
La IA acelera la creación de medicamentos: ¿el futuro de la medicina?
Se acercan los tiempos en los que son muchos los ciudadanos que se expresan con fastidio porque, otra vez, habrá elecciones. Y la llegada de estas fechas y sobre todo la del día de la votación va sumando experiencias que no siempre son nuevas y mucho menos gratas. Hay remembranzas de trifulcas, de situaciones difíciles, de desacuerdos incluso familiares por los conceptos que se tienen de cada candidato, pero sobre todo nos parece que hay mucha, pero mucha sexualidad. Y esta ha estado presente en todos los niveles, incluso en los presidenciales y no sólo en los del país sino en el Mundo.
Vemos si no ha sido así y con los datos que se tienen en el pasado y en el presente. De don Adolfo Ruíz Cortínes, se habló mucho de su inclinación por jugar durante largas horas dominó con sus amigos en el conocido restaurant veracruzano “La Parroquia”, en tanto su señora esposa se mantenía en Los Pinos pendiente de otros menesteres y de ente ellos los resultados del futbol. Al enterarse la primera dama de la derrota que estaba sufriendo México ante Gales, o sea “México está perdiendo congales”, ni tarda ni perezosa respondió: “No se preocupen que ahora abro más”.
Le siguió un hombre guapo, guapísimo, por cierto se decía mexiquense aunque otras versiones nos hablaran de su nacionalidad extranjera, centroamericana: Adolfo López Mateos, famoso por su inclinación hacia las mujeres y el amor que en público le demostraba tanto a su esposa como a “Avecita”, la hija adoptiva, por cierto poco agraciada. Los votos conseguidos por Adolfo “el hermoso” y no Adolfo “el viejo” se dieron más por el rostro que por el empuje priísta que ese momento era partido único. Justo será hablar de que si bien el veracruzano no contaba con el rostro cautivador del mexiquense tenía un muy especial atractivo.
Con Díaz Ordaz tal vez, como ha sucedido con otros mandatarios ya sea estatales o municipales, los votos se dieron por solidaridad de los señores y por aquella muy consabida consigna que refería que los hombres deben contar con tres efes: “feo, fuerte y formal”. Sin duda que la fealdad de don Gustavo no necesita mucha descripción, basta con recordar que a un periódico de gran circulación en esos tiempos “Diario de México” le costó que lo sacaran de circulación por el pie de foto equivocado en el que al que correspondía a imagen le colocaron uno con referencia a famoso chimpancé.
Aunque habrá que hacer notar que acompañando a esa fealdad estaba la seducción en la oratoria, la exposición de una cultura de nivel y la proclividad a las muestras de caballerosidad y de buen gusto en regalos en los que el costo era lo menos importante. Luis Echeverría solo tenía el ser un semental en su curriculum. Por hijos no paraba ese matrimonio. Aunque también y desde sus tiempos en Gobernación se conocía de sus formas cautivadoras en corto, incluso los señores hablaban de que éstas manifestaciones eran muy pero muy en corto, dándole un sentido ligado al sexo en la expresión.
José López Portillo era un hombre muy atractivo, varonil, culto y por ende mujeriego. No le costó mucho trabajo lograr la que la votación le favoreciera enormemente. Y también en su mandato era constantemente disculpado por los grupos femeninos porque haciendo gala del refrán “no hay peor enemigo de una mujer que otra mujer” se decía que sus infidelidades eran producto del mal carácter de doña Carmen Romano, quien dicho sea de paso era también una mujer muy bella con un mal gusto para vestir que también resultaba excepcional.
Aunque chaparrón, Miguel de la Madrid también tenía lo suyo. Siendo tecnócrata no resultaba muy agradable escucharlo hablar y menos aún cuando el tono de su voz no correspondía a la musculatura de su cuerpo. Sin embargo, para muchas, muchísimas mujeres resultaba sumamente atractivo. Y en esta visión de la tecnocracia apareció Carlos Salinas, otro chaparrito, pelón y orejón con mirada de lince, brillante, con una agilidad mental que logró despertar simpatías que le sirvieron para poder enfrentar a su rival, Cuauhtémoc Cárdenas, desprovisto totalmente de las referencias de todos los anteriores.
Ernesto Zedillo, como se sabe, alcanza la votación por carecer de un rival fuerte y por el propio arrastre del salinismo. Desposeído tanto de atributos personales como de los que se endilgan a los cultos, solo sirvió para entregarle el poder a un grandote que conquistó por su estatura, por su forma chusca y valemadrista de expresarse a quienes emitieron el voto y entre esos iban hombres y mujeres, igualmente cautivados, Vicente Fox. Felipe Calderón, al igual que Zedillo, de no ser porque quienes los antecedieron tenían controles y el apoyo popular mayoritario, jamás hubiesen alcanzado ni una segunda posición para sus partidos dentro de las fuerzas políticas nacionales.
En España, la votación mayoritaria la recibió Felipe González quien logró el respaldo de sus congéneres y les gusto a las féminas. Así, se dio la vuelta en México y estuvimos de regreso con los guapos, apareció Enrique Peña Nieto a quien también le perdonan lo chaparro y lo inculto con la admiración al copete, envidia por cierto, de muchos pelones. Con todo esto nos damos cuenta de que ganan las votaciones los de la carita bonita y antes los que además contaban con la seducción de la palabra. Hoy, a esos rostros hay que asegurarles la gandalla como elemento para triunfar; los honestos, serios, responsables no tienen el triunfo asegurado y es más, no llegan. De ellos dicen: “no hay duda de que hubiesen sido buenos gobernantes, lástima de tan malos candidatos”. Y es aquí en donde surge la gran interrogante: ¿qué buscan los electores?
En Quintana Roo habrá elecciones en julio. Ya comenzaron a renunciar para lograr el abanderamiento de sus partidos quienes contendrán para las presidencias municipales y el Congreso Local. Y, en esto hay planillas que llevan regidores y suplentes y síndicos.
Los nombres han surgido: para Benito Juárez se habla de Graciela Saldaña quien carece de los mínimos atributos para, siquiera, tener aspiraciones. Si nos vamos a los apoyos surgidos de la sexualidad quedaría borrada, si nos referimos a la preparación, a la cultura, a la oratoria, más aún y si llegamos al extremos de la honradez, la honestidad y la responsabilidad, definitivamente no tiene ninguna oportunidad, salvo que a quienes habrán de elegir a su autoridad municipal les guste el reto o estén dispuestos a, como en las relaciones personales y de estas las conyugales, esperar y confiar en que habrá muchos cambios, que nada será igual y hasta le apuesten a los cirujanos plásticos.
Porque en las relaciones personales, en la que son de pareja, uno y otra o una y otro buscan que el borracho deje de tomar en cuanto se casen, con todo y que se conocieron en un bar; o pretenden que el golpeador se vuelva santo, aunque se sepa que el suegro se tunde a la suegra; los que las ven vestidas con falda corta y pronunciados escotes esperan que con el matrimonio les llegue la seriedad y con ella las vestimentas que consideran apropiadas, no obstante que su primer encuentro fue en un antro. Es así que los ciudadanos, antes de elegir, saben, tienen antecedentes de los que buscan el voto y basta un buen bigote, como sucedió con Julián Ricalde, para que se esperen resultados que nunca se verán porque ya la gente era así y así seguirá siendo.
¿Quién sabe que se pueda esperar de un Alejandro Luna que es un títere del suegro?, si se sabe que será quien defraudó también de manera millonaria al Ayuntamiento quien ejercerá el verdadero poder y no será precisamente tras el trono, sino delante de él ya que su candidatura a la alcaldía, al igual que a la diputación que ostentaba, obedecen a las gestiones de su “papito”. Y ahí tenemos otro ejemplo de los fenómenos mencionados: Gregorio Sánchez sin duda manejó mejor la bailada que Víctor Viveros, pese a que este último se notaba que ponía todo su empeño en zapatear bien, porque los dos estaban cortados por la misma tijera si se trata de buscar en ello calificativos que refieran el comportamiento de servicio y honestidad que deberían ser característica de quienes aspiran a gobernar.
Igual podríamos hacer recorrido hasta llegar al meritito Sur, ahí en donde tal vez la voz, la bohemia, la cantada, ayuda a don Eduardo Espinoza a lograr algunos votos. Porque de lo otro también está totalmente carente y parecería que es tiempo ya de que el PRI busque a esos candidatos que dicen que no pueden ganar porque no reúnen este requisito que al parecer es el que encanta a los electores: lo gandalla, y presente cuadros que tengan y asuman compromisos. No importa si no bailan, si nunca conocemos como cantan, si no tienen una mirada de águila o el rostro atractivo, hay que estudiar muy bien su pasado y saber hasta donde cuentan con las capacidades y el conocimiento para manejar nuestros recursos.
Nosotros tendremos que estar ciertos de que junto con el apoyo, con el voto, va la confianza y si se afecta, como se ha hecho en muchos casos y en curules y municipios, no basarlos en el mismo criterio. Hay que informarse, comprobar, estar ciertos de a quién y por qué le concedemos autoridad sobre nuestros bienes, le encomendamos nuestra seguridad, les damos participación en el futuro de nuestras vidas y familias. Con esa responsabilidad encima deben asumir los cargos y con esa misma tenemos el derecho suficiente de exigir cuentas y buenas. Tal vez con una buena práctica y mejores resultados hasta esperemos con ansia las elecciones. Por ahora solo nos demuestran que no paramos de equivocarnos ¿o no?
QMX/la