De norte a sur
Otra vez la represión. De nuevo, los maestros; antes ferrocarrileros, médicos, estudiantes, indígenas…
Como en 1958 con los ferrocarrileros y en 1965 con los médicos, hoy toca al magisterio disidente sufrir la represión por parte del Gobierno federal, que a toda costa pretende imponer su reforma laboral y educativa.
Dicen los que saben que se debe aprender de la historia para no cometer los mismos errores, pero eso no va con el titular de la SEP, Aurelio Nuño Mayer, quien no entiende que la aplicación de la fuerza no resuelve los problemas, sino que, al contrario, los agudiza.
Le recordamos al funcionario que el movimiento ferrocarrilero inició hace 58 años, primero para mejoras salariales y después por democracia sindical. Presidía el país, Adolfo López Mateos, mexiquense paisano del presidente Enrique Peña Nieto y de su secretario de Educación. Demetrio Vallejo y Valentín Campa, encabezaban a los trabajadores ferrocarrileros que se fueron a los paros escalonados en todo el país, y el 28 de junio, fueron reprimidos cuando realizaban una gran manifestación en la ahora Ciudad de México, donde hubo muertos y el Ejército tomó todas las delegaciones sindicales. Para agosto de ese año, estalló la huelga por tiempo indefinido, otra manifestación en la capital es reprimida y en solidaridad maestros, telegrafistas y petroleros recurren también a los paros de labores.
Más adelante, Vallejo ganó la dirigencia nacional de los ferrocarrileros, de nuevo se fue a la huelga en la primera revisión contractual y, en respuesta, el gobierno reprimió con despidos, más de 9 mil trabajadores, otros 10 mil fueron aprehendidos, el Ejército volvió a tomar los locales sindicales, se reprimieron más manifestaciones, surgió el “charrismo sindical” –líderes impuestos–, se asesinó a dirigentes regionales, en tanto que Demetrio Vallejo y Valentín Campa debieron pasar 10 años en la cárcel acusados de comunistas, hasta que otro movimiento, el estudiantil de 1968, logró su liberación.
Otro movimiento que fue duramente reprimido fue el de los médicos de los años 60 que nació por reivindicaciones salariales y acabó cuestionando la dictadura priista y su corporativismo. Todo empezó porque a finales de 1964, residentes y estudiantes del hospital “20 de noviembre” protestaron –sólo atendieron casos de emergencia– por la falta de pago de su aguinaldo. Fueron despedidos y pronto, como siempre sucede, tuvieron la solidaridad de colegas de otros hospitales. Un día después de que tomó protesta como presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz. Los galenos no sabían lo que les esperaba.
Crearon la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos, presentaron sus demandas que consistían en reinstalar a los despedidos, contratos anuales de trabajo, prioridad para los estudiantes en la contratación de nuevos doctores y solución a la problemática de cada hospital. Hay que destacar que en este caso se trataba de jóvenes profesionales, de clase media, a los que se dejó sin trabajo, amenazó y desprestigió ante la sociedad. Hasta que el 26 de agosto de 1965, la policía rompió el paro en el “20 de noviembre”, a lo que siguieron despidos y más amenazas, por lo que los principales dirigentes: Norberto Treviño, José Castro y Faustino Pérez, tuvieron que salir del país.
Al movimiento de los médicos siguieron y se han generalizado muchos. Hay que recordar las represiones a los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971, sin que ninguno escape a la represión que cada vez es del tamaño o mayor a la lucha de que se trate. Es el caso, por mencionar algunos, del movimiento estudiantil de 1968, el del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que en Chiapas se mantiene cercado por fuerzas federales; la matanza del 28 de junio de 1995 en Aguas Blancas, Guerrero –17 muertos y 21 heridos–, contra la Organización Campesina de la Sierra del Sur que luchaba por la construcción de caminos, escuelas, hospitales y agua potable.
El caso Atenco, en 2001, por la defensa de la tierra, que sigue en la actualidad pese a que su dirigente se mantuvo preso por años; los del SME, mineros…Y otro más es el de 2006 con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), antecedente mayor del que sufren hoy los de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Uno podrá o no estar de acuerdo con su estrategia de lucha, que afecta derechos humanos de otros, pero se debe reconocer que es la única organización que se mantiene en lucha. De hecho, no hay organizaciones sociales que hayan dejado de expresar su solidaridad con los mentores que, junto con padres de familia, han sido reprimidos en Oaxaca, Chiapas y Tabasco. Lo grave es que se anuncian golpes contra los maestros de Michoacán, en su entidad, y los que, junto con los de Guerrero, y de las entidades mencionadas, en encuentran en plantón y casi movilización permanente en la Ciudad de México. Hoy, por ejemplo, se espera una multitudinaria marcha en la capital del país que afectará a millones de personas. Pero eso, al parecer, al gobierno no le importa.