
Genio y figura
En los últimos 25 años se han perdido casi dos por ciento de los ecosistemas nacionales
En estos días de contingencia que acaba de declarar prisión, de uno a dos días, por parte de las autoridades para unos dos millones de vehículos que transitan por la llamada Megalópolis, vale la pena voltear la mirada hacia otras partes de la República, reflexionar sobre todo lo que sucede a nuestros recursos naturales –ambición de empresarios muchos de ellos trasnacionales– ahora en que para pocos es secreto que, como ha definido Greenpeace, con el actual gobierno al medio ambiente le ha ido muy mal y lo peor siempre está por venir.
Junio fue escogido para ser en 2016 El Mes del Medio Ambiente en México, aunque su mera conmemoración en el mundo es el día 5 del presente y de cada año desde 1972. En el actual, la Organización de las Naciones Unidas enfocó su alarma por el comercio ilícito de vida silvestre. El propio organismo se ha referido a que en la actualidad “se mata a los elefantes por su marfil, a los rinocerontes por sus cuernos y a los pangolines por sus escamas. Desde las tortugas de mar hasta los tigres, pasando por el palisandro, a miles de especies de animales y plantas silvestres se las empuja cada vez más hacia la extinción. Las empresas y personas involucradas en esas actividades están motivadas únicamente por las ganancias a corto plazo, en detrimento de los beneficios a largo plazo para las comunidades y los hábitats. En muchos casos, actúan en connivencia con redes de delincuencia organizada transnacional y con grupos que tratan activamente de desestabilizar a las naciones.
Sobre el tema hay que señalar que en México opera el crimen organizado internacional ya que nuestro país es la quinta nación mundial con mayor diversidad de vida silvestre, también el principal importador y exportador de plantas y animales en el planeta y, de acuerdo con el INEGI, un importante punto de tránsito para quienes se dedican al contrabando de esto hacia los Estados Unidos. Esta actividad ilícita deja ganancias de hasta 100 mil millones de dólares anuales en el orbe y su magnitud sólo está por debajo del narcotráfico y el comercio no legal de armas. Por esa causa, aproximadamente, según los estudiosos, dos mil 606 especies que habitan en territorio nacional se encuentran en riesgo de extinción.
Claro que lo anterior debe preocuparnos. Pero también el hecho de considerar que los bosques y selvas mexicanos no se han escapado a ese criminal destino. Si en la Ciudad de México nos escandalizamos por la tala de árboles que el gobierno de Miguel Mancera realiza a diestra y siniestra para levantar, gracias al capital de poderosas constructoras grandes edificios y magnos centros comerciales, lo que hay que sufrir al tomar en cuenta que cada año el país pierde cerca de 500 mil hectáreas de vegetación, aunque México reporta a la FAO que nada más son 155 mil hectáreas al año, lo que de todas formas es peligroso.
Organizaciones ambientalistas aseguran que la culpa de que esto suceda está en la deforestación, la conversión de bosques para destinarlos a la agricultura y a la ganadería. Lo cierto es que a los tala-montes –compañías y personas que se dedican a esta otra actividad ilícita–, hay que sumar que con la reforma energética de Enrique Peña Nieto se pretende permitir el cambio de uso de suelo de los bosques y las selvas mexicanas, la mayoría propiedad de comunidades indígenas y ejidos que desde hace años han sido desposeídos de sus territorios.
Esto significa que, si en los últimos 25 años se han perdido casi dos por ciento de los ecosistemas nacionales, para el futuro su número será mucho mayor. Las actividades descritas, a las que hay que sumar otras, han contribuido a que más del 70 por ciento del territorio nacional registre alguna huella de erosión, lo que se traduce en que cada vez la superficie mexicana se torna desértica. En consecuencia, los suelos erosionados y las sequías se agudizan por la destrucción de los bosques y selvas. La falta de lluvias conlleva a la pérdida de cosechas, a la escasez y carestía de los alimentos que se producen en el campo. Al grado de que en la actualidad se importa alrededor del 50 por ciento de la comida que se consume en el país, que la pobreza aumenta y en algunas regiones se presenten –aunque lo nieguen las autoridades– casos de hambruna.
Pero la degradación del medio ambiente se refleja además en la falta de agua para el consumo humano. Se calcula que unos 90 millones de mexicanos, de 120 millones que somos, padecen escasez del líquido y que 20 millones sufren durante todo el año. La revista Science menciona que a nivel mundial México es de los países más afectados. Se acusa el desperdicio y el despojo de acuíferos por parte de compañías extranjeras ya sean mineras, cerveceras o dedicadas a la producción de leche, entre varias más. Hay alertas porque se multiplican los enfrentamientos entre comunidades, municipios e incluso estados por contar con el recurso que cada vez se privatiza, como sucede en la ciudad de Puebla donde resulta carísimo su consumo. Todo, por no cuidar el medio ambiente.
Tenemos el asunto de la basura y lo que describe el INEGI: “…en diversos casos no se deposita en los lugares adecuados para su correcto procesamiento”. Con base en datos de la Encuesta Intercensal 2015, en México, de 31 millones 924 mil 863 viviendas particulares habitadas, el 79.42 por ciento la entrega al camión que la recolecta a domicilio; el 11.94 por ciento la quema para evitar el mal olor y la proliferación de plagas. Sin embargo, el humo resultante contamina el medio ambiente con sustancias químicas dañinas. Sólo el 6.49 por ciento de esas viviendas deposita sus desechos en un contenedor. Aun así, describe INEGI, es mucha la que se acumula en avenidas, parques, monumentos, terrenos baldíos y basureros clandestinos.
Más: En el país existen mil 368 centros de acopio para el manejo de residuos peligrosos; 880 son de recolección y transporte; 419 reciclan solventes sucios, lubricantes usados y metales; 301 acopian para almacenamiento temporal; 243 son de tratamiento de residuos; 73 de incineración de combustibles alternos y residuos;15 de reúso y ocho de confinamiento.
Conclusión: El problema de la basura en México es serio y es urgente la necesidad de implementar medidas educativas sobre el tema, a fin de que poco a poco se adopten hábitos de consumo más sustentables, encaminados a generar menos residuos sólidos y, si los hay, se puedan reutilizar y reciclar”.
En el mes del medio ambiente, que debería ser todos los años, queda claro para la ONU, los gobiernos, el de México y los mexicanos la obligación de cuidar nuestro entorno ambiental para bien de las generaciones futuras. Entonces, ¿por qué no lo hacemos?