Misfires, el riesgo de jugar con fuego
Eso significa que la parafernalia de leyes, declaraciones e inversión en políticas públicas e instituciones para conseguir poco a poco la igualdad, por ahora revelan un gran fracaso, sobre todo si se piensa que la discriminación y la desigualdad fueron reconocidos por la comunidad mundial desde 1975, es decir, hace 37 años y en ello México fue un país promotor y activo, un año antes se reformó la Constitución para declarar la igualdad y 31 años después se decretó la ley general de Igualdad entre Mujeres y Hombres.
El diagnóstico de 2012, por lo menos es desalentador, sin dejar de considerar los enormes esfuerzos legislativos de mujeres y hombres en los últimos años y no obstante la aparición de dispositivos institucionales que le dieron vida a esos organismos pálidos, existentes y necesarios como los institutos nacional, estatales y municipales que pueblan todo el país.
De cara a la realidad y los otros análisis, como la enorme cantidad de pequeños avances en leyes y reglamentos, saber que la pobreza, la falta de reconocimiento y discriminación son todavía muy fuertes, implica que la bancada femenina en la cámara de diputados que se instalará en pocos días, y que es de 37 por ciento, calificada como cifra histórica, obliga a tomar la tribuna política, a realizar una intensa labor de promoción de la rendición de cuentas y armar a las nuevas legisladoras de conocimiento, valores y un catálogo de compromisos para que logren al menos acelerar el cierre de esta brecha.
Una intensa labor, en tiempos apretados y capacitaciones a vuelo de pájaro, cruza al país: mujeres de los partidos políticos, con talleres incluso vía internet; encuentros apresurados, ligeros y decenas de mujeres viajando por poca paga en decenas de municipios, son la imagen de esta labor para intentar que las futuras funcionarias públicas, diputadas locales y diputadas federales aprendan rápidamente que deben trabajar por la igualdad y los derechos de las mujeres.
Leyes desconocidas y reformas a esas leyes y un esfuerzo descomunal para contar con presupuestos, para esas capacitaciones y políticas que fomenten el “avance de las mujeres”, se topan con una extraordinaria realidad lacerante:
En pocas palabras: las mexicanas ganan 20 centavos por cada dólar que gana un hombre, según el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2012 ‘Igualdad de Género y Desarrollo’, elaborado por el Banco Mundial (BM).
Destaca ese informe, junto a otro de Naciones Unidas, que la violencia es la principal causa de muerte para mujeres entre 15 y 44 años; que casi 60 por ciento de los homicidios contra ellas suceden en el hogar, y que más de un millón de menores, en su mayoría niñas, son víctimas del comercio sexual.
El informe 2012 de Social Watch, al medir los tres componentes de desarrollo humano de las mujeres, coloca a México a la cola de 128 países, en el número 93 porque por ejemplo de 867 millones de adultos analfabetas, 64 por ciento son mujeres, sin considerar los indicadores de pobreza. Aunque las mexicanas han avanzado, en el plano federal, en representación política y estas, al menos 184 diputadas -una se colocó apenas la semana pasada-, no necesariamente llegarán al Congreso con compromiso de género y el rezago en la representación de congresos locales y municipios, sigue siendo fenomenal.
Al menos éstas mujeres están llamadas –y ciertamente obligadas- a contribuir a recudir la brecha de desigualdad que los órganos internacionales revelan como grave.
EQUIDAD Y GÉNERO
Esta situación es todo un reto para la Comisión de Equidad y Género que en el congreso, que iniciará una nueva legislatura, habrá de definirse entre todas las comisiones regulares de manera inmediata y que en dos legislaturas consecutivas ha estado presidida por una diputada de izquierda, que será disputada dentro del Frente Progresista, primero y luego al interior de los grupos parlamentarios con el PRI, cuya bancada femenina es la más grande de esas 184, exactamente 84; 50 del frente y el resto de la derecha tradicional.
En estos días ya se mueven precandidatas a esa comisión, que debería tener una concepción y compromisos bien claros, porque hay pendientes por supuesto, políticas públicas, armonización de leyes y freno a la violencia, además de otras tan lacerantes como modificar la condición laboral de las trabajadoras del hogar cuyo estatuto jurídico las coloca en el peldaño más bajo: casi como esclavas.
Por ello fue muy interesante que la semana pasada mujeres de organizaciones no gubernamentales, activistas, luchadoras sociales y de organizaciones indígenas, se hayan sentado en un Foro, para delinear las prioridades de esa disputada Comisión.
La lista fue abultada. Pero tres cuestiones parecen ingentes: transparentar los presupuestos (anexo 10 ); derecho a decidir (aborto); limitar la criminalización de las mujeres que interrumpen su embarazo; por supuesto acabar con la violencia y la impunidad y tener una posición clara, honda e informada sobre uno de los debates en puerta: la de los medios de comunicación, de cara a los monopolios, los contenidos adversos a las mujeres y la insultante situación de las y los periodistas: 82 asesinados, 16 desaparecidos, cuatro más por confirmar, y miles de agravios que cruzan al país, tal cual lo plantearon periodistas de 28 entidades del país reunidos 23, 24 y 25 de agosto en la ciudad de México y convocados por la Casa de los Derechos de Periodistas.
No se trata de improvisar nada ni de catapultar a mujeres que en la práctica no han respondido a las expectativas, sino de atinar a un buen equipo de mujeres, feministas y comprometidas, cabales y sin padrinos. Veremos.
QMex/sl