No hay plena reconciliación entre el Fatah y el Hamás

10 de enero de 2013
 , 
13:01
Yerahmiel Barylka
  1. El objetivo egipcio

La reunión de ayer en El Cairo entre Mahmoud Abas y Jaled Mashaal, debida a la invitación del  Dr. Mohamed Mursi, presidente egipcio, cumplió por lo menos con uno de los objetivos del anfitrión, regresar a Egipto a una posición de liderazgo regional y ocupar el sitio de árbitro en los conflictos que surgen entre las naciones árabes. Desde que la  Hermandad Musulmana reemplazó al gobierno de los generales que sucedieron al derrocado presidente Hosni Mubarak, el  Dr. Mohamed Mursi, el primer presidente elegido democráticamente en la historia de Egipto, ha buscado retomar ese papel que históricamente pertenecía a su país. Mursi tiene necesidad de aparecer como quien contribuye a la paz y la estabilidad en la región, para seguir gozando de la imprescindible ayuda financiera estadounidense y del Fondo Monetario Internacional. Mientras Mubarak no disimulaba su simpatía por  el movimiento Fatah del presidente Mahmoud Abas, el  Dr. Mohamed Mursi apoya abiertamente al  movimiento islamista Hamás ya que le es ideológicamente más cercano. Mursi desea con su abrazo, separar a Hamás de Irán y poder asociarse con sus autoridades en el control de la Franja de Gaza, al tiempo de neutralizar toda posible asociación entre los grupos más extremos de los beduinos de la península de Sinaí con el gobierno del Hamás.

  1. El interés palestino

La primera reunión desde hace mucho tiempo en El Cairo  del presidente palestino y el líder de Hamás fue más que simbólica. Ambos grupos, pese al abismo entre sus posiciones, necesitan de la unión. Las  declaraciones triunfalistas del Hamás después del operativo israelí de ocho días durante el pasado noviembre, no pudieron disimular la realidad. Hamás no tuvo otro remedio que aceptar la interrupción de sus ataques contra la población civil israelí, para poder dedicarse a reconstruir los daños de la contienda. Los problemas que tiene su aliado el presidente sirio Dr. Bashar Asad, empujan al Hamás a tener que elegir si acudir a los brazos de Egipto o a los de Irán. El Fatah después del logro obtenido en la Organización de las Naciones Unidas, ve como se ha agravado la situación económica en los territorios administrados por la Autoridad Nacional Palestina, y está necesitado de fondos urgentes de los países árabes que se han vuelto cada vez más reacios a invertir en el gobierno de Abas. Suponen que Egipto puede presionar a los estados del Golfo Pérsico para que sigan donando. Por otro lado, la autoridad del presidente Abas se ve cada vez más cuestionada después de ocupar el cargo cuyo mandato finalizó oficialmente el 9 de enero de 2009, hace exactamente tres años, sin haber convocado a nuevas elecciones hasta hoy.  Los dos grupos palestinos rivales quieren ahora poner en práctica un acuerdo de reconciliación, así no sea más que táctico, sin renunciar a sus deseos de preeminencia ni a su visión estratégica. Fatah permitió a Hamás a celebrar su primer rally en la Ribera Occidental desde la escisión de 2007 después de las luchas de noviembre y Hamás devolvió el favor al permitir que Fatah organice su propio mitin en Gaza, el primero desde la toma del poder de Hamás.   Muchos vieron esos actos como una señal de mejora de las relaciones entre las partes.

  1. Las grandes diferencias

El abismo entre el grupo militante islamista Hamás y el Fatah sigue siendo profundo en cuestiones de política como el reconocimiento de Israel y las fronteras que debe tener el futuro Estado palestino. Pero, nace de lo más profundo de la ideología. El  Movimiento Islámico de Resistencia Hamás,  como su nombre lo manifiesta, es fundamentalmente religioso, al tiempo que el Fatah se considera como un grupo secular.  Este conflicto intra-palestino, ha demostrado que puede ser extremadamente violento y que los estallidos armados pueden surgir de un momento a otro.  La inserción del movimiento islamista en el panorama político palestino, sobre todo desde su victoria en la primera elección nacional cambió por completo el escenario político, dominado hasta entonces por los nacionalistas seculares de Fatah. También cambió las tácticas de Hamás, al recurrir a las urnas para ganar elecciones y gobernar una autoridad creada por los Acuerdos de Oslo, que Hamás nunca aceptó. Este cambio en las tácticas demuestra la evolución de Hamás, de un misionerismo religioso a un islamismo político.

  1. Lo posible

Todo hace parecer que por el momento decidieron la continuidad de los esfuerzos de reconciliación. Por lo menos así surge de lo que declaró Yasir Ali, el portavoz del presidente Dr. Mohamed Mursi.  ”Se acordó que ambas partes deberán comenzar inmediatamente con la aplicación de los acuerdos anteriores”, dijo un diplomático egipcio. Fuentes cercanas al Sr. Abas, expresaron que han  discutido las condiciones y los medios para lograr la reconciliación a través de la aplicación de las medidas acordadas de acuerdo con la Declaración de Doha y los acuerdos de El Cairo, en referencia a los  pactos acordados pero no implementados el año pasado en las dos capitales árabes. “La Declaración de Doha” hablaba de “la formación de un gobierno de reconciliación nacional, encabezado por el presidente Mahmoud Abas e integrado por tecnócratas independientes. Dicho gobierno prepararía la celebración de elecciones presidenciales y legislativas y el inicio de la reconstrucción de la Franja de Gaza. Las dos partes también acordaron “continuar el proceso de reestructuración de la Organización de Liberación Palestina (OLP)” para integrar a Hamas y el Yihad Islámico en el seno de la misma. Al mismo tiempo que se producen las elecciones presidenciales y legislativas en los territorios palestinos, el Consejo Nacional Palestino (CNP, parlamento en el exilio) “deberá ser formado de nuevo”. Previamente en Egipto habían acordado la entrada de Hamás en el seno de  la Organización de Liberación de Palestina.  La Autoridad Palestina   manejaría la seguridad en Cisjordania, al igual que Hamás la de Gaza. Se formaría un comité conjunto de seguridad para decidir sobre las medidas de seguridad en el futuro. Ninguno de los acuerdos se aplicó hasta ahora. Después de la reunión de Egipto las partes intentarán encontrar la manera de aplicarlas.

  1. La posición israelí

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se opuso en su momento a los esfuerzos de unión del Fatah con el Hamás, porque éste aún llama a la destrucción de Israel y no reconoce  a Israel como el país del pueblo judío, no se compromete a continuar  los acuerdos previos con él y a renunciar a la violencia. Ahora, Netanyahu, abocado a la búsqueda de su reelección, pregunta cómo se puede  buscar la  asociación entre Fatah y los terroristas que “quieren destruir el Estado de Israel y disparar sus proyectiles sobre nuestras ciudades”, haciendo referencia a los disparos de proyectiles que llegaron a Tel Aviv y Jerusalén. Para observadores israelíes la actuación del presidente Mursi, va  de la mano con una serie de procesos que se están llevando a cabo en el mundo palestino: el aumento de actos terroristas “suaves” en Cisjordania como el lanzamiento de piedras contra automóviles, y actos   perpetrados por individuos o grupos pequeños (una pistola falsa recuperado en Hebrón, un ataque con un hacha en Samaria, intentos de apuñalamiento, enfrentamientos entre pobladores judíos y palestinos. La ausencia de las autoridades palestinas o su incapacidad para prevenir este tipo de terrorismo no hace sino reforzar el sentimiento de los observadores israelíes que esta “escalada suave” está bien orquestada. Abas se opone públicamente a la violencia, pero no se opondrá a un levantamiento popular de las masas, aunque él dice que no quiere otra intifada armada.  La aversión de Abas de una nueva ronda de violencia se adjudica a su temor que Hamás se aprovecharía de la violencia para derrocar a la Autoridad Palestina y asumir el poder en Cisjordania.

  1. Conclusión

En la reunión entre los jefes de las dos facciones rivales palestinas en El Cairo el miércoles, es probable que el Fatah exigió, como lo ha hecho durante años, que Hamás reconozca que la resolución adoptada en la cumbre de la Liga Árabe celebrada en Rabat en 1974, que designó a la OLP como el “único representante legítimo del pueblo palestino”, unirse al Consejo Nacional Palestino (donde la OLP goza de una clara ventaja), aceptar los Acuerdos de Oslo y poner fin a toda resistencia armada. La probabilidad de que Hamás aceptara estos términos es cercana a cero. Hamás no ha aceptado en el pasado, y no hay ninguna posibilidad de que los acepte ahora, cuando se encuentran en una posición más fuerte que sus rivales. Hamás, por su parte, probablemente exigió una de las dos cosas como un punto de partida para las conversaciones de reconciliación: una violenta Intifada armada contra Israel, lo que supondría la convulsión de la Ribera Occidental y consolidar una jerarquía palestina, o alternativamente, nombrar a Jaled Mashaal,  como candidato presidencial para competir con Abas en las elecciones presidenciales de la Autoridad Palestina.

Queda por ver, si estos dos rivales, son capaces de usar toda su capacidad negociadora bajo la presión egipcia para iniciar una nueva etapa de unión nacional.

Por ahora, lo más importante que decidieron es seguir negociando. Sólo el tiempo dará la respuesta.

QMX/yb

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