima, en Huitzilac, donde los policías municipales ya habían recibido a los acusados, que fueron detenidos y llevados al palacio municipal, a donde acudieron los más de 200 salvajes para arrebatarlos de la justicia ante la mirada atónita de policías que no supieron qué hacer frente a la rabia de la multitud, luego de que los agentes lograron ingresar a los muchachos a los separos, donde tenían la obligación de protegerlos, para que fueran sujetos a un proceso judicial. No hicieron ni un disparo al aire para amedrentar a los abusivos.
En presencia del alcalde Ulises Pardo, que trató de confrontar a la multitud, una mujer acusó entre gritos que los dos golpeados y maltrechos jóvenes intentaron secuestrar a sus dos nietos menores, por lo que junto con sus vecinos decidió tomar la justicia por propia mano e irrumpieron al recinto con garrafones de gasolina con las peores intenciones de castigar a los presuntos responsables sin mediar siquiera la presencia de un agente del Ministerio Público.
El presidente municipal intentó dialogar con los pobladores, pero finalmente éstos prendieron fuego a los presuntos agresores luego de rociar con gasolina unas cobijas con las que fueron atados. Los dos acompañantes de los muchachos huyeron frente a la horripilante imagen del castigo que les aplicaron a sus dos amigos.
¿Qué quedó al final? Un ridículo comunicado del gobierno del Estado a cargo del ex futbolista y mediocre gobernante Cuauhtémoc Blanco quien suele ir a jugar golf cuando hay problemas que hay que atender como ya ocurrió semanas antes. La consabida condena a la violencia y el trillado ofrecimiento de investigar los hechos para proceder contra los presuntos responsables. Eso fue todo.
Pablo Ojeda, secretario de Gobierno de Morelos, dijo asumir la responsabilidad por el fallido operativo en Huitzilac para salvar a los dos indefensos muchachos que fueron linchados y calcinados. Ah, pero dijo que no renunciaría a su cargo por su ineficiencia, porque eso sería decisión del gobernador.
¿Conclusión? Pues que la sociedad sigue indefensa frente al monstruo de la inseguridad al que no ha habido forma de enfrentar con éxito luego de que a los soldados, marinos y guardias nacionales les han ordenado sus superiores no utilizar sus armas frente hechos delictuosos en los que haya violencia, como un recurso para justificar que las fuerzas armadas “no están para reprimir al pueblo”. O sea, todavía no sabemos cómo se aplicará el estado de derecho tan llevado y traído en las conferencias matutinas en Palacio Nacional