El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Otra vez, reprobado
Como dice el presidente Enrique Peña Nieto: hay que ser optimistas. Y en ese sentido ver que en el futuro inmediato sólo le quedan dos años de gobierno, la tercera parte de un sexenio que la mayoría reprueba por los resultados en contra de lo que se propuso en un principio en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 que día a día se desmiente con el fracaso. En primer lugar se propuso hacer de México una sociedad en donde todos tengan acceso efectivo a los derechos que otorga la Constitución, documento rector que, sin embargo, en su mayor parte lejos de cumplirse se viola a diario. El texto que guía a esta administración dice también que se trata de un plan realista, viable y claro para alcanzar un México en paz, incluyente, con educación de calidad; un país próspero y con responsabilidad global.
Sobre el primer punto hay que recurrir al México violento que ha hecho reinar el miedo por casi todo el territorio nacional donde predominan los asesinatos, secuestros, violaciones, feminicidios, asaltos a mano armada, fraudes, principalmente de los gobernantes, anarquía en los precios y, en su mayoría, salarios que hunden más en la miseria. Podrá considerarse que lo anterior siempre ha existido. Cierto, pero no con las dimensiones actuales, al grado de que el país es el segundo más violento de América Latina. Al respecto, la organización Observatorio Ciudadano establece que “los mexicanos nos sentimos inseguros, descontentos de la autoridad y de los procesos de acceso a la justicia”. Cita que a pesar de que pareciera que los delitos de alto impacto van disminuyendo en las cifras oficiales, lo cierto es que los procesos de victimización han aumentado. Por ejemplo, el homicidio doloso que se ha incrementado en casi un 20 por ciento si se comparan los primeros nueve meses de este año con los del anterior y con base en información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
El segundo punto del PND considera que un México incluyente se propone enfocar la acción del Estado en garantizar el ejercicio de los derechos sociales y cerrar las brechas de desigualdad social que aún nos dividen. El objetivo es que el país se integre por una sociedad con equidad, cohesión social e igualdad sustantiva, lo que implica hacer efectivo el ejercicio de los derechos sociales de todos los mexicanos, a través del acceso a servicios básicos, agua potable, drenaje, saneamiento, electricidad, seguridad social, educación, alimentación y vivienda digna, como base de un capital humano que les permita desarrollarse plenamente como individuos.
Pues bien, un reporte de Oxfam-México, titulado Desigualdad Extrema en México. Concentración del Poder Económico y Político, sostiene que el crecimiento del país es casi nulo, que los salarios promedio no crecen y que la pobreza persiste, aunque la fortuna de unos cuantos sigue expandiéndose. De hecho, la nación mexicana se encuentra dentro del 25 por ciento de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo y es uno de los dos más desiguales de la OCDE. Por tanto, advierte el organismo internacional, el tema de la desigualdad extrema se debe poner en la agenda del debate nacional por razones éticas, políticas y económicas. Y remata con que las condiciones de desigualdad son tales, que el uno por ciento de la población posee el 43 por ciento de moda la riqueza en México, que es un país rico en recursos y lleno de millones de pobres.
Oxfam destaca que el número de multimillonarios en México no ha crecido mucho en los últimos años. Al día de hoy son sólo 16. Lo que sí ha aumentado, y de qué forma, es la importancia y la magnitud de sus riquezas. En 1996 equivalían a 25 mil 600 millones de dólares; hoy esa cifra es de 142 mil 900 millones de dólares. Esta es una realidad: en 2012, la riqueza de 4 mexicanos representaba el dos por ciento del PIB (Producto Interno Bruto); entre 2003 y 2014 subió al nueve por ciento, porcentaje que es un tercio del ingreso acumulado por casi 20 millones de mexicanos. En este marco, hay que denunciar que actualmente el salario mínimo mexicano, de 73 pesos diarios, está por debajo de los umbrales aceptados de pobreza. Según Oxfanm, otros aspectos que han detonado o que son en sí mismo consecuencia de la desigualdad extrema en México y que están pendientes en la agenda pública son: la población indígena, cuya tasa de pobreza es cuatro veces mayor a la general; la violencia a causa de la marginación; y la educación pública contra la privada.
A propósito de esto último, el PND invoca a la educación con calidad, aspiración truncada cuando el propio titular de la SEP –quien estudio seguramente en escuelas de paga–, Aurelio Nuño Meyer, acaba de ser rectificado por una niña de primaria al recordarle que “no se dice ler, sino leer”. En cuanto a la prosperidad prometida a los mexicanos y que resalta el documento rector, todos sabemos que esa promesa únicamente se ha concretado en unos cuantos, sobre todo funcionarios públicos que casi todo lo que tienen se lo deben a la corrupción. Por eso es, que al finalizar el cuarto año de gobierno, la mayoría de los mexicanos volvemos a reprobar a la actual administración y rezamos por que los dos años que le faltan pasen lo más rápido posible.
Desde el centro
Todo un personaje bipolar ha resultado Donald Trump quien, como presidente electo de Estados Unidos ha ido suavizando sus amenazas de campaña. No obstante crece el repudio contra el multimillonario por parte de los migrantes de varias partes del mundo, que, como los mexicanos, han contribuido a que el territorio estadounidense continúe como potencia temida en el mundo…Sorprende el ofrecimiento patronal de incrementar en 22 por ciento el salario mínimo en México…Hoy inicia el VI Encuentro de la Juventud Trabajadora de la Federación Sindical Mundial, región Mesoamérica y el Caribe, convoca el Frente Auténtico del Campo.