Juego de ojos
Trump, el TLCAN y el campo mexicano
Odiado por casi todos, Donald Trump, el empresario y virtual candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos jura que de ganar las elecciones de noviembre próximo, lo primero que hará será tratar de acabar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que incluye a ese país junto con México y Canadá. En todo caso, acepta que se debe renegociar para que sea favorable a los estadounidenses porque, según él, ha sido el peor acuerdo comercial firmado por el imperio gringo, ya que en los últimos 15 años ha provocado el cierre de 60 mil fábricas y la pérdida de casi 5 millones de empleos.
Si allá el TLCAN ha provocado daños, hay que reflexionar sobre lo causado en nuestro país. Por lo menos en lo que se relaciona con el campo mexicano. Lo primero fue una rebelión indígena en el sureste de la República encabezada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) apenas iniciado 1994, con el pretexto de que pronto ese acuerdo comercial sería la ruina del agro nacional. Denuncia que con anterioridad había hecho el investigador de la UNAM, José Luis Calva. A lo que siguió y continúa hasta la fecha son las demandas de las principales organizaciones campesinas del país que proclaman desde alrededor de un cuarto de siglo antes, lo mismo que ahora hace el controvertido político gringo, al que algunos lo han llegado a equiparar con Hitler por sus temidas amenazas contra los emigrantes mexicanos.
Trump tendrá sus razones, equivocadas o no, para atacar al TLCAN. Pero las que argumentan los investigadores y líderes campesinos de México son inobjetables. En diciembre de 2013, con motivo del 20 aniversario de la firma del Tratado, la Confederación Nacional Campesina, la de mayor presencia y antigüedad en el país, se pronunció entonces por una reingeniería, sobre todo, en lo que respecta al agro por ser el sector más perjudicado como lo prueba una dependencia, principalmente con Estados Unidos, de casi el 50 por ciento de los alimentos que demanda la población mexicana, una balanza agropecuaria que en la mayor parte de este lapso ha sido deficitaria para el país; y alrededor de dos millones de empleos perdidos.
El análisis del cuerpo de legisladores de esa organización es mucho más grave hoy que han pasado tres años más, pues en dos décadas del TLCAN agropecuario ha crecido la migración hacia los Estados Unidos y a las ciudades más grandes mexicanas; lo que ha traído en consecuencia que el campo nacional se encuentre cada vez sin productores; el aumento de la pobreza en el área rural y que las actividades rurales sólo haya quedado en su mayoría bajo la responsabilidad de las mujeres y los ancianos.
Así, en el estudio “Estado Eficaz: Modernización de la Administración Pública Mexicana para Atender al Campo”, se informa que desde la entrada en vigor del TLCAN, el primero de enero de 1994, cerca de 2.3 millones de campesinos han dejado sus tierras para emigrar a los Estados Unidos o a las ciudades, y otros 5 millones de productores eligieron dedicarse a distintas actividades con mejores remuneraciones, con el agravante de que existe el riesgo de que México llegue a importar el 80 por ciento de los alimentos que demanda su población.
Durante la vigencia del TLCAN, indica por su parte la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 10 por ciento de los productores más pobres del campo obtuvo solamente el 0.1 por ciento de las transferencias del ingreso objetivo –precio mínimo para comercializar las cosechas–, mientras que al 10 por ciento de los más desarrollados correspondió el 80 por ciento.
Por esas razones, las organizaciones agrarias siempre ha insistido en la revisión del TLCAN en cuanto se relaciona al sector agropecuario, porque, entre otras cosas más, permite la triangulación de granos producidos en otros países, a través de Estados Unidos, lo que causa gran daño a la economía nacional campesina. Es el caso del maíz, que nos llega de Sudáfrica; del frijol, que arriba procedente de China, la India y países latinoamericanos; o del arroz cuya rama de producción ha sido casi desmantelada debido a la procedencia de este producto extranjero a México.
La CNC también ha sostenido que sólo un pequeño grupo agro exportador que no rebasa los 600 mil productores es el único beneficiado con el TLCAN, frente a casi cinco millones de unidades de producción que no han podido salir adelante. Cabe resaltar que en las negociaciones del acuerdo comercial entre los tres países de Norteamérica, en lo que concierne al capítulo agropecuario, los campesinos jamás fueron consultados.
Y no sé si las intenciones de Donald Trump se vayan a cumplir. Ni siquiera lo imagino como Presidente. De lo que si estoy seguro es que las demandas de los campesinos mexicanos, por un injusto acuerdo comercial, están lejos de cumplirse. Pero bastante lejos, al grado de que en lugar de eliminar o renegociar el TLCAN, en los últimos años México ha firmado otros 14 Tratados de Libre Comercio con 45 países. Tan negativos o peores, como el primero, para el campo mexicano. [email protected]