La nueva naturaleza del episcopado mexicano
Caída de Graue no resolverá problema
Poco, de a muy poquito pero con paso firme, la vida académica en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se va restableciendo. La mayoría de escuelas, facultades, preparatorias y CCHs han abierto sus puertas y los estudiantes regresan a clases. Salvo dos o tres planteles, entre los que destaca del CCH Azcapotzalco, siguen en paro, todos los demás operan normalmente.
Luego de los abominables y reprobables actos vandálicos escenificados por porros en contra de jóvenes cegeacheros –que exigían seguridad en su plantel, número suficiente de maestros y el respeto a sus espacios culturales–, las autoridades universitarias han expulsado definitivamente a cerca de una 20 de los agresores, reconocidos con base a las imágenes grabadas y aparecidas en redes sociales. Las autoridades judiciales, a su vez, han aprehendido a más de tres de los facinerosos a fin de fincarles cargos y castigos penales. Los miles de estudiantes, unos en clases, otros en paros activos y los menos en paro, continúan en la realización de sus asambleas, con largos y acalorados debates, en busca de soluciones.
Todos conscientes de que si la agresión vino de fuera, la solución saldrá de dentro, con el concurso de toda la comunidad. Y que no es con la caída de Graue como se resolverá el problema, al contrario, éste se profundizaría y quienes asechan a la UNAM saldrían ganando. Asambleas, diálogos, debates y propuestas darán la solución. La decisión de la asamblea Interuniversitaria, efectuada el sábado pasado en ese sentido es también un gran paso.
Urge pues solucionar el conflicto en el CCH Azcapotzalco y evitar su nuevo escalamiento. El doctor Enrique Graue, rector de la UNAM ha puesto la muestra y en una acción decisiva y valiente se presentó ante la asamblea de los estudiantes para escuchar sus demandas y firmar posteriormente su pliego petitorio, el cual dijo “es atendible”. Ha dado los pasos pertinentes para destrabar el conflicto. Toca ahora al resto de su equipo, así como a los diversos directores de escuelas y facultades ser más sensibles a las demandas estudiantiles.
Pero tampoco el conflicto, en especial la violencia en contra de estudiantes e instalaciones universitarias, tendrá fin sin el concurso de las autoridades capitalinas encargadas de cuidar, vigilar y contener a los grupos de malandros –hoy de toda especie en la capital de la república–. Tan sólo ayer la Comisión Especial de Seguridad del Consejo Universitario de la UNAM acusó al Gobierno de la CDMX de ser omiso ante los actos de violencia en Ciudad Universitaria, el pasado 3 de septiembre.
Instalada desde la semana pasada, la Comisión entregó ya su primer informe al rector Graue. En el mismo se señala la ausencia de la fuerza pública en las inmediaciones de CU el día de los hechos. Los consejeros universitarios reconocieron que la universidad no está preparada para ese tipo de contingencias y por eso requiere la profesionalización de la vigilancia de la UNAM.
Para los consejeros no deja de ser extraña la ausencia de cuerpos policiacos en las inmediaciones del estadio, si se sabía de la presencia tanto de estudiantes demandantes como de grupos porriles: “queremos que se aclare por qué no había presencia de la fuerza pública de la Ciudad, durante la marcha y posterior a las agresiones, como en los partidos de fútbol o como sí ha sucedido en otras marchas cuidando a Idos manifestantes”, cuestionaron.
Y en otros temas que llevan de la risa loca al coraje extremo, el ex titular del gobierno de la Ciudad de México y ahora flamante Senador de la República, señalado de enriquecimiento explicable a través de negocios inmobiliarios, Miguel Ángel Mancera se atreve a exigir lo que siempre negó y nunca hizo:
“Se tiene que actuar con mucha energía, se tiene que dar con los responsables. Ya están señalados y es un conflicto que se está planteando entre dos grupos y a esos dos grupos se (les) tiene que confrontar de manera frontal y con mucha energía”, ello en referencia a la presencia de Cárteles del narcotráfico en la ciudad capital, hecho que siempre negó en su errática administración pese a las claras evidencias.
Hoy se cura en salud al demandar a las autoridades federales combatir de “manera frontal” y “con mucha energía” a los cárteles La Unión Tepito y la Anti Unión tras la balacera ocurrida el fin de semana pasado en la plaza de Garibaldi, que dejó seis personas fallecidas. En verdad cree que no tenemos memoria y que sobrevive en la política gracias a un hueso de agradecimiento entregado a su personita por el niño Ricardo Anaya.
Y ojo, pues no la tendrá nada fácil, pues ya su sucesora, Claudia Sheinbaum, en entrevista señaló al gobierno de Mancera de estar plagado de corrupción, quien advirtió: “La corrupción fue en todo”. Mancera no tiene manera de lavarse la cara. Su fuero político le servirá para no hacer frente a la serie de acusaciones que se le vienen.
Tormentón que le viene.