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Cae en CDMX presunto fundador del Cártel Independiente de Acapulco
Reacomodos y sobrevivencia
En la conformación del Frente Amplio Opositor (FAO) veo más una desesperada necesidad de sobrevivencia de lo que queda en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que una coalición que proyecte beneficios para la Nación. Al final agua y aceite no podrán coaligarse para redefinir el rumbo del país, menos aun cuando deban decidir quién será el bueno o buena para la presidencia de la República.
De entrada no se observa el trazo de un proyecto de Nación, y sí la imperiosa necesidad de conservar el poder por el poder, en un contexto de pulverización del Sol Azteca que ve una nueva emigración der sus ex líderes en apoyo a Morena.
La cosa hasta ahorita, como lo han mostrado, es parar a como dé lugar a Andrés Manuel López Obrador y sus morenos, así como evitar la permanencia del PRI en el poder Ejecutivo Nacional. Coaligarse primero, buscar un candidato interno entre los coaligados o bien independiente, pero sin trazar siquiera un modelo de Nación a seguir. Nada más allá de atacar los problemas coyunturales que nos tienen de rodillas como son la violencia y la inseguridad, la corrupción y la impunidad. Nada, en las encerronas de Chihuahua y la Ciudad de México, se dijo sobre el combate a la pobreza, la desigualdad social y el creciente abismo entre ricos y pobres, producto de un modelo económico liberal, salvaje y consumista totalmente agotado.
Los podremos seguir viendo y oyendo en esos largos circunloquios, donde aparecerán las descoloridas figuras del PRD, entre otros los gobernadores de Michoacán y Morelos, Silvano Aureoles y Graco Ramírez, respectivamente, así como al administrador de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, convocados por los galileos del eclipsado sol amarillo. Los tres con deseos de ser los buenos de su partido, aunque en la retórica aseguren se “quitarán al saco” y en mangas de camisa trabajaran con los coaligados para llegar al poder. Luego verán cómo se reparten los puestos en el gabinete y en la lucha por la ciudad de México.
En todo éste rejuego, dizque democrático y de coalición por el bien de México, dicen ellos, se observa más la desesperación del PRD por sobrevivir. En tanto que Mancera busca prevalecer como funcionario público federal o bien en un puesto de elección popular, mientras su eterna acompañante y socia, Alejandra Barrales se daría por bien servida con el apoyo que la catapulte a la gubernatura de la ciudad de México y vencer a los morenos. Tarea imposible, pues los morenos lucen muy fuertes en la capital del país y sus áreas conurbadas.
Enfrente, desde Chihuahua, el niño azul, Ricardo Anaya dice estar listo y preparado para la coalición, sin aún resolver quien será el bueno o la buena para llevarlo como candidato principal de dicho Frente o siquiera su partido de Acción Nacional (PAN). Seguramente que en el momento de la verdad, los panistas con mejor posicionamiento político no sólo elegirán, sino exigirán quien será el abanderado, el ungido (como dijera mi amigo Fidel Samaniego). Falta aún por definir, pues, la contienda al interior del blanquiazul y ver si quien resulte deseará caminar en coalición. El fuego amigo y enemigo al interior del azul y blanco es nutrido y pueden esperarse muchas sorpresas.
Los azules difícilmente dejaran pasar a un candidato externo proveniente de la sociedad civil, como lo son destacados personajes del mundo de la academia: Juan Ramón De la Fuente o José Woldenberg, entre otros. Ambos cuentan con sobradas credenciales para encabezar un amplio frente. Solo que los dos académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han declinado, en diversos foros e instancias han dicho no a la posibilidad de ser candidatos a la máxima magistratura del país. Lo que sin duda es una verdadera lástima y el fondo de la tragedia del FAO: la inexistencia de un candidato apartidista o interno que pueda encabezar y aglutinar a diversas fuerzas tanto de izquierda como derecha.
De entre los independientes también destacan las figuras de Armando Ríos Piter, destapada recientemente por el ex canciller foxista Jorge Castañeda, así como la de Emilio Álvarez Icaza, quienes han alzado la mano para decir que si quieren ser los candidatos ciudadanos. Poca respuesta han tenido al interior del mismo FAO. Pero a éste frente la falta madurar y mucho por hacer. Veremos si cuaja el intento.
Cierto, falta mucho para el 2018 y la elección presidencial. Falta también se defina el mismo partido en el poder, el Revolucionario Institucional (PRI) que muestra ciertas señales de rebeldía y de necesidad de democratizarse con miras a su ya próxima asamblea, en la cual el titular del Ejecutivo y máximo priista tratará de romper candados e impulsar a sus posibles candidato. La tentación del dedazo sigue latente: José Antonio Meade podría ser el candidato bisagra que aglutine fuerzas al interior del tricolor y de una buena parte del panismo.
Los tricolores tienen una amplia baraja, empero los mejor calificados y quienes en últimas fechas han mostrado mejores credenciales son el mismo Meade, así como el experimentado, jovial y bien visto por sus actitudes negociadoras y conciliatorias, José Narro Robles, ex rector de la UNAM y actual secretario de Salud. Amigos priístas, creyentes fieles de su partido y sus formas, aseguran que la Asamblea mandará y dará rumbo y certidumbre a su proceso interno.
No debe resultar extraña la reaparición de un priísta de colmillo retorcido, temido y querido, respetado y odiado, pero quien también ha venido trabajando en un proyecto de coalición, Manlio Fabio Beltrones, líder sin duda de los tricolores norteños, de aquellos que tienen una cierta rivalidad con los del estado de México, con los tecnócratas neoliberales alejados de todo concepto revolucionario. La lucha por el ungido al interior del partidazo inicia apenas con una larga lista de aspirantes y el deseo de Enrique Peña Nieto de dejar a su sucesor. No resulta raro que su dirigente partidista, Enrique Ochoa señale que “no son tiempos de candados”. Estos serán abiertos y se dará la vía a los candidatos externos.
Y en tanto, el de Macuspana, Tabasco cabalga al frente de la contienda sin sombra que lo inquiete. Las encuestas lo colocan muy por encima de sus posibles contendientes. Las frías cifras señalan que si hoy fueran las elecciones ganaría de calle y no habría manera de escamotearle el triunfo. De ahí tan temido por sus opositores que piensan en coaligarse para cerrarle el paso. Andrés Manuel López Obrador, el tan odiado como amado aspirante a la presidencia, marcha firme a la cabeza de su partido y las encuestas lo colocan como favorito.
Parafraseando a mi amigo Leonardo Figueiras, experto en ciencia política, las desigualdades del poder y la riqueza constituyen problemas para las sociedades y más para las democráticas, y ese es el desafío a enfrentar para quienes aspiren a la silla del Águila.