La nueva naturaleza del episcopado mexicano
Mesas negociadoras de CNTE y Diálogos de San Andrés
Hace un poco más de 20 años en que el país entero y gran parte del mundo, sobre todo europeo, estaban atentos a lo que llegó a llamarse los Diálogos de San Andrés, algo parecido a lo que sucede hoy al instalarse las mesas de negociación del Gobierno federal y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), los maestros disidentes inconformes con una supuesta Reforma Educativa que a toda costa pretende aplicar la clase gobernante.
En el primer caso, los indígenas del sureste de la República, concretamente en el estado de Chiapas, se habían rebelado contra un gobierno neoliberal encabezado por Carlos Salinas de Gortari al que siguió el de Ernesto Zedillo Ponce de León, quien después entregaría el poder detentado durante decenas de años por el PRI al PAN, el entonces radical instituto político de la derecha en México.
Con el actual directivo de compañías trasnacionales que opera desde Estados Unidos –Ernesto Zedillo– el conflicto chiapaneco se agudizó en 1995 a causa de las acciones del Ejército para quitar el territorio ganado a los zapatistas, un escenario semejante al actual en que el magisterio insurgente ha provocado caos en varias entidades del país con sus marchas, paros, plantones y, entre otros, bloqueos carreteros, lo que provocó la intervención policíaca federal y de Oaxaca que desembocó en la recién masacre de Nochixtlán.
Fue en febrero de 1996 cuando la Comisión Nacional de Intermediación –compuesta por religiosos, líderes sociales e intelectuales– (CONAI) y la Comisión de Concordia y Pacificación –integrada por legisladores de varios partidos– (COCOPA), luego de haber alcanzado un diálogo entre las fuerzas rivales, logró que se firmarán los Acuerdos de San Andrés Larraínzar en los que se reconocen derechos de los pueblos indígenas.
En el presente se han iniciado, por fin, pláticas conciliatorias entre el gobierno federal que preside Enrique Peña Nieto, también del PRI, como aquel entonces, mismas que se lograron gracias a la intervención de un grupo intermediario conformado, entre otros, por sacerdotes y dirigentes de movimientos simpatizantes al magisterial. Ahora, la Comisión Única Negociadora de la CNTE llegó a sentarse en las instalaciones de la Secretaría de Gobernación, lo que es necesario mencionar para registrar como ha escalado el repudio a un sistema que sigue siendo neoliberal sólo que, a niveles inadmisibles, pues, con un discurso contradictorio, ha destruido casi todo lo que tiene que ver con una corriente nacionalista.
Volvemos al caso del EZLN para recordar que los Acuerdos de San Andrés obligaban a la parte gubernamental a reconocer los derechos de los pueblos indígenas a través de reformas constitucionales que debían ser analizadas por el Congreso de la Unión. Demandas de índole política que tienen que ver, por ejemplo, con las formas propias de elección de las autoridades autóctonas, las que deberían ser comprendidas en un nuevo marco jurídico que, a su vez, contemplara sus formas de impartir justicia, reparar las faltas y decidir en materia de conflictos internos, así como de carácter social para que los indios mexicanos puedan decidir sus propias formas de organización ligada al trabajo, la administración de sus recursos naturales, elevar la producción, generar fuentes de trabajo, además de garantizar la cultura propia de los pueblos.
En la actualidad los maestros de la CNTE piden la suspensión de lo que el gobierno bautizó como Reforma Educativa, la libertad de líderes presos, reinstalación de docentes cesados, pagos no realizados a faltistas y el cese a la represión. Exigencias que seguramente aumentarán conforme pase el tiempo y se alarguen las conversaciones, sin que hayan cesado, por el contrario, los actos de movilización a los que los habitantes de la ciudad de México y de estados del norte y del sur republicano nos hemos ido acostumbrando.
En los dos casos confrontados para este análisis no se puede dejar de mencionar que con los zapatistas y maestros los distintos gobiernos priistas utilizaron y usan la guerra mediática para debilitar al enemigo, estrategia que en ambos casos le ha resultado contraproducente porque los conflictos se internacionalizan cada vez más con protestas en otras naciones en apoyo a los del magisterio como sucedió, y sigue, con los indígenas rebeldes.
Hay que destacar, finalmente, que los Acuerdos de San Andrés jamás han sido cumplidos por el gobierno y que, por lo tanto, el EZLN sigue en su lucha dada a conocer por sus integrantes representados en un principio por el subcomandante insurgente Marcos quien físicamente encabezó caravanas de zapatistas por territorio mexicano y dio a conocer el movimiento al mundo con el uso de las tecnologías modernas de comunicación.
Hoy, los indios sureños se mantienen acorralados por elementos del Ejército federal, lo que no ha impedido sumarse a la solidaridad expresada por varios sectores a los maestros, los que, respaldados en la experiencia indígena, dicen no estar dispuestos a que les den, como dice el refrán, “atole con el dedo” y urgen al gobierno a que realmente se dedique a negociar, lo que indica que este conflicto, al igual que el primero, va para muy, muy largo tiempo. [email protected]