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Juego de ojos
Colosio y Manlio
A pocos sorprendió la renuncia del sonorense Manlio Fabio Beltrones a la presidencia del PRI. Los 15 días que tardó en hacerlo, tras la derrota sufrida por el Institucional en las elecciones del 5 de junio, fueron insoportables para el «experimentado» político del tricolor. Lo que llama la atención de su mensaje es que se atrevió a responsabilizar de la derrota al gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto y que retomó los consejos y críticas que en su tiempo hizo al partido que más tiempo ha conservado la Presidencia de la República, su paisano Luis Donaldo Colosio Murrieta, pero que pronunciadas desde el 5 de marzo de 1994 nadie hizo caso.
Por principio de cuentas, Manlio, el dirigente, demandó a sus compañeros del Consejo Político a realizar una profunda y sería reflexión de lo que sucedió el pasado 5 de junio. Aunque los hubo, no admitió errores de su parte y aseguró que se trabajó en unidad y disciplina. Cada uno de los priistas –dijo– cumplió. La pregunta obligada es por qué, entonces, el «invencible» perdió siete gubernaturas importantes, como Veracruz que es la segunda entidad con mayor fuerza electoral del PRI, después del estado de México que renovará gobernador en 2017.
Manlio pasó después, en la lectura de su mensaje, a la autocrítica. «Estamos obligados –señaló–, como nunca antes, a escuchar la voz y el reclamo de los ciudadanos…(al) combate a la corrupción e impunidad, donde quiera que esta se encuentre». Arremetió contra el gobierno, porque, expresó, «quieren (los ciudadanos) que la modernidad se refleje en los bolsillos de las familias mexicanas, que su trabajo sea mejor renumerado; servicios de salud de calidad y calidez; vivienda digna; seguridad para sus hogares y sus ciudades». Y la puntilla al Presidente de la República y a su gobierno: «(los ciudadanos) no están satisfechos con solamente enterarse de que vamos bien, sino que quieren sentirse bien».
Más allá de los ataques a la izquierda que empodera a la derecha y a la que se radicaliza, como afirmó el sonorense, lo medular de su mensaje de renuncia está en la descripción que el propio hizo. Como antes, el 5 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio, otro político de Sonora, destacó, semanas antes de ser asesinado.
Ese día, Luis Donaldo Colosio se refirió a «el PRI que reconoce que la modernización económica sólo cobra verdadero sentido, cuando se traduce en mayor bienestar para las familias mexicanas». Presidía México entonces, Carlos Salinas de Gortari, en tanto que el de Sonora ya era candidato presidencial que se había encontrado con el país que «ya no puede esperar». El mismo, o peor, que 22 años después, hoy, su paisano Manlio Fabio Beltrones, volvió a encontrar:
El México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de campesinos que aún no tienen las respuestas que merecen; de trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan; de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no siempre tienen a su alcance las oportunidades de educación y de preparación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia, a la drogadicción; de mujeres que aún no cuentan con las oportunidades que les pertenecen; de empresarios, de la pequeña y la mediana empresa, a veces desalentados por el burocratismo, por el mar de trámites, por la discrecionalidad en las autoridades; de profesionistas que no encuentran los empleos que los ayuden a desarrollar sus aptitudes y sus destrezas; de maestras y de maestros, de universitarios, de investigadores, que piden reconocimiento a su vida profesional, que piden la elevación de sus ingresos y condiciones más favorables para el rendimiento de sus frutos académicos; técnicos que buscan las oportunidades para aportar su mejor esfuerzo.
«Yo veo un México –afirmó Colosio hace 22 años– con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.
«Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan. Ciudadanos que aún no tienen fincada en el futuro la derrota; son ciudadanos que tienen esperanza y que están dispuestos a sumar su esfuerzo para alcanzar el progreso».
Resulta lamentable que, a casi 25 años, ese México no sea todavía comprendido por Manlio Fabio Beltrones, gobernadores y quienes integran el actual gobierno federal. Porque ¿Quién puede dudar que lo que vio Colosio, no lo han querido observar los actuales o, más bien, actúan para empeorarlo, sin convencerse de que es la hora de las respuestas para dar un mejor futuro y apoyos a la población?
Lo decía Colosio en marzo de 1994: «es la hora de los apoyos efectivos y del impulso al esfuerzo que realizan las mujeres y los hombres al frente de micro, pequeñas y medianas empresas. Que se les lleve a superar sus dificultades, que se les apoye a ampliar sus negocios con mejores tecnologías para que sean más competitivos en los mercados.
«Es la hora del gran combate a la desigualdad, es la hora de la superación de la pobreza extrema, es la hora de la garantía para todos de educación, de salud, de vivienda digna… Es la hora de hacer justicia a nuestros indígenas, de superar sus rezagos y sus carencias; de respetar su dignidad…Es la hora de nuevas oportunidades para el campo de México… Es la hora de que el Artículo 27 de la Constitución se exprese en bienestar, en justicia, en libertad, para los hombres del campo. Y es la hora de acabar para siempre con todo vestigio de latifundio; es la hora de dar certidumbre al ejido, a las tierras comunales y a la pequeña propiedad… Es la hora de superar la soberbia del centralismo… Es la hora de garantizar plenamente la conservación de nuestros recursos naturales, de nuestro medio ambiente, de nuestra ecología… Es la hora de una educación nacionalista y de calidad; es la hora de una educación para la competencia; es la hora de nuestras escuelas, de nuestros tecnológicos; es la hora de la universidad pública en México; es la hora de la gran infraestructura para la capacitación de todos los mexicanos que quieran progresar».
Pero no. Hace un cuarto de siglo no fue la hora y tampoco lo es hoy, como lo reflejó Manlio en su mensaje de renuncia al PRI. Decía Colosio: ¡Es la hora de cerrarle el paso al influyentísimo, a la corrupción y a la impunidad! Confiesa el otro: «también hay que decirlo fuerte y claro; en muchos de los casos (el 5 de junio pasado) los electores dieron un mensaje a políticas públicas equivocadas o a políticos que incurrieron en excesos, que no tuvieron conductas transparentes y que no actuaron de manera responsable… Es oportuno parafrasear a Luis Donaldo Colosio: “lo que los gobierno hacen, sus partidos lo resienten”, argumentó en su defensa el derrotado líder priista.
El colmo de este análisis es que el tiempo pasa y que la elección presidencial de 2018 está próxima a darse y que, por lo menos en el PRI, no se contempla a quién verdaderamente observe lo que pasa en el México de hoy. Ningún secretario de Estado, ningún gobernador, a nadie. Menos el propio Manlio Fabio Beltrones que como legislador presentó una iniciativa de ley –frenada hasta la fecha– para permitir que extranjeros sean propietarios de playas y territorios cercanos a las zonas fronterizas, deseo antimexicano que todavía prohíbe la Constitución.