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Fue en ese momento cuando Pedro supo que lo suyo era la fotografía, y desde entonces no tuvo “otro amor más que la foto y todo lo que tiene que ver con ella”. En pocas palabras, Valtierra se enamoró a primera vista y perdidamente de la fotografía.
Con estos recuerdos, el fundador de Cuartoscuro agradeció los elogios de sus colegas de la cámara y el periodismo, quienes se dieron cita en el auditorio de la Librería “Rosario Castellanos” del Fondo de Cultura Económica, para la presentación del libro “Mirada y testimonio”.
A su público seguidor, pero también a Christa Cowrie, a Laura González, a Carlos Payán, y a Miguel Ángel Velázquez, quienes estuvieron ahí para hablar sobre la obra del fotoreportero, como el mismo Valtierra se calificó, les dijo que su libro de más de 200 imágenes es el resultado de todas aquellas personas que a lo largo de 40 años de convivir con la fotografía y de 38 de vivir de ella, lo apoyaron para llevar a cabo su trabajo.
“Mirada y testimonio” es también de aquellos que lo hicieron partícipe de momentos fundamentales del siglo XXI, al enviarlo a cubrir el triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua, la lucha por la independencia de la República Saharaui, las guerrillas centroamericanas, la insurrección del Movimiento Zapatista en Chiapas, la represión durante los funerales de monseñor Arnulfo Romero en el Salvador, o de los disturbios tras el derrocamiento de Jean-Claude Devalier en Haití.
En su “Mirada y testimonio”, Valtierra plasmó las lecciones de uno de sus mentores más importantes, Manuel Madrigal, quien también fuera fotógrafo de la Revista Siempre y de la Presidencia de la República, le enseñó que lo primordial en la fotografía es vencer el miedo a la luz y no tomar fotos como loco.
“…pocas fotos Pedrito, antes de tomarlas se debe pensar”, le sugería su maestro; enseñanza que dice, lo ha acompañado toda la vida. Para muestra infinidad de imágenes que ahora con su recopilación en su volumen, emocionan a quien fuera su primera jefa en Uno más Uno, Christa Cowrie, la que durante la presentación calificó la edición como un “extraordinario libro” que le quita el sueño. Y es que para ella, Pedro representa el eje; el ojo, el alma y el corazón están alineados “o sea los ojos enfocados, el alma encendida y el corazón latiente”.
Cómo no si Valtierra ha enfocado su compañera, su cámara, sobre imágenes que pocos se atrevieron a captar y que ahora están reunidas en su “Mirada y testimonio”.
Dolor, guerra, abandono, sufrimiento, tristeza, alegría, cotidianeidad son la esencia de su trabajo que ahora forma parte del patrimonio universal, de este catálogo como lo definió Laura González Flores, que muestra a un hombre que no ha dejado de combatir en el día a día, procurando mostrar la fortuna de poseer una mirada aguda, incisiva, veraz, confiable y tenaz.
La obra del “hombre de la cámara”, del fotoreportero privilegiado, quien nació el 29 de junio de 1944 en San Luis de Ábrego, Zacatecas, marca una de las referencias documentales más relevantes de América Latina, por eso su “hermano mayor” (como lo considera Valtierra), Miguel Ángel Velázquez, editor de la sección Capital del periódico La Jornada, da gracias que Pedro siga aquí con nosotros, porque dice que no hay más “Pedros”.
Y cómo va haber más Pedros, si sólo él ha podido captar esos momentos de dolor, de esperanza, de realidades en los miles de rostros que ha guardado para la posteridad. “Instantes de eternidad” que con sus “ojos de lince” todo lo ha capturado, le dijo también su exjefe y eterno amigo, Carlos Payán.
Todos los que crecieron con él en el periodismo y la fotografía, identifican su marca, su sello como lo hace Christa: “reconozco a Pedro en cada una de sus imágenes, porque “furia es la mano sobre el alambre de púas; eres el que carga una enorme canasta en un solitario camino michoacano, el hombre sobre la bicicleta cargando su perro o bien su equipo de cámaras; él sentado en el río frontera observando a la migra…él fulminando a Salinas en el bosque de Chapultepec durante su ejercicio mañanero; héroes que cargan el rifle camuflageado a toda velocidad en la selva…en los brazos de niños zacatecanos…”
El que exploró la faceta de reportero y escritor bajo el seudónimo de Juan Sotelo, presentó la tarde del 11 de abril su obra desarrollada en un contexto caracterizado por la renovación del lenguaje fotográfico, la renovación de la mirada museográfica, la divulgación del universo editorial, del libro fotográfico en nuevos contextos y la proyección mediática del trabajo en torno a las imágenes fijas con distintos alcances.
“Mirada y testimonio” del fundador junto con la periodista Ana Luisa Anza, de la agencia Cuartoscuro, es el recuento visual e histórico de su trayectoria, pero también de la realidad de México.
Porque como dice Christa, Pedro en sus fotos corre, sufre, observa, escribe, descansa, consuela, agrede, protesta, medita, llora, fisgonea; nunca deja de enfocar, a veces con infinita poesía en la tragedia, ese es mi hermano, querido compañero desde hace 35 años…”
El “hombre de la cámara” también agradeció a Manuel Becerra Acosta, que confió en él cuando lo mandó a Centroamérica en aquellos momentos difíciles de finales de los años 70 y principios de los 80.
Con su gesto adusto, característica de él, nos dijo a todos que el fotógrafo no sólo se debe a su capacidad, sino a las circunstancias que lo rodean, por eso se considera un fotoreportero privilegiado, pues la cámara lo llevó a “conocer a muchas personas, circunstancias, personajes, eso ha sido para mí, la mejor experiencia de vida”; y para sus amigos, como Christa: un fotógrafo visionario con una sola meta en la vida, ser testigo de lo que acontece, que ahora ha reunido en su obra con enorme valentía, inteligencia, energía y conciencia social.
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