El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
El deprimido de Mixcoac y la reconstrucción después del sismo. #S19.
Un día entre semana. Los miles de automóviles que corren de norte a sur por la avenida Insurgentes, a la altura de río Churubusco, lo hacen a mayor velocidad y con más fluidez que hace dos años cuando ahí se ubicaba el peor nudo vehicular de nuestra casi colapsada ciudad capital. Por debajo, el deprimido, obra de mayor significado de la actual administración capitalina, muestra sus bondades y quienes van de poniente a oriente lo hacen con mayor celeridad.
Bravo, la obra que llevó en construirse más de dos años, tiempo superior al prometido, que significó un gasto de 6 mil 400 millones de pesos y el sacrificio de no menos de 800 robustos árboles, funciona. Hace que corran con mayor fluidez los autos sobre Insurgentes y por debajo de la más importante arteria de la ciudad. Todo, a simple vista, luce maravilloso, salvo algunos puntos olvidados por los ingenieros viales que diseñaron la mega construcción subterránea.
Muchos son los desatinos en la citada obra que tendía a dotar de mayor movilidad vehicular a dicha zona de la gran megalópolis y dónde convergen delegaciones tan importantes como Benito Juárez, Coyoacán y Álvaro Obregón. Pero quizá el más grave y ostensible es el traslado del conflicto de un punto a otro y la creación de nuevos y más complicados embudos en sus vías secundarias, laterales y alternas.
Caracterizada por ser una zona eminentemente habitacional, donde se ubican centenares de escuelas y hospitales, el área lejos de ser beneficiada con la costosa obra ha sido severamente castigada y la solución a los nuevos problemas, creados por los genios viales que asesoran al encargado de la administración capitalina, Miguel Ángel Mancera, parece ya imposible, al menos en lo que resta de su tan cuestionado mandato.
Así, el embudo que se hacía sobre circuito interior para conectar con el Eje 8 y Río Churubusco, con circulación de poniente a oriente, se ha trasladado a Río Churubusco y avenida Universidad, es decir que después de gastar una millonada el problema fue removido a unos cuantos metros más adelante. Y si no, que alguien me explique por qué se hace un gran congestionamiento para subir al puente que debería cruzar, sin mayor problema, las avenidas Coyoacán y Universidad; por qué las laterales del mismo Río Churubusco son verdaderos afluentes de lámina y humo, y no ejemplo de fluidez como se pretendía.
El cuestionamiento podría parar ahí pero hay más “detalles” que hacen de la costosa obra un verdadero laberinto y tortura para quienes viven y transitan por las citadas demarcaciones.
Por ejemplo, anteriormente resultaba un verdadero libramiento el circular por la calle de Minerva para entroncar con Moras y cruzar expeditamente de la Florida a la Del Valle, y en horas pico poder ir a dejar o recoger a los hijos en las escuelas, o simplemente para trasladarse al trabajo. Hoy, ese paso fue cerrado para hacer un túnel y los automovilistas deben seguirse por Minerva hasta casi Insurgentes para de ahí volver a bajar por Moras. Excuso decirles las peloteras que se arman a la altura de Barranca del Muerto y Minerva, donde se ubica el club Libanés.
Otro detalle, si circulas de norte a sur por Insurgentes y deseas tomar Río Churubusco con dirección al Aeropuerto de la ciudad de México o bien a Iztapalapa o Tláhuac, a donde se dirigen la mayoría de las personas en sus automóviles, al término de sus actividades laborales, estás obligado a dar un largo recorrido por Mixcoac sobre Félix Parra, casi hasta avenida Patriotismo, para poder embonar con el deprimido que redirige a los automovilistas hacia el oriente. Y ya saben, los embudos en las colonias ahí ubicadas afectan hasta el tráfico desde Insurgentes hasta Universidad.
Una más, circulas por San Francisco con destino a Coyoacán o avenida Universidad y el paso que debió liberarse con el deprimido de Mancera, siguen ahí como enorme tapón vial, pues alguien olvido colocar una vuelta inglesa de Río Churubusco hacia la Florida.
Finalmente el paso peatonal por encima del túnel, mismo que se había prometido “sería amable para quienes caminaran por ahí” no es tal, pese a la promesa de que habría mayores áreas verdes y nuevo arbolado. “Privilegiar al peatón e incorporar elementos que garanticen que el paso sea 100 por ciento accesible, cruces peatonales seguros y nuevos elementos para crear un entorno agradable para los vecinos y visitantes de la zona”, quedó en mera promesa. Este proyecto, inicialmente se dijo, consistía en que el tránsito vehicular de Río Mixcoac fuera subterráneo para recuperar el espacio público a nivel de vialidad.
Prometieron también que “con menos autos en circulación sobre el nivel de calle se evitarían los congestionamientos y, por lo tanto, también la molestia de los cláxones; que dejaría de ser un crucero en el que predomine el ruido y la contaminación”, que actualmente nos afectan a todos los vecinos, para convertirse en paso ordenado. Sólo que ese ordenamiento, presenta, entre los detalles mencionados, uno más: si vas por Insurgentes de sur a norte, a la altura del teatro de los Insurgentes se presenta otro embudo, pues redujeron a dos carriles la circulación. Los bocinazos y la contaminación ahí siguen.
Y así, el número de detalles podría seguir y me llevan a la duda. ¿Serán los mismos criterios, promesas y obras “brillantes” de ingeniería los que se utilizarán para la reedificación de la ciudad, luego del terremoto del pasado 19 de septiembre y que colapsara a un buen número de edificios, casi tres mil?
Amén del dato atroz de que sólo 3 de los 150 edificios derrumbados y dañados gravemente por el movimiento telúrico tienen historial de construcción, la reconstrucción luce distante y desafiante, pues a la fecha sólo uno de los constructores de edificios mortales ha sido consignado, mientras que el ocultamiento de datos y la opacidad en las cientos de carpetas existentes prevalece.
Veo, sin embargo, que el administrador de la ciudad capital mantiene sus esperanzas de llegar a la silla del Águila, trepado ahora en los escombros y exigiendo por todos lados más y más fondos. Su táctica de reconstrucción y acercamiento con los damnificados es buena. Le permite estar en los medios diariamente y hacer promesas de reconstrucción segura con la demanda de más recursos económicos. Veremos. Mancera deberá tomar en cuenta que los chilangos fuimos sacudidos violentamente y estamos más que vigilantes de todas y cada una de las tareas que le quedan de su administración. Las facturas serán muchas y se cobrarán en las urnas del año próximo.
Efectivamente, la capital hablará por él en el 2018.