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Juego de ojos
El mercado de pirotecnia…, y la muerte
No nos asombró pero si nos dolió e indignó el ver por televisión las escenas dantescas desde Tultepec, Estado de México cuando una gigantesca explosión –similar a las observadas desde Siria– hizo volar en pedazos el mercado más grande (y más seguro de América Lantina, según las autoridades) de juegos pirotécnicos y causar la muerte de 32 personas (hasta ahora) heridas profundas en 70 más y la desaparición de un centenar de civiles que vendían, compraban cohetes, cohetones y demás artefactos para celebrar la natividad de Cristo y la llegada del 2017.
El primero en alertarme fue mi amigo el fotoreportero David Hernández Bico en su cuenta del FB, decía desde el mediodía del martes, como periodista he aprendido que son pocas las cosas que puedes predecir sin temor a equivocarte:
No hubo asombró, pues no es la primera ocasión en que ocurren una tragedia en aquel poblado del Estado de México, ya habían sucedido dos en el pasado reciente con saldos trágicos y tremendos pero de pocas o nulas enseñanzas. Ahora las autoridades federales señalan a las estatales y estas les reviran echándose la pelotita por las negligencias u omisiones que se hubieran cometido en la reglamentación en el uso de productos tan peligrosos, tan peligrosos como recurrentes en fiestas patrias, sacras y feriadas.
Muchos han sido (y serán) las graves y tremendas explosiones por el uso de cohetes, cohetones, palomas y demás inventos pirotécnicos para diversas festividades desde que la humanidad descubrió la pólvora allá en la lejana China, en los lejanos años de los mandarines, cerca de cinco mil años antes de la venida de Jesús al planeta. De ahí que pensar en su desuso es menos que imposible.
Ejemplos de enormes explosiones las da hoy el diario La Jornada y de las cuales recupero cuatro:
Perú, 29 de diciembre de 2001, un gigantesco incendio provocado por petardos y fuegos artificiales devastó un centro comercial en el centro de Lima, con un saldo de 447 muertos y desaparecidos y más de un centenar de heridos.
Rusia, diciembre de 2009, ardió material pirotécnico en una discoteca de Perm (Urales, mil 200 kilómetros al este de Moscú): 156 muertos.
India, 10 de abril de 2016, la explosión de un depósito de fuegos artificiales desencadenó un enorme incendio cerca de un templo hindú de la ciudad costera de Paravur (suroeste): 111 muertos y varios centenares de heridos.
Estados Unidos, 2003, un incendio desatado por dispositivos pirotécnicos durante un concierto de rock costó la vida a casi 100 personas en una discoteca de West Warwick (noreste).
Ahora la opinión se debate entre si se debe erradicar el uso de la pirotecnia para diversos festejos o aplicar una norma muy exigente en quienes trabajan en ella. Creo imposible su eliminación pues hay quienes no saben cómo expresar su devoción a santos y vírgenes que no sea atronando cuetes y palomones; otros para los que es vital estallarlos en la noche buena y víspera del año entrante. Ya verán como la ciudad amanecerá con una grisácea capa de neblina producto de la quema de llantas y dichos productos.
Hoy el estremecedor hecho es noticia de primera plana, los más de los rotativos de la ciudad le dan las ocho columnas al hablar de los 20 minutos de terror que destruyeron la capital de la pirotecnia en México. A segundo lugar paso el gasolinazo que viene para marzo y que tendrá un efecto devastador en la economía de los mexicanos. La inflación en puerta.
El año cierra en verdad de una manera atroz y nada dice que el 2017 vaya a ser mejor, salvo los buenos deseos que nos damos los unos a otros. A Tultepec debemos sumarle los actos terroristas en Europa e tres ciudades del viejo continente, que se debate también en una enorme crisis de refugiados provenientes de naciones en guerra, como lo es Siria, cuyas escenas llegadas a nosotros por diversos medios son también estremecedoras: miles huyendo de ciudades totalmente devastadas por los bombardeos aéreos y terrestres contra posiciones de rebeldes del llamado estado islámico, que se reivindica el ataque en Berlín.
No creo haya punto de comparación entre la tragedia de Tultepec y la de Siria. La primera es derivada de un grave manejo de productos hechos de pólvora, basta una chispa y vuela todo, como lo ha sido en tres ocasiones en el lugar más seguro de América Latina, según las autoridades, en la elaboración y venta de estos productos. Lo otro es una guerra provocada por causas religiosas, de creencias extremas y donde las potencias se disputan el control de la zona, como lo ha sido a lo largo de la historia moderna. Claro, en todo lo que vivimos está el hombre y el hombre es el peor depredador del plantea y el más sanguinario asesino.
Que estas fechas nos sirvan para reflexionar en lo mal que nos hacemos unos a otros, instalados en la violencia plena, no sólo de género, sino de odio por el otro por ser y pensar diferente. Con todo amigas, amigos, felices fiestas y preparemos nuestra mermada economía para los sustos que vienen.
La única buena noticia es que Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de la llamada CDMX ya se dio cuenta que no las tiene todas consigo. Las encuestas lo colocan en un quinto lugar, el PRD busca alianzas y futuros candidatos, surgidos de la nueva tribu, y él ya está dispuesto a hacerse un lado.