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CIUDAD DE MÉXICO, 20 de agosto de 2018.- El arzobispo emérito de Morelia, Alberto Cardenal Suárez Inda emitió una carta en donde hace un llamado a todos los padres de familia, directivos, maestros y estudiantes, al inicio de este nuevo ciclo escolar, en donde recuerda que en los papás o tutores de los menores de edad, es sobre quien recae la responsabilidad primaria de la educación.
El también responsable de la Dimensión de Pastoral Educativa de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) hace una reflexión, de cómo cada año se experimenta el deseo de renovación, ímpetu y curiosidad por aquella nueva etapa del camino que se inicia y de la cual asegura “todos somos corresponsables”.
“Es una exigencia acompañar, con el máximo cuidado y atención personal a los niños, adolescentes y jóvenes, como primera y más importante tarea. Ellos son la razón de ser del Sistema Escolar Nacional que conjunta esfuerzos públicos y privados, urbanos y rurales, de educación general y especial, en todos sus niveles y modalidades. Sin duda se abre un tiempo de esfuerzo y generosidad ante las oportunidades y desafíos que nos impone el Cambio de Época que estamos viviendo”, refiere el documento de Suárez Inda.
Exhorta a sumar esfuerzos para lograr una educación verdaderamente humana y creativa, de la mano de la gestión conjunta del Sistema Escolar que implica administración, leyes, programas, métodos y recursos pedagógicos.
Sobre la corrupción y la inseguridad, el arzobispo refiere que son los maestros, junto con los directivos, tienen la misión de tomar en cuenta la realidad concreta de cada uno de los niños y jóvenes de sus escuelas, considerando sus contextos culturales, étnicos, familiares, sociales y económicos. Pero sobre todo, han de confiar en que la disciplina, ofrecida con afecto y razón, es el medio más efectivo para logar el aprendizaje y la realización plena de las nuevas generaciones.
“Los padres de familia son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Esto implica que no sólo deben llevarlos a la escuela, sino que cada hogar ha de ser un espacio de transmisión y vivencia de los valores más profundamente humanos, como el respeto, la generosidad, la búsqueda de la verdad y el ejercicio del amor”, hace hincapié el prelado.