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CIUDAD DE MÉXICO, 18 de febrero de 2022.- Al compartir una fotografía con ella, el secretario de Relaciones Exteriores (SRE), Marcelo Ebrard, indicó que “agradecí a Paola (Schietekat) su visita y la conversación”.
“El Consultor Jurídico de la SRE, nuestro mejor abogado, se hará cargo de defenderla y de que sean respetados todos sus derechos como ciudadana mexicana. Le reconocí su valentía y resolución”, añadió el canciller, en Twitter.
Schietekat Sedas es la mexicana que escapó de Doha, Qatar, antes de ser condenada a siete años de prisión y 100 latigazos tras denunciar ser víctima de abuso sexual.
“Sí, horrible la sentencia de los latigazos, pero más horrible saber que tu Embajada se sentaría a verlo sin hacer nada”, señaló en Twitter Paola, sobre la representación diplomática en aquel país, el 16 de febrero, lo cual, parece cambiar.
Cuatro días antes, lamentó que “cuando busqué ayuda de las instituciones ante mi caso de agresión y subsecuente condena, no recibí más que indiferencia, los únicos que me ofrecieron ayuda fueron reporterxs y periodistas”.
Paola Schietekat señala que cuando trabajó en el Comité Organizador del Mundial de Futbol en Qatar, el 6 de junio de 2021, alguien que consideraba su amigo entró a su departamento por la noche y abusó de ella:
“Mantuve la cabeza fría: le avisé a mi mamá, a un colega del trabajo y documenté todo con fotos, para que mi memoria, en un intento de autoprotección, no minimizara los eventos o borrara por completo parte de ellos. Y denuncié. Denuncié porque, en un acto de amor propio, me negué a dejar que alguien lastimara así mi cuerpo de nuevo, sin consecuencias”.
Añade que pasó la noche en un hotel por seguridad; después, obtuvo un certificado médico y fue a levantar la denuncia con el cónsul de México en Qatar. En su limitado árabe explicó la situación, le preguntaron si quería una orden de alejamiento, no hacer nada o ir a las últimas consecuencias
“Volteé a ver al cónsul, quien me recomendó ir a las últimas instancias. Firmé la declaración en árabe y di los datos del agresor. Horas después, a las nueve de la noche, me hablaron por teléfono para acudir urgentemente a la estación de policía.
“Extrañada, pregunté si era necesario que una mujer que acababa de ser agredida fuera sola a la estación de policía a esa hora. Su respuesta fue que, si no iba, mi denuncia sería descartada. Tomé un taxi. Al llegar a la estación, los policías pusieron delante de mí a mi agresor”, detalló.
Tras unas tres horas de interrogatorio, le exigieron una prueba de virginidad porque ya no era la acusadora, sino la acusada, pues su agresor se estaba defendiendo con el argumento de que era su novia y tuvieron relaciones sexuales consensuadas.
“En Qatar, tener una relación extramarital se paga con hasta siete años de cárcel y en algunos casos la sentencia incluye cien latigazos. De un momento a otro, mi denuncia ya no importaba. La policía refirió el caso a la fiscalía pública, único lugar donde tuve un traductor.
“Todo se centró alrededor de la relación extramarital, mientras que, bajo mi abaya, la túnica que me recomendaron usar para parecer una ‘mujer de buena moral’, seguían las marcas, moradas, casi negras. Mi abogada casi no habló. Al final, tuve que entregar mi teléfono, desbloqueado, a las autoridades, si no quería ir presa”, añadió y celebró que el Supreme Committee la ayudó a salir del país.