Mujeres mexicanas memorables (6)
El futbol soccer en los primeros planos. Malos vs villanos
Por motivos distintos el popular deporte de las patadas, conocido como futbol soccer, ocupó las primeras planas de los diarios nacionales y espacios deportivos de medios electrónicos. Fue, es y será objeto de dudas, suspicacias y sospechosísimo. Primero fue la barbarie en el estadio Luis Pirata Fuentes, ubicado en el Puerto de Veracruz y casa de los Tiburones y el leve castigo a los directivos de los escualos por el brutal enfrentamiento entre aficionados, todo por falta de vigilancia.
Luego, por un duelo internacional con una remontada ‘épica’ –algunos la calificaron de milagrosa, yo de dudosa– en el juego de vuelta en los cuartos de final entre los equipos Paris Saint Germain y el Barcelona que terminó remontando un desfavorable 0 a 4 por un 6 a 5. Sorprendente ciertamente, pero se marcaron dos penales inexistentes en favor del equipo más rentable.
Y más recientemente durante el paro de los árbitros el fin de semana pasado ante la exigencia de respeto por parte de los jugadores que los agredieron y la demanda de castigos ejemplares y no sólo de unos cuantos juegos para los agresores.
Parecerían circunstancias distintas, pero el común denominador es que el show debe seguir y el negocio de los miles de millones de pesos no debe ni puede parar por ninguna circunstancia. En Veracruz cedió la comisión disciplinaria y sólo un juego de veto para el Pirata Fuentes. En España, el equipo galo también cedió y atrasó sus líneas, mientras los árbitros complementaron con dos regalos. En el panorama nacional los dueños de los equipos y los federativos también cedieron y obsequiaron a los jugadores rijosos un año de suspensión de toda actividad futbolística.
El futbol, el negocio y deporte más globalizado del orbe, el que ven y siguen con pasión millones de seguidores, ya sea en las ligas locales o las internacionales. Más los seguidores que se suman a los torneos de carácter extra fronteras como las Champions ligue, donde juegan los mejores equipos del viejo continente, o la Copa Libertadores, el torneo más antiguo y que convoca a los mejores equipos de América Latina. Y por supuesto la Copa Mundial de cada cuatro años, la joya de la corona de dicho deporte y que paraliza al mundo. La llamada Liga Mx se suma a éste gran y rentable circo
El soccer es sin duda el deporte profesional que más dinero deja a nivel mundial y sus hombres de pantalón largo gozan, así, de enorme poder. Bastaría recordar que los federativos de la FIFA –máximo organismo internacional del balón pie–son tratados como dignatarios cuando visitan equis o zeta país para ver las bondades de éste y otorgarles la sede del Campeonato Mundial. Miles de millones de dólares arroja al año dicho deporte en el profesionalismo. Miles de millones en comercialización, derechos de televisión, venta de toda clase de artículos desde balones, camisetas, estampitas. Se incluye en éste enorme negocio la venta y compra de jugadores.
Un deporte que al profesionalizarse dejo de ser puro y bello, pues ganará, sea como sea, el equipo más cotizado, el que más deja en las diversas vertientes de la comercialización y mercadotecnia local e internacional. Imposible que queden fuera de las semifinales de la Champions el Barcelona y el Real Madrid, que podrán ir acompañados de equipos alemanes, italianos o ingleses también de poderosas ligas.
Y si de los árbitros hablamos el tema da para mucho. Sin embargo me manifiesto en favor de estos al hacer valer su derecho de ser respetados como máxima autoridad dentro de la cancha. Pueden tomar buenas o malas decisiones, muchas en perjuicio o a favor de uno otro equipo y llegar a desesperar a los jugadores que se sienten provocados por sus acciones. Pero ni así el jugador los debe agredir, y mucho menos físicamente. El mensaje que se da al dejar pasar estas situaciones es de impunidad, el de que cualquiera puede violentar las normas, las leyes y los reglamentos y quedar sin castigo. Un pésimo mensaje en un país que sufre uno de sus peores momentos en materia de corrupción e impunidad.
El paro de los de negro dejó el fin de semana sin futbol y ocasionó a los dueños de los equipos pérdidas por 600 millones de pesos. Dejo entrever que el negocio de empresas privadas –televisoras, equipos y demás promotores y comercializadores– puede ser objeto de demandas totalmente justas de parte de sus principales actores y hacerse un caso de interés público.
Los árbitros colegiados decidieron parar al no sentir seguridad en su integridad física ante las agresiones de jugadores de fácil calentura. Hicieron ver también que un negocio totalmente privado es objeto del escrutinio público, y salvo algunos jilgueros de la televisión privada que calificaron a los árbitros de “colegiales” y no un cuerpo colegiado, la mayoría de los involucrados los apoyó en su demanda de seguridad. Que ganan mucho, pues sí, es un mercado rentable.
Durante el numerito se pudo observar que la reglamentación existente en nuestro soccer profesional está sujeta a la discrecionalidad y no a la efectiva aplicación de sus preceptos. Reglamentos y normas se vuelven laxos, dependiendo de la fuerza del equipo al interior de la Federación Mexicana de Futbol y sus ratings televisivos. Los mismos dueños de los equipos, así como los federativos –estos últimos al servicio de las televisoras privadas– tiene la consigna de cuidar el negocio y no a sus actores principales y al espectáculo mismo. Mucho menos cuidan y respetan el derecho de las audiencias.
Hoy la avaricia de dueños de equipos y federativos se topó con un gremio que exige respeto, como respeto deberían exigir aficionados y espectadores en general que pagan, y caro, por ver y tratar de disfrutar un buen espectáculo deportivo y no meramente la continuación de un show que ya no da garantías de seguridad ni en las gradas ni en la cancha. El público que paga y hace posible el espectáculo es a fin de cuentas el más desprotegido y queda de rehén de los dueños del balón y las televisoras.
Nuestro soccer, como el observado a nivel internacional, apesta y lo han dejado pudrirse en un mar de corrupción donde el negocio pesa más que lo deportivo. Por lo pronto los dueños de los equipos aflojaron ante las demandas de los árbitros, pero es de esperarse que los dueños del balón contraataquen y los árbitros sean poco a poco sometidos.