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CIUDAD DE MEXICO, 23 de julio (Quadratín México).- El obispo auxiliar de Durango, Enrique Sánchez Martínez, denunció la “alarmante discriminación de la mujer en México y en particular en su diócesis”.
Aseveró que “la violencia contra las mujeres en Durango es alarmante; según datos oficiales la tasa de defunciones por ese motivo se duplicó en 2009, cuando se reportaron 6.72 homicidios por cada 100 mil habitantes”.
En un comunicado distribuido por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el prelado refirió que se han realizado numerosas investigaciones y estudios con diferentes enfoques, entre ellos de la Iglesia Católica.
Ese es el caso de la “Guía para la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la universidad”, elaborado por la Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Celam).
Indicó que la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina (CEPAL) en el Informe “Del dicho al hecho” señala que en 10 años ha habido avances en el reconocimiento de los derechos de la mujer.
Sin embargo las autoridades, jueces incluidos, no aplican esas normas por lo cual el maltrato, el abuso y la discriminación no han retrocedido.
Señaló que el continente Americano es todavía la región con más desigualdades y peligros para las mujeres, quienes padecen maltrato, abusos sexuales en el entorno familiar, mortalidad maternal y abortos.
En el mejor de los casos, una de cada 10 latinoamericanas sufre violencia física; la tasa global de fecundidad bajó de 5.9 hijos en los años 50 a 2.4 en el primer lustro del nuevo siglo, pero el embarazo en adolescentes ha duplicado su aporte a la fecundidad total. En resumen: “la pobreza tiene rostro de mujer”, aseveró el mitrado.
En ese contexto, el obispo aprovechó para subrayar que el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social, como es la parte laboral.
Enrique Sánchez indicó que la persistencia de muchas formas de discriminación ofende la dignidad y vocación de la mujer en la esfera del trabajo.
Urge un efectivo reconocimiento de los derechos de la mujer en el trabajo, diferencia que se advierte especialmente en los aspectos de retribución, la seguridad y la previsión social.
La discriminación de que es objeto la población femenina consiste en la pretendida superioridad del varón, la dimensión patriarcal y machista, el desprecio a la mujer en las relaciones interpersonales y en su traducción en los ámbitos político, económico, social y religioso.
Las causas objetivas se encuentran en la persistencia de prejuicios transmitidos a través de la educación familiar y escolar, en la falta de asunción de la igualdad por hombres y mujeres, la falta de protección a la vida familiar y a la maternidad, así como la explotación a través del tráfico de personas y de las redes de prostitución.
En el origen de la discriminación late una cultura que no tiene asumida la dignidad de la persona y singularmente de la mujer, un componente cultural machista inaceptable y una cierta tendencia a la dependencia de la mujer que no ha asumido su papel como igual (y diferente) en la sociedad.
A ello, acotó el prelado en el comunicado, se suma la división sexista del trabajo y los estereotipos en los medios de comunicación y en la publicidad.
Algunas otras formas de discriminación son el acoso sexual, las desigualdades en la esfera del trabajo, en la política y en la economía, la explotación publicitaria por los medios de comunicación, que las tratan como objeto, o las dificultades de conciliar la vida laboral con las responsabilidades familiares, o con la maternidad.
Sánchez Martínez señaló que hay grupos particulares de mujeres que padecen especial discriminación: las esposas sin hijos, las viudas, las separadas, las divorciadas y las madres solteras.