
Itinerario político
Más de 150 mil muertos y cerca de 28 mil desaparecidos en guerra contra drogas
Se ha dicho que ha sido mal enfocada y que la cannabis indica debería legalizarse. Coincido y más con lo planteado recientemente por el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue, en tal sentido. Más aún porque la legalización para usos medicinales y recreativos en algunos estados de la Unión Americana significa que su cultivo, trasiego y venta están permitidos y ello significará que mucha de lo que se siembra y cosecha en México ya no podrá ser exportada (ilegalmente) más allá del Río Bravo.
Es de esperarse así, y con el cierre de la frontera norte, anunciado por el insoportable presidente electo de aquella nación, Donald Trump, que la internación del producto será más difícil, pero no imposible para los cárteles de la droga. Los barones de la droga buscarán entonces abrir más mercados internos y la propagación de su producto entre nuestros jóvenes.
En dicho escenario es de esperarse también aumente el consumo interno entre jóvenes, adultos y hasta entre adolescentes. Habrá más arrestos por el mero consumo y la portación de más de cinco gramos. A los 150 mil jóvenes que se estiman están en las cárceles por traer consigo la droga se sumarán otros miles más. Las ganancias de los cárteles se reducirán y buscarán otras formas criminales de allegarse de recursos y la espiral de violencia en el país seguirá creciendo.
A la fecha los diversos grupos criminales se siguen disputando las rutas de trasiego de cocaína a los Estados Unidos, puesto que en México no se produce la hoja de coca –está solamente crece en la zona andina de Bolivia y Perú–, en tanto que los principales laboratorios para su transformación en cocaína se encuentran en Colombia, Venezuela y Brasil y de ahí es enviada por aire, tierra y mar a los cárteles mexicanos, que a su vez la ingresan al vecino del norte, donde hay un gran consumo. Se sabe que entre más al norte viaja la dama blanca, más cara se cotiza en los grandes mercados como es Nueva York y otras grandes ciudades estadunidenses y canadienses.
Hoy en día el producto que más se disputan las bandas criminales en México es la heroína. Desde su cultivo como la bella flor de amapola, hasta su transformación en goma y luego venta en polvo. Ese sí un producto altamente adictivo y sumamente demandado entre los adictos estadunidenses, la ciudad de Chicago es el peor ejemplo de drogadicción. Guerrero y Sinaloa son zonas productoras de la flora. Laboratorios han sido descubiertos y destruidos en diversas regiones del país, pero vuelven a resurgir en barrancas y cañadas. La situación de guerra de media intensidad que viven dichas entidades obedece a la producción y venta de dicha droga.
Así, lo dicho por el doctor Graue cobra relevancia, una relevancia tal que no fue totalmente escuchada pues los asuntos Trump y su llegada al poder de la nación más poderosa del orbe y el sensible fallecimiento del líder de la revolución cubana, el comandante Fidel Castro, acaparan la atención de los medios.
Retomo lo dicho por el rector Graue:
“La guerra contra el narcotráfico no tiene el mejor saldo, ha dejado miles de muertos y desaparecidos, ha traído inseguridad y ha puesto de manifiesto la corrupción imperante en las instituciones”.
Al inaugurar un panel de discusión sobre la política de drogas organizado por la Máxima Casa de Estudios y el Instituto Aspen en México enfatizó que ante esa realidad es necesario hacer un balance y cambiar la estrategia.
Expuso: “en diciembre cumpliremos diez años de haber declarado la guerra al narcotráfico Son diez años de esta confrontación que ha dejado 150 mil muertos y 28 mil personas desaparecidas. En algunos meses como en julio de este año tuvo más de dos mil muertos”.
El rector consideró que con esta guerra declarada en diciembre de 2006 por el ex titular del Ejecutivo federal Felipe Calderón Hinojosa y seguida por su sucesor Enrique Peña Nieto, México pasó de ser uno de los mayores países de tránsito de drogas hacia el vecino del norte a uno productor.
Total razón le asiste al rector Graue, pues a la cannabis y a la heroína se agregan las drogas sintéticas, muchos de cuyos precursores se elaboran en el país o bien llegan a México vía sus costas, de ahí que los cárteles quieran tener el control de los principales puertos. Así los Zetas dominan el golfo de México para encargarse de lo que llegue por Veracruz y Tamaulipas. El Cártel Jalisco Nueva Generación ve por sus intereses en los puertos de Lázaro Cárdenas y Manzanillo.
De lo dicho por el rector Graue, dos datos me llamaron la atención, el hecho de que 1.7 millones de jóvenes mexicanos que cursan la secundaria o el bachillerato son adictos o han probado algún tipo de droga, y, que en Guerrero, uno de los estados más pobres del país, que registra los peores niveles de productividad y bienestar de sus habitantes, se estima hay 50 cárteles activos. Todos y cada uno en pos de la cosecha, venta y trasiego de cannabis y heroína.
Y en ésta guerra no declarada, como la calificó el Rector, ha habido también cientos de miles de desplazados. Poblados enteros en Tamaulipas, Guerrero, Michoacán que han sido abandonados por la inseguridad y la violencia. Se estima hay en Tijuana, cerca de cuatro mil guerrerenses y michoacanos varados en busca de asilo en los Estados Unidos.
Coincido, el combate a las drogas debe realizarse con nuevos esquemas, uno de ellos, y para empezar es la legalización de la cannabis no sólo para usos médicos, sino también recreativos.