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CIUDAD DE MÉXICO, 2 de e de 2018.- Envuelto en el silencio y el vacío de sus pasillos, ataviado con impresionantes monumentos y esculturas que alberga mausoleos y tumbas que en su tiempo fueron obras de arte dignas de sus moradores, hoy, el tono amarillento y grisáceo del mármol o cemento avejentado en todas ellas crea una atmósfera de tristeza y melancolía, es el Panteón de San Fernando que luce prácticamente en el abandono al ser damnificado de los sismos del pasado mes de septiembre de 2017.
Enclavado en la colonia Guerrero, a uno metros de Paseo de la Reforma y prácticamente en los límites del Centro Histórico de la Ciudad de México, el Panteón de San Fernando, uno de los más antiguos de la capital, fue construido en 1832; clausurado en 1871; declarado monumento histórico en 1936 y museo en 2006, hoy sufre el burocratismo de la reconstrucción prometida.
Sin nadie que pueda dar información oficial, solo hay un letrero que señala que resultado de los sismos de 2017, el museo permanece cerrado ya que diversas evaluaciones técnicas revelan afectaciones en partes del inmueble y representan un riesgo para los visitantes.
El pequeño aviso señala que se está llevando a cabo la restauración del inmueble y que una vez concluidas éstas, se reabrirá el Museo Panteón San Fernando, sin embargo, las imágenes y un testimonio del vigilante del lugar, señalan lo contrario.
Aseguró que desde el año pasado ha permanecido cerrado e incluso, que no hay personal en oficinas que atienda, y que la reconstrucción o remodelación del lugar, no existe, pues asegura que el argumento es que no hay presupuesto para hacerlo; el vigilante, que omitió dar su nombre, sostuvo que solo se da mantenimiento de limpieza al lugar.
La entrada del Panteón permanece cerrada con cadena y candado, mientras que en los alrededores, se observa una gran cantidad de indigentes, basura y hasta animales muertos, además de olores fuertemente desagradables que hacen aun más desolado y triste el lugar.
Mantiene viva la historia
El Panteón de San Fernando fue construido en 1832, junto a la iglesia del mismo nombre y en aquel momento solo podía ser utilizado para los frailes franciscanos del Colegio de Propagación de la Fé.
Para 1833 Antonio López de Santa Anna ordenó que todos los panteones privados de la ciudad debían abrir sus puertas al público, sin embargo, seguía siendo administrado por la iglesia y al ser pequeño y muy bien cuidado, San Fernando se volvió el más solicitados de las clases pudientes, lo que lo hizo uno de los panteones más exclusivos y costosos de la época.
Por lo que en este lugar empezaron a ser enterrados personajes de gran importancia de la vida política, militar y social. Con las Leyes de Reforma del 31 de julio de 1859, los cementerios administrados por la Iglesia pasaron a manos del gobierno y por la gran relevancia de sus moradores, en 1860 San Fernando fue declarado Panteón de los Hombres Ilustres, lo cual elevó aún más su prestigio.
De acuerdo a los datos encontrados en Secretaría de Cultura de la CDMX, el Panteón de San Fernando se divide en un panteón grande, y uno chico, tiene más de 70 tumbas y 700 nichos; entre sus huéspedes tuvo a Ignacio Zaragoza y Miguel Miramón que después fueron exhumados y llevado a Puebla donde actualmente descansan sus restos.
Pero aún están ahí personajes como, Melchor Ocampo, Francisco González Bocanegra, Miguel Lerdo de Tejada, Ignacio Comonfort, Martín Carrera, José Joaquín Herrera, Francisco Zarco, Anastasio Bustamante, José María la Fragua, Manuel de la Peña y Peña, entre muchos otros.
Y uno de los personajes clave de la historia de México, Benito Juaréz, en 1871 decretó cerrar todos los panteones que se encontraban en la periferia de la ciudad, y paradójicamente, en 1872 San Fernando se reabrió para un último entierro, el del propio Presidente Juárez.
El mausoleo de Benito Juárez es de los más hermosos que tiene este sitio, pues tiene una escultura de mármol que simboliza la patria que llora a su hijo, Juárez quien yace entre sus brazos.
En este mismo mausoleo, se encuentran los restos de su esposa, Margarita Maza de Juárez, así como de cinco de sus 12 hijos, quienes murieron siendo muy pequeños, entre los dos y ocho años de edad.
Debido a la belleza de sus esculturas, mausoleos y tumbas que ejemplifican el arte funerario del siglo XIX en el país, fue declarado Monumento Histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 1936, mientras que en 2006 recibe oficialmente el título de museo.
Difícilmente se verán resultados en la remodelación del lugar en el corto tiempo, pues los cambios políticos venideros parecen poner todo en estado de espera.
El Museo Panteón de San Fernando seguirá aguardando entre sus muros y espacios a sus muertos ilustres y su enorme historia, y con ellos, ahora también esperará que la indiferencia de las autoridades, no lo sepulte en el olvido de esta nueva generación.