Descomplicado
Cuauhtémoc Cárdenas y el llamado a Mancera
A pesar de haber sido planteado como un llamado abierto a todos los partidos, la invitación formulada por Cuauhtémoc Cárdenas este sábado, a que las fuerzas políticas adopten las propuestas del grupo Por México Hoy, sólo tiene un destinatario. No es el PAN ni el PRI. Tampoco es Andrés Manuel López Obrador, el líder de izquierda y precandidato presidencial que mantiene el mayor posicionamiento. Es el jefe del Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, en cuya administración Cárdenas trabaja como coordinador de Asuntos Internacionales.
Hasta el acto del sábado, Cuauhtémoc Cárdenas no había definido públicamente su apoyo hacia ningún precandidato. El 27 de septiembre del año pasado, en una presentación realizada en la Universidad Autónoma Metropolitana, había dicho que aún no sabía por quién votará en el 2018, pero que no daría “incondicionalmente” su voto. A una pregunta sobre su relación con López Obrador, dijo que “él tiene un camino, yo tengo otro”, pero aseguró que no ve en el presidente de Morena a un “adversario” sino a alguien con quien tiene “muchas coincidencias”.
Formalmente no podría inferirse de la exposición del sábado que Cárdenas ya dirimió el dilema de por quién votará, pero el contexto político, el momento elegido y algunos otros componentes sugieren que el anuncio del líder de Por México Hoy tuvo como propósito pavimentar y facilitar el camino de Mancera hacia su candidatura presidencial en una rara condición de aspirante ciudadano postulado por el PRD, el partido Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo.
En su discurso, Cárdenas pidió a los integrantes de su agrupación impulsar en sus propios partidos –muchos del PRD o cercanos a ese partido, de MC o del PT— la adopción de las propuestas de Por México Hoy, para crear una mayoría social y empujar un proyecto progresista. Entre otras cosas, ese proyecto plantea la elaboración de una nueva Constitución federal, el fin de las políticas neoliberales aplicadas por el PRI y el PAN, cercanía con los ciudadanos, el regreso de las fuerzas armadas a sus cuarteles, el combate a la corrupción, un modelo educativo diferente del desarrollado por el actual gobierno, marcha atrás a la privatización del petróleo, reducción de la pobreza, distribución equitativa de la riqueza nacional y empleos bien remunerados.
“Si en los colectivos que participamos somos o son mayoría los miembros de Por México Hoy, esos colectivos deberán impulsar en los procesos electorales a aquellos que hayan adoptado nuestras propuestas y resulten democráticamente elegidos a las candidaturas”, dijo Cárdenas. “Para todos los cargos de elección existen ya aspirantes, en estas próximas semanas y meses van a multiplicarse. Es posible que alguno o algunos de los aquí presentes pretendan figurar en alguna boleta electoral. Pensaría entonces que esa o esas personas y los colectivos de los que forman parte llevaran como estandarte las propuestas de Por México Hoy”.
Las propuestas de Cárdenas son en realidad las mismas de López Obrador, y se habría creído que lo más sencillo y productivo para la izquierda hubiera sido que ambos personajes firmaran un acuerdo de adhesión. Eso sugiere la lógica, pero los intereses políticos y el distanciamiento personal entre Cárdenas y López Obrador dictaron otra cosa. Ni las coincidencias que mencionó Cárdenas hace seis meses fueron un incentivo suficiente para sumar ambos proyectos. Ese factor no impide, desde luego, que el precandidato de Morena adopte más adelante el programa cardenista.
Sin embargo, la ambigüedad presente en el llamado de Cárdenas propicia que su convocatoria sea objeto de manoseo político. No estaba dirigido ni al PRI ni al PAN, pero la precandidata panista Margarita Zavala fue la segunda aspirante –después de Mancera—en declarar que le toma la palabra a Cárdenas y está dispuesta a revisar sus planteamientos. Es lo que ella representa contra lo cual se levanta el llamado de Cárdenas, y el fingido interés de la señora Zavala de Calderón en las posturas de izquierda no puede tener sino el fin de confundir a las fuerzas que se oponen al neoliberalismo.
Mancera de inmediato, el mismo sábado, hizo pública su adhesión a la proclama de Cárdenas.”Refuerza la idea de una candidatura ciudadana”, dijo pensando obviamente en él. Y como si fuera por completo ajeno a la iniciativa, dijo que analizará el proyecto y hablará con Cárdenas. “A mí me gustaría conocerlo más a detalle con el ingeniero, yo ya le he pedido que podamos platicar y, obviamente, en todo lo que yo pueda apoyarlo lo voy a apoyar”, expuso el jefe del Gobierno capitalino.
Pero Mancera tiene un claro perfil neoliberal, está muy lejos de representar una propuesta de cambio para el país como el que plantea el grupo de Cárdenas, y muchas de las políticas que ha aplicado en la Ciudad de México son decididamente anticiudadanas (la persecución que desató contra los automovilistas mediante el reglamento de tránsito y las fotomultas son un ejemplo de ello). Ese perfil le ha atraído a Mancera el rechazo de las bases de izquierda, del PRD o de cualquier otro partido, y una imagen apartada de la gente. Por ese motivo en todas las encuestas que miden las tendencias para la elección de 2018 figura en los últimos lugares. Y con todo, el llamado de Cárdenas es para él. Por el momento sólo para él.
Hay en esta operación otras implicaciones, relacionadas con el papel que un partido en declive electoral como el PRD jugará en los comicios presidenciales. El PRI acaricia la idea de que el PRD forme una alianza con el PAN, bajo la premisa de que eso le restaría votos a López Obrador. Y dentro del PRD la corriente Nueva Izquierda, que con todo y su desprestigio aún controla el aparato partidista, acaricia la idea de ser útil a cualquiera de esos dos partidos. Es una incógnita si Cárdenas y su grupo mantendrían en cualquier circunstancia –si Mancera no es el candidato perredista– una posible alianza con el PRD al amparo de su llamado. De todos modos, si Mancera y el PRD abrazan el programa de Cárdenas, éste entraría en una extraña coalición con Nueva Izquierda, la corriente que virtualmente lo expulsó del partido que él fundó. Ya se sabrá.