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CIUDAD DE MÉXICO, 20 de junio de 2021.- Para la Iglesia católica, la sociedad no debe echar en saco roto lo ganado durante el confinamiento en materia educativa, especialmente con la experiencia de las clases a distancia.
Por ello, a través de su semanario Desde la fe, hace un llamado para que el tiempo que los estudiantes estuvieron confinados por la pandemia de Covid 19 y estudiando, sirva a todos para tomar vuelo y el regreso a clases sea más funcional.
«Si la demanda hospitalaria puso de relieve la labor médica; las clases a distancia llevaron a muchos padres de familia a revalorar el rol docente, y viceversa, así como a distinguir entre el tipo de enseñanza que debe haber en las aulas y la que debe desarrollarse en casa, como la formación en valores y habilidades cognitivas.
Esta es una gran oportunidad para conformar un fuerte puente de colaboración entre padres y docentes. No debemos echar en saco roto lo ganado durante el confinamiento, especialmente con la experiencia de las clases a distancia», sostiene.
Al cuestionar «¿cómo habremos de recomenzar alumnos, maestros y padres de familia?», señala que muchas escuelas ya realizan esfuerzos para cumplir con los requerimientos que demanda una nueva normalidad: desde el diseño de modelos híbridos de educación -que combinan clases presenciales y en línea-, hasta la adopción de medidas sanitarias pertinentes.
«No deja de haber señales que nos advierten que debemos mantener los cuidados sanitarios pertinentes, como los casos de los menores que se han contagiado de Covid-19; sobre todo considerando que después de más de 15 meses de clases a distancia, los alumnos tienen la necesidad de cercanía y socialización.
Pero más allá de las condiciones que con suma creatividad están buscando implementar los centros escolares, agrega, «toda la comunidad educativa, trabajando unida, habrá de ser el lubricante que permitirá al sistema educativo funcionar de manera óptima. Ante esta posibilidad nos ha colocado la pandemia, después de longevas inercias educativas que produjeron estancamientos».
Aseguró que los hijos han podido darse cuenta de la importante función del padre y de la madre, ya sea por la falta de trabajo y la consiguiente angustia de llevar el pan a la mesa, o por el esfuerzo que implica cumplir con cargas de trabajo antes invisibles para ellos.