Libros de ayer y hoy
La conmemoración anual del 8 de marzo cuyo carácter es universal desde la primera década del siglo XX no obedece a un hecho aislado. La creencia de que se escogió por el “sacrificio de las trabajadoras” ha sido develada y derribada por las historiadoras feministas.
Se eligió para mantener una jornada de reflexión y lucha, para pensar, para organizarse, para analizar el entorno político y contextual de cada país, cada momento y para evaluar el estado de la traída y llevada democracia.
El 8 de marzo, propuesto por la alemana Clara Zetkin, se inscribe en un contexto rico y complejo de acontecimientos políticos internacionales que fueron examinados por la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas y Comunistas realizada en Copenhague, Dinamarca, el 27 de agosto de 1910, en dónde estas mujeres, intelectuales y trabajadoras valoraron con visión de futuro, la importancia de la participación femenina en la política, en la toma de decisiones, para el arreglo del desastre en manos de los hombres.
En 1910 el escenario era elocuente. Estaba a punto de suceder la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la lucha universal por el sufragio femenino, las pugnas entre socialistas y sufragistas, además del creciente auge del sindicalismo femenino durante las primeras décadas del siglo XX en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.
Durante mucho tiempo se quiso ocultar el origen del 8 de marzo, para arrancarnos una conmiseración sobre los sacrificios de las mujeres obreras, cuando en realidad el Día Internacional de la Mujer surge para hacer propaganda a favor del sufragio femenino, para defender los derechos laborales de las trabajadoras y manifestarse contra la guerra. Tres elementos sustantivos, todavía vigentes.
Y 103 años después de aquella Conferencia de Socialistas, hay quienes nos dan flores como si el día de la mujer fuera una festividad comercial o de reconocimiento de un día, como el día de las madres, o de las comadres.
Más de cien años de reclamo y acción en favor del reconocimiento, ese sí, al valor de la palabra femenina, de su bagaje de conocimientos para hacer de las democracias occidentales una forma de vida y de relación social humana y justa, es todavía difícil de comprender por el poder y por quienes desde su atalaya se resisten a considerar a las mujeres como seres humanos completos.
Todo esto por la conmemoración. Por la jornada que se avecina llena de discursos y promesas vacías, por ese afán de manipular y engañar. Increíble, en México está a debate la ciudadanía femenina, la iniciativa para la paridad en los procesos electorales propuesta por el Grupo Plural de Mujeres, sigue dormida en el Congreso y este año amanecimos con la intensión de los gobernantes, de la federación y de las entidades de la República, de reducir los presupuestos para el avance de las mujeres.
Nos colocaron frente a la intentona del nuevo régimen de disminuir la calidad y tarea de las instituciones creadas para fortalecer el liderazgo femenino y me temo que pronto sabremos que los partidos políticos no destinaron el dos por ciento de sus recursos a esa tarea, tal como fueron sentenciados por el Tribunal Electoral el año pasado y veremos hasta donde son capaces de maniobrar para evitar la llegada de más y más mujeres a los puestos de decisión.
Por ello vale mucho la pena contar que al menos el Instituto Electoral de Zacatecas, que acaba de editar una guía ciudadana para ejercer los derechos políticos y electorales de las mujeres, es una muestra del interés que todos los órganos electorales debían hacer. Porque son esos órganos los llamados a velar por el Estado de Derecho para las ciudadanas mexicanas. La guía, que muestra y orienta el camino a las mujeres, se suma a un sinnúmero de esfuerzos por hacer realidad las normas, que frecuentemente son violentadas por los dueños de los partidos políticos. No es un asunto de oportunidades sino de derechos.
Este año habrá elecciones en 14 entidades de la República. Según mis propias cuentas se repartirán, vía el voto directo y ciudadano 2 mil 149 puestos de representación popular, de ellos 409 diputaciones son locales, mil 348 presidencias municipales, 391 presidencias de comunidad sólo en Tlaxcala y una gubernatura en Baja California.
Todas las elecciones se realizarán el 7 de julio. Ahora mismo en cada entidad donde habrá elecciones ya los partidos políticos nacionales y algunos locales se aprestan para construir mecanismos para elegir sus candidaturas.
Las mujeres tendríamos que estar ahí, exigiendo el derecho, el cumplimiento de los estatutos partidarios, concursando para estar en las listas, haciendo programas de gobierno para enderezar al país, todas levantadas para todos los pendientes de la agenda de las mujeres, discutida en aquella Conferencia de Socialistas, peleada en todos los foros internacionales y construida con todas las necesidades de la mitad de la población.
Pero ¿qué sucede? que la ciudadanía femenina está restringida. Por una parte están los derechos, ahora perfectamente inscritos en la Constitución (artículos 1º, 2º, 3º, y 4º), en el mandato general de que nos deben dar recursos para ello, en la obligación adquirida en los foros internacionales para promover los liderazgos femeninos, en las garantías individuales y colectivas, en el famoso llevado y traído, violado y maltratado estado de Derecho.
La guía a que me refiero, escrita por Alicia Villaneda, para su divulgación general por acuerdo del Instituto Electoral de Zacatecas, cuya consejera presidenta es Leticia Catalina Soto, enmarcada con imágenes producidas artísticamente por la caricaturista Martha Barragán, muestra el sentido de la apuesta de mujeres zacatecanas quienes fueron las primeras mexicanas (1824) en reclamar al gobierno de la independencia sus derechos, es, como otros muchos esfuerzos, una nueva reiteración de que las resistencias son contrarias a los discursos que derramarán miel y promesas este 8 de marzo.
La peor de las manipulaciones que yo conozca. Porque en este país de la impunidad y la violación a la ley, no existe la voluntad política para incluir a las mujeres. La impunidad rodea el acontecer cotidiano donde el feminicidio se yergue como evidencia de discriminación y exclusión de las mujeres, como muestra del fracaso de las también llevadas y traídas políticas públicas: donde el sistema de justicia deja libres a violadores, asesinos y hostigadores de mujeres; en el que él órgano encargado de los Derechos Humanos permite que sus funcionarios abusen de las mujeres, sin rendirnos cuentas. Un sistema de simulación. Ya se verá en los discursos, otra vez reafirmando que las mujeres son las responsables de sus familias, “los ángeles del hogar”, y que reafirma y revictimiza a la mitad de la población, colocándola en el papel construido ideológicamente en el siglo XIX.
Hecha la ley, hecha la trampa como dijo en Zacatecas la representante de ONU Mujeres, Ana Güezmes García, quién sin mencionarlo decía en subtexto que en los procesos electorales en marcha, los dirigentes de los partidos políticos harán lo imposible por no cumplir con sus estatutos y en muchos casos con las leyes electorales que deben garantizar, al menos un 40 por ciento de mujeres.
Ellos dicen: “las mujeres no quieren” mientras que decenas de ellas si quieren y tienen que recurrir a los tribunales cuando las trampean; buscan cómo en la práctica no pueden hacer la doble jornada; ya no se agachan y lloran por ser exclusivamente madres y quieren quitarse el peso de las responsabilidades familiares que las atan.
El peor de los casos, dijo ahí la ex candidata presidencial, Patricia Mercado, es el tema de los ayuntamientos, donde las mujeres no llegan ni al siete por ciento de los más de dos mil 500 municipios; y nada parece alterar las conciencias de los gobernantes que dejan hacer.
Si hubiera un estado de Derecho, al analizar los gastos de los partidos, al menos dos perderían el registro: Movimiento Ciudadano y Partido del Trabajo, que estoy cierta, aunque no sé si se podrá documentar, no se aplicó el dos por ciento para capacitar a sus militantes femeninas. Y otros partidos procuraron “cumplir” sin dar poder real a sus seccione de género, a sus militantes.
Sus representantes populares conspiran con las libertades femeninas, al cuerpo (el asunto del aborto), al trabajo (que han de mediar con la tarea doméstica), a los derechos al menospreciar la ley, a la discriminación (argumentando la ley natural); al reconocimiento (promoviendo sólo excepciones) y por supuesto a considerarnos menores e incapaces. La ideología subrayada en las aulas, en los templos y en los medios de comunicación. Y no saben que sí, que las mujeres, muchas de ellas, quieren el poder. Y lo quieren, como diría una brillante feminista, para poder hacer.
Este 8 de marzo habría que exigir al gobierno federal que se defina. Que ponga cartas sobre la mesa, en lugar de ocultar y manipular la información. Hasta ahora poco se sabe y difunde qué está haciendo el instituto Nacional de las Mujeres; nadie se ha hecho cargo de la disminución de funcionarias públicas, proceso de paridad que había avanzado, por ejemplo en el Distrito Federal y en el Gobierno Federal, ahora reducido en 60 por ciento, es decir, vamos para atrás.
Tampoco hemos visto una cruzada nacional para detener las muertes evitables, como la muerte materna, aborto inducido o cánceres femeninos. Y los partidos son responsables de que miles de mujeres indígenas, campesinas o urbanas pobres no tengan su tarjeta de elector, su acta de nacimiento y a falta de orientación, información y educación, desconozcan sus derechos.
La realidad indica que las mujeres comprometidas con los derechos de las mujeres, esa muestra que dieron nuestras antepasadas para poner el énfasis de estos derechos cada 8 de marzo, tienen hoy el compromiso de imponer el Estado de Derecho y hacer exigibles todos los derechos de las mujeres, pospuestos una y otra vez. Hacerlo de frente y sin ambages, con todas las palabras.
Veremos.
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Mujeres y Política
Medio misóginos
Soledad JARQUÍN EDGAR
La representación de las mujeres en los medios de comunicación es una deuda pendiente y un punto no cumplido desde 1995, cuando se suscribió la Plataforma y Acción de Beijing, resoluciones tomadas durante la IV Conferencia Mundial de la Mujer, en eso que desde entonces conocemos como el Capítulo J: La mujer y los medios de difusión.
Los comentarios vertidos por Miguel Ángel Castillo en su columna Corte de Caja que se publica en el portal de Yahoo Noticias México en contra de la diputada Crystal Tovar no son inocentes, no fueron un resbalón.es algo que se hace con mucha más frecuencia de lo que pensamos y creemos. Lo que publicó este “@geniomutante”, como se autonombra en su cuenta de tuiter, es sólo un ejemplo de los muchos que de forma cotidiana se encuentran en la espesura de letras, voces e imágenes que se vierten todos los días y que se confunden como quehacer periodístico.
De lo que nadie duda es que sus comentarios están cargados de machismo y misoginia, de esa que parece “innata” pero que no lo es, porque es aprendida en una sociedad donde el valor de las mujeres es menor al que los varones se asignan a sí mismos. La columna tan desafortunada, como dirían quienes se alarmaron o entre quienes aprovecharon para hacer leña del árbol caído, se pueden encontrar todos los días en los medios de comunicación, sólo que este se hizo notorio porque el periodista Castillo se refirió a una diputada federal y no a una presidenta municipal de un pueblo perdido en las sierras de Oaxaca.
Ese ejemplo nada ejemplar, por cierto, prueba la regla que han demostrado las científicas sociales y de la comunicación-información, o que han puesto sobre la mesa periodistas como Sara Lovera en México o Juana Gallego en España, entre muchas, y es a lo que me estaba refiriendo al principio: el hecho concreto de que son las mujeres políticas las mayormente atacadas, vilipendiadas, ninguneadas, difamadas, ridiculizadas y en el extremo de los casos invisibilizadas en los medios por el simple hecho de “pararse” en un territorio apto sólo para varones. Ojo, es importante no confundir. Esto no quiere decir que las mujeres sean intocables, por supuesto que no. Existe una diferencia abismal entre la denuncia de hechos concretos y comprobables (que es estrictamente periodismo) y lo otro es juzgar a las personas por lo que llevan puesto o calificarlas que en este caso resultó todo un acto de descalificación.
El texto cuya cabeza es “Crystal Tovar la diputada con la falda más corta”, nada tiene que ver con lo que hace o deja de hacer esta representante popular y a quien se juzga a partir de una fotografía de la agencia Cuartoscuro. Sin duda, este trabajo es una pieza perfecta para quienes andamos de aquí por allá hablando de periodismo de género y de lo que no se debe hacer, por eso mi recomendación es que usted la busque y la lea para que yo no le cuente. Pero el columnista juzga a la diputada por “la diminuta prenda con la que asistió a una de las sesiones del Congreso lo que la ha lanzado al estrellato, dotándola de esos 15 minutos de fama.”
Más adelante, se refiere a la diputada más joven (23 años) que llegó por la vía pluri “es una de esas diputadas por las que nadie votó.” y de ahí pasa a la preparación, lo que tampoco le parece y arremete en contra ella porque su escolaridad es de preparatoria pues aún estudia una licenciatura.
Aclaro que no estoy defendiendo a la diputada perredista, no. Lo que estoy poniendo aquí es el trato desigual que esta diputada ha recibido por ser mujer, porque al periodista se le olvidó que la Cámara de Diputados es la representación popular y nos guste o no ahí hay de todo un poco y dudo que los diputados se quieran autolimitar imponiendo algún tipo de escolaridad o licenciatura como mínimo, pues algunos como podrá comprobar apenas con secundaria terminada. Por otro lado, si consideramos que porcentualmente son menos las mujeres que los hombres, sorpresota la que se va a llevar cuando descubra ¿quién es quién? Pues seguramente se descubrirá que porcentualmente son más los hombres menos preparados.
En suma, Crystal Tovar es juzgada primero por la minifalda es decir su ropa. ¿Y su libertad de elegir? Después la critican por su corta edad. Luego porque es pluri y finalmente que es una estudiante. “Detalles” que nada tienen que ver con el quehacer de la diputada que tendría que ser el interés del periodista; “detalles” que por esa supremacía no se juzga ciertamente en los señores diputados, en ellos es natural estar en la política, en ellas no. No dudo que haya algunas excepciones, como el caso de los costosísimos zapatos del “Niño Verde” y cosas por el estilo. “Juzgar su acción no su esencia” recomienda Juana Gallego, periodista española que ha sistematizado algunos de estos casos.
La nota de Crystal Tovar me recuerda el caso de Ingrid Betancourt criticada por el “pronunciado” escote que llevó cuando recibió el premio “Príncipe de Asturias”, por ejemplo. O el ejemplo más clásico: Las piernas de la ministra de Defensa causan sensación (correodiplomatico.com <http://correodiplomatico.com> ), ambas publicadas en España.
Pero decía al principio, el caso de Crystal Tovar es un ejemplo y cobró notoriedad por ser quien es y porque se defendió y luego se solidarizarían otras diputadas indignadas por el maltrato. Pero esa misma semana encontré dos perlas más dignas de ser comentadas porque lo que se plantea en esta entrega es el trato indigno que se da a las mujeres en los medios de comunicación y son todas las mujeres.
Otro ejemplo: Mi tumba dirá “Aquí yace una guerrera”: Elba Esther. A ver cuando cabecean una nota periodística como “Enrique pide al ejercito respetar los derechos humanos”. Claro que nadie pondría Enrique como sí utilizan Elba Esther. Ella puede ser ninguneada en un medio, en cambio el es Enrique Peña Nieto o para ahorrar espacio ya sabe EPN.
Cuando recién presenté este ejemplo ante un grupo de jóvenes me decían que “la maestra” es indefendible. Yo, reitero aquí, no la voy a defender esa es otra discusión que tiene que ver con las condiciones en que a esta poderosísima mujer se le tiene por el hecho de trasgredir un espacio “propio” de los señores con poder y del que por cierto se hizo con las mismas herramientas utilizadas por los hombres desde hace miles de años, pero en ella siendo mujer son totalmente juzgables, hombres con poder y de los cuales hay varios cientos, uno de ellos Romero Deschamps, cuyos calificativos recibidos en los medios no tienen comparación con los recibidos por Gordillo, aún en este momento cuando el líder de los trabajadores petroleros se encuentra en el “top-ten” por el préstamo de 500 millones de pesos recibidos de la paraestatal y también porque recién recibió la toma de nota para dirigir ese sindicato por otros seis años. Es decir, no son cosas menores, pero el trato para este dirigente no se compara con el que recibe la dirigente magisterial.
Una muestra más y con esta me despido. “Mujer preside por primera vez el máximo tribunal”. La nota apenas tiene tres párrafos pero todos son una joya. “Olga Sánchez Cordero en “su calidad de ministro decano”.su arribo a la presidencia se dio tras la ausencia del ministro Juan Silva Meza quien se trasladó a Querétaro.La ministra sacó adelante la sesión sin contratiempos al desechar.”
Solo tres cosas: lenguaje sexista, llegó porque el otro ministro se tuvo que ir y tal parece que no falló. Menos mal tendríamos que decir, porque ¿se imaginan que habría pasado?
Solo muestras de lo que en México y en el mundo sigue pasando: la invisibilidad como acto extremo de no reconocimiento a la participación pública de las mujeres o lo cotidiano que es la representación desequilibrada de las mujeres. Salvo sus muy contadas excepciones.
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@jarquinedgar