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CIUDAD DE MÉXICO, 15 de mayo de 2017.- Javier Valdez Cárdenas no perdía el optimismo en que el periodismo dejaría de estar atrapado entre las presiones del narcotráfico y las de los distintos niveles de gobierno.
Las dedicatorias de sus libros para los compañeros periodistas las iniciaba con palabras de afecto y admiración, y las concluía con la frase «para que no nos roben la esperanza».
El pesar causado por su asesinato, así como el cometido contra otros cinco compañeros más este año, logró que para este martes 16 de mayo reporteros estén convocados a protestar a las 19:30 horas ante la Secretaría de Gobernación para exigir justicia por su muerte y la de los más de 100 compañeros asesinados desde el 2000.
Quadratín retoma una entrevista realizada al periodista en octubre de 2016, a propósito de la presentación de su libro Narcoperiodismo.
Aquí la entrevista íntegra:
El periodismo en México se encuentra atrapado entre el crimen organizado y las presiones de los gobiernos en distintos niveles, en complicidad con algunas empresas.
Así lo explica el periodista sinaloense Javier Valdez Cárdenas en su más reciente obra Narcoperiodismo. La prensa en medio del crimen y la denuncia, editado por Aguilar.
En la obra el reportero describe la situación del periodismo en Tamaulipas, donde las notas policíacas están proscritas, luego de que durante un tiempo los carteles del Golfo y los Zetas, como si fueran editores rivales, ordenaran publicar unas cosas y otras ni mencionarlas. Ante esa situación los medios de comunicación optaron por dejar de publicar las notas policiacas, incluso las de accidentes automovilísticos.
En Guadalajara, Jalisco se vive una situación similar, con el ingrediente adicional de las presiones gubernamentales; Valdez Cárdenas incluye en el libro el testimonio de Alejandro Hernández Pacheco, camarógrafo secuestrado en 2010 por los Zetas, luego de cubrir un motín en la cárcel de Gómez Palacio, en Durango, y quien debió buscar asilo en Estados Unidos, ante las amenazas que pesaban sobre su vida y la escasa solidaridad de la empresa para la cual trabajaba.
El periodista también hace un recuento del despido de Carmen Aristegui de MVS, luego de la publicación del reportaje de la Casa Blanca y que el equipo de la periodista anunciara que formaría parte de la plataforma Mexicoleaks, el cual le sirve para mostrar cómo las empresas aceptan a las presiones del gobierno contra reporteros incómodos, situación usada por la empresa para rescindirle el contrato.
Asimismo, es descrito por el reportero de Culiacán, Sinaloa, el caso del fotógrafo Rubén Espinosa, quien destacó en Veracruz, recibió amenazas, se refugió en la ciudad de México y fue asesinado en la colonia Narvarte.
Pese a las situaciones que describe en su libro, Valdez Cárdenas es optimista sobre el futuro del periodismo.
Entre dos fuegos
Valdez es un hombre apacible, con mirada amistosa, que le gusta portar un elegante sombrero de palma, lo que le da un aire como de detective tropical. Pero esa mirada se transforma y se pone seria en cuanto se le pide un diagnóstico del periodismo en México.
– ¿Ve en crisis al periodismo?
– Sí, lo veo como estancado, ya quisiera que se hablara de una especie de impasse para luego crecer, revisar, pero no, estamos como atrapados entre el narco que te dicta una línea editorial en la redacción, que te tiene infiltrado en la redacción con tu compañero de trabajo que escribe a tu lado y es espía del narco. Es la censura del gobierno, el otro crimen organizado son los negocios que se hacen desde el gobierno junto con los empresarios pero también las condiciones de trabajo, la mediocridad, la incapacidad para contar lo que pasa en el país. Es un mosaico de periodismo en México, hay regiones donde estás con el narco o con el gobierno, son como dos carteles en regiones violentas, estamos hablando de Guerrero o Michoacán.
El autor del libro dice que en Veracruz hay impunidad en los casos de periodistas asesinados o desaparecidos, y no obstante otros compañeros suyos resisten los embates del crimen organizado. En Tamaulipas la situación es peor, porque ahí se ha silenciado a los medios de comunicación.
“Me parece gravísimo porque es la nada, el vacío, el terreno baldío, la oquedad frente a la tragedia, te habla un narco y te dice que no publiques una nota, te habla otro narco y te dice que publiques la nota, luego te habla el otro y te dice que le metas foto y le metas portada, entonces cómo hace su trabajo el periodista. Siento que estamos apretados en este ambiente burocrático, deshumanizante pero también está la acechanza del narco y un gobierno que te castiga con publicidad en función de cómo te portes de crítico o no. Siento que no vamos a poder hacer periodismo si seguimos pensando las notas de siempre, las fuentes de siempre y que tenemos que recuperar la calle, gastar las suelas y contar lo que la gente dice en la calle”, sugiere.
– ¿Detecta diferencias con otros tiempos, ya que hay estudios que hablan de que en los años 70 había censura e incluso desde Gobernación hablaban a las redacciones para censurar notas?
– De lo que me di cuenta es que eran políticos que se preocupaban por lo que se publicaba, entonces te buscaban, sí a lo mejor para corromperte pero también para convencerte de que no era esa la realidad, entonces hablaban contigo, era mano izquierda, era el PRI postrevolucionario antes de los neoliberales, ahora es el cinismo.
“Lo que puede pasar es que te reprimen a través de la publicidad, piden que te cambien de fuente o te corren de un medio porque eres crítico, o bien si el medio no accede le quitan la publicidad, pero eso es cinismo, no les importa que se publique esto o aquello, sino que no los afectes, que no los ataques, que no desnudes transas o negocios, que no hagas periodismo pero si lo sigues haciendo te van a golpear, desaparecer, te van a matar, es un cinismo homicida”.
Establece diferencias con los políticos de antaño y considera que los de ahora son intolerantes, sin cultura democrática ni de medios e hija del narco.
“Y hablo de todos los partidos políticos financiados por el narco, creciendo en este ambiente de impunidad y corrupción, aprovechándose de ella y cobijados con lazos con negocios con el narco”, afirma.
– Al iniciar el libro ¿sabía que así de complicada era la situación o fue sorprendiéndose del retroceso de los medios que ha llevado a decir a mucha la gente que prefiere las redes sociales a medios?
– No, me encontré con cinco escalones abajo del infierno, con mucha tristeza un periodismo desolador en Veracruz, reporteros que dejan de escribir, que decían no pasa nada, es en el Puerto, y luego en Xalapa, y luego los compañeros del gremio, luego sus amigos, cómo el narco va avanzando, va acaparando espacios y te va minando, es muy triste. Es un periodismo marcado, amputado, sin alas, que está en crisis, sobre todo en medios tradicionales pero que emerge de alguna manera, resiste, sobrevive en los medios alternativos como blogs, sitios web que no tienen presupuesto, escasamente ganan algo de dinero pero están haciendo periodismo y reivindican lo que no pueden hacer los grandes.
– ¿Dónde ve la situación más preocupante?
– En general en México no hay condiciones para hacer periodismo, en algunas regiones hay parámetros, en Sinaloa los periodistas estamos bajo un solo cártel, no es una zona en disputa, eso es importante, entonces hay más margen, pero eso no pasa en Jalisco, mucho menos en Vallarta o Los Altos. Es una especie en peligro de extinción en Veracruz, Tamaulipas, Guerrero incluso regiones de Coahuila, Nuevo León, Michoacán y se ha unido Jalisco, porque es como un oficio en desuso. Es más fácil reproducir boletines del gobierno que siempre nos miente o que se publique lo que el narco quiere, es decir nada. Eso incluye accidentes automovilísticos, no quieren que se publique un accidente automovilístico y no se publica.
– ¿Y eso por qué?
– Ellos avanzaron muchísimo en otros negocios, entonces si tienen el control de bebidas embriagantes no quieren que salga un expendio de venta de bebidas en una foto, es el control total. Hay un pasaje (dentro del libro, sobre un accidente automovilístico) donde una mujer narca les dice a los reporteros que se retiren, que no sean “panochones”, regionalismo que se refiere al mitote, a la información, al trabajo de los reporteros, ni eso, un accidente, se publica.
“Un reportero no puede hacer un recorrido por esta zona limítrofe con Estados Unidos para investigar el tráfico de personas porque ahí también están metidos el Cártel del Golfo, los Zetas y ambos son el monopolio del crimen, qué le va a gustar que se publique, nada. Toda la información es mentira, es anodina nacional, que tiene que ver con economía, con empresarios, pero es información de sociales por lo superficial, lo frívolo o irresponsable con que se manejan los datos
– ¿Hay una salida o ya está secuestrado el periodismo por el crimen organizado o por las presiones del gobierno?
– Sí hay salida como la hay para la sociedad un gobierno que actúe, este presente, porque como decía Federico Campbell, el Estado no está, eso es una buena salida, que nos profesionalicemos, que hagamos un ejercicio autocrítico.
“Este libro puede ser un punto de partida para la discusión, al margen de que si mejora la condición social nosotros debemos autocriticarnos, sin soberbia porque somos soberbios, sin resistencia, reconocer el monstruo que convive con nosotros y tomar medidas, no estamos revisando el periodismo que hacemos. Ojalá mi libro sirva para eso, que demos dos pasos para atrás y entonces hagamos una tregua con nosotros y el oficio”.
– ¿Llamaría a las empresas también a eso?
– Sí, porque ellos siempre se preocupan por sus intereses, por sus negocios, por expandirse a otros giros, no nada más el periodístico y en temas de inseguridad piensan en sus bienes, su integridad como dueños, no piensan en sus reporteros, por supuesto que sí, los medios deben entrar en esta discusión y valoración, no deben resistirse, el periodismo digno, honesto y responsable le hace falta al país.
– Si no se renueva el periodismo, ¿qué pasaría?
– Se va a ahondar la crisis, va a seguir habiendo periodistas asesinados, el gobierno ha sido incapaz de entendernos, van a seguir desapareciendo periodistas, amenazándonos y yéndose a Estados Unidos o a otros países a exiliarse, pero aquí quien pierde no es el periodista ni los medios, estos siguen en sus negocios, pierde la sociedad.