Eficientar el cobro de impuestos locales y el gasto municipal
¿En realidad el posible cambio de nombre al país es un tema fundamental? ¿Este es el momento adecuado para debatir semejante posibilidad? ¿A punto de concluir su mandato, el proyecto de cambiar el nombre de la República es en realidad, tan importante?
La verdad es que la idea puesta a debate de nueva cuenta por Felipe Calderón paree más el proyecto de un político desesperado por “heredar” algo notorio ante la evidencia de que no será recordado por algo notable.
Felipe Calderón como diputado federal en el 2003, presentó una iniciativa en el sentido de eliminar el nombre de Estados Unidos Mexicanos, para convertirlo en sólo México. Como el proyecto no avanzó, en el ocaso de su gestión como presidente de la República dejó ver que podría enviar una iniciativa al Congreso con la misma intención.
Todos sabemos que esa idea no habrá de prosperar. Es más, difícilmente podría esperarse que exista un proyecto sobre el tema. Pero el comentario sirve para ver lo que sucede en Los Pinos. Lo importante es encontrar algo que identifique al gobierno de Calderón que no sea la violencia o los cientos de muertos.
Así, como los “grafiteros” que en cualquier parte dejan saber que “aquí estuve yo”, a Calderón le gustaría ser el autor del nombre de la República. Y encuentra razones históricas y ligas con los pueblos prehispánicos. Pero en el fondo, lo que se quiere es “dejar una huella” que pueda ser comentada por todos, sin por ello tener necesariamente efectos negativos.
Pero la idea no sólo es mala. Se lanza en el peor momento posible. Calderón quiere un debate nacional sobre una consideración en la que nadie piensa, en vez de ocuparse por poner orden en lo que queda de su administración.
Justo cuando las instancias de seguridad y justicia se encuentran enfrascadas en una verdadera campaña campal y precisamente cuando se debate en el Congreso un ajuste de gran calado en la administración federal, al licenciado Calderón se le ocurre revivir un proyecto viejo, con intenciones menores.
El presidente olvida por ejemplo, como le fue a Vicente Fox con su idea de modificar el Escudo Nacional. Las críticas al “recorte” hecho al Escudo, que dieron vida a la famosa “águila mocha”, pueden haberle dado un sello inolvidable al gobierno anterior, pero ello no significa que se haya logrado prestigio o una presencia realmente importante.
Vicente Fox alcanzó su capricho. Pero también demostró su falta de respeto a los símbolos nacionales, así como una absoluta falta de seriedad para con sus responsabilidades al frente del Ejecutivo Federal.
Calderón comenta una idea. Pero al hacerlo deja en claro que lo que le preocupa es dejar tras de sí algo más que pobreza, desempleo, deuda y violencia. Quiere algo que obligue a recordar su gobierno sin tener que hacerlo por la sangre que recorre todos los rincones de la geografía nacional.
Calderón Inició su gobierno con una lucha contra la ilegitimidad. Lo termina con la desesperación de saber que en seis años no sólo no cumplió las promesas de campaña, sino que su herencia dista de ser algo digno de ser presumido.
QMX/nda