Autoriza INE Marco Geográfico para elección del Poder Judicial
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de septiembre de 2022.- Miguel Hidalgo se paró enfrente de la parroquia, con la gente reunida en el atrio, y les dijo: “Señores, somos perdidos; los franceses ya conquistaron España y vienen a conquistarnos a nosotros. Se acabó la opresión, se acabaron los tributos, se acabaron las gabelas y voy a pagarle medio peso a los que me acompañen a pie y un peso al día a los que me acompañen a caballo”.
De acuerdo con un el investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Alfredo Ávila Rueda, los primeros testimonios recabados refieren que ese fue el grito o llamado original, ahora modificado y nombrado de Independencia. Los cambios en la arenga, al igual que en la celebración, se han ido transformando hasta llegar a convertirse en una tradición con un origen menos fastuoso.
El primero tuvo pocas palabras, con el tiempo se sumaron el conjunto de sucesos acontecidos en el recorrido del cura Hidalgo realizado de la salida de Dolores a San Miguel.
Cuando llega al santuario de Atotonilco toma el estandarte de Guadalupe y ahí es cuando dice: ¡viva la virgen de Guadalupe! Cuando llega a San Miguel agregó: ¡viva San Miguel Arcángel! De lo que podemos estar seguros es que no hubo ¡viva México! porque se encontraban en Guanajuato y no se veía a todo el país como México, afirma el investigador en ocasión de la conmemoración del inicio de la Independencia de México, que se celebra el 15 de septiembre.
Con el paso del tiempo y después de la Revolución mexicana se empezó a aumentar la lista de los “vivas”. Con Porfirio Díaz era vivan Hidalgo y Allende; más adelante añadieron a Morelos, Vicente Guerrero y después, inclusive, a Madero, la democracia, a las mujeres y a los hombres, abunda el experto.
A partir de Andrés Quintana Roo, en las fiestas patrias se pronunciaba un discurso cívico de aproximadamente media hora, mediante el cual se recordaba la gesta heroica y al terminar venía el ¡Viva México! Tiempo después, y hasta nuestros días, se eliminó el discurso y permanecieron solo los vivas.
Maximiliano de Habsburgo, quien quería mexicanizarse, recurrió a un tipo de ritual patriótico y decidió ir al pueblo de Dolores y hacer que se tañera la campana. En tanto, Porfirio Díaz hizo que se trasladara la campana de Dolores a la Ciudad de México, y ahí se consolidó la tradición y el ritual.
Se cuenta también que Porfirio Díaz cambió la celebración al 15 de septiembre por su cumpleaños. Al respecto, Alfredo Ávila precisa que hay testimonios que desde 1824 la gente empezaba a celebrar la noche antes del 17. Esto tiene que ver mucho con una tradición hispana llamada las “verbenas de la víspera”, donde la celebración comienza la noche anterior.
Otra historia interesante es la del Pípila, ya que no hay ningún testimonio que dé cuenta de la existencia de un personaje que se haya colocado una loza e incendiado la puerta de la alhóndiga, lo cual no significa que se trate de un mito, sino que es una tradición revolucionaria.
Durante la Revolución francesa se decía que un panadero, en el momento de la toma de la Bastilla, llevaba una tea ardiendo e incendió la puerta. Ese tipo de tradiciones estaban en el mundo y fue Carlos María de Bustamante quien divulgó la popular historia. Eso lo escribió después de 10 años, no es un testimonio confiable porque hay otras versiones así en el orbe.
Lo que sí sucedió, relata Ávila Rueda, es que había varios como el Pípila, que eran trabajadores de las minas y se unieron a Miguel Hidalgo. Ellos estaban enojados porque en la alhóndiga se encerraron las familias más ricas para protegerse y dejaron a la ciudad a su suerte, lo que causó descontento. Ahí está el origen de la tradición y su objetivo es resaltar y buscar ejemplos de patriotismo.
El investigador añade: sin duda Agustín de Iturbide fue el que consiguió la Independencia, aunque fue un militar ambicioso y corrupto, además no era una persona admirable en varios aspectos, al igual que Miguel Hidalgo, quien en el momento que se levantó en armas “perdió el piso” el hacerse llamar “su alteza serenísima”. Por ello, lo primero que hizo fue liberar a los presos y les ordenó que asesinaran a los españoles; así que no eran personas de admirarse.
Estas tradiciones y celebraciones –que se realizan en México y otras partes del mundo– son recursos pedagógicos para generar identidades nacionales y fomentar el nacionalismo; al mismo tiempo pueden tener intenciones inmediatas. Si la situación no va bien en un gobierno, se puede apelar al nacionalismo para reafirmar al presidente como el líder de la nación mexicana, concluye el historiador.