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CIUDAD DE MÉXICO, 26 de octubre de 2020. — De 50 a 80 por ciento de las personas pueden padecer dolor incapacitante en la espalda baja o lumbalgia, informó Adriana del Carmen Echevarría González, de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) León, de la UNAM.
La experta en fisioterapia recordó que, en el caso de los adultos, es la segunda causa de consulta médica, y las posibilidades de padecerlo se incrementan por el sedentarismo o la obesidad.
De acuerdo a un comunicado de la Máxima Casa de Estudios, durante 2017 el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reportó cerca de 300 mil consultas por este motivo, y del 10 al 15 por ciento de éstas fueron incapacidades, inasistencias o bajas laborales.
La experta indicó que estas cifras representan un gran porcentaje registrado, sin considerar que hay un número de casos no contabilizadas por mal diagnóstico.
Al participar en el programa ‘La UNAM Responde’, la experta destacó que en muchas ocasiones el dolor intenso, además de afectar la zona lumbar, también se presenta en el cuello, hombros y las muñecas.
“Una de las primeras señales es cuando comenzamos a sentir cansancio en la zona lumbar o físico en general; es una señal de estrés mecánico en articulaciones o músculos. Esta sensación puede prolongarse y presentar molestias”, comentó.
Echevarría González precisó que actualmente se reconocen cerca de 56 causas probables de la lumbalgia, las cuales, por sí mismas, no desatan un periodo de dolor en la espalda baja, pero la combinación de varias de ellas incrementan el riesgo de padecerlo.
La profesora de la licenciatura en Fisioterapia destacó que al ignorar estas señales el cuerpo manifiesta mayor dolor, lo que hace cada vez más difícil ayudar al paciente.
La responsable del área de Fisioterapia Geriátrica de la licenciatura en la ENES León recomendó hacer cambios en el estilo de vida, a fin de reducir las posibilidades de sufrir dolor agudo o crónico en la espalda baja.
“Una vez que se ha presentado el primer episodio es posible que se vuelva a sufrir otro. Pero si al presentarse en la primera ocasión generas cambios en el estilo de vida, disminuyen las posibilidades de que llegues a generar una discapacidad”, destacó.
Para reducir el riesgo de padecer nuevamente este tipo de molestia, Echevarría González recomendó: realizar regularmente ejercicio, evitar mantener por tiempo prolongado posturas inadecuadas y pasar demasiado tiempo sentado, así como contar con un espacio adaptado para trabajar.
Es decir: “donde no hayan contaminaciones sonoras, que sea privado, que nos permita concentrarnos, va a ser que seamos más productivos y disminuya el tiempo que permanecemos en la computadora”.
Aconsejó además realizar actividades que sean más activas acorde con el espacio de los hogares para evitar el sedentarismo, así como mantener una buena alimentación para prevenir la obesidad.