Libros de ayer y hoy
Con un solo dato, contundente por lo demás, el INEGI derribó el castillo de naipes que el gobierno de Felipe Calderón intentó crear a lo largo de su sexenio. En el país existen poco más de 29 millones de mexicanos que viven de la informalidad. Esto es, el presidente del empleo dejó un país con una crisis de empleo de gran envergadura.
Pero el problema de las cifras no es sólo la dura realidad, sino que el INEGI simplemente modificó su forma de medir la realidad. Y los datos son terribles. Pero también lo es que el aparato oficial pueda estar más atento a los intereses de la casa presidencial en turno, que a responder a las demandas de información de parte de la sociedad.
No se requiere de mucho para entender la forma en que se prepararon las cosas. Ante el fracaso de las medidas oficiales para promover el empleo, simplemente se modificaron las normas de medición. Y con ello, el país avanzaba en los discursos, por más que la realidad se negaba a responder del mismo modo.
Ahora, lo importante no es sólo entender lo que ha pasado, sino preguntarnos en cuántas cosas más enfrentamos problemas similares. Esto es, cuántos problemas se han disimulado o simplemente se han eliminado de las agenda nacional, por más que sean parte fundamental de los retos a enfrentar.
Los gobiernos de Acción Nacional se dedicaron a pregonar todo lo que se había hecho. Vicente Fox aplicó el “como nunca en la historia de México” cada que se anunciaba algo. Así, su administración combatió al narcotráfico “como jamás se había hecho”, sólo para que Felipe Calderón llevará a la nación a una guerra contra los cárteles de la droga que dejó al país ensangrentado y sumido en la violencia.
El propio Calderón dedicó la última parte de su sexenio a recordarle a la República todo lo que había hecho “hasta el límite de sus capacidades” por el país.
Así, habló de la cobertura de salud, terreno en el que el nuevo gobierno ha iniciado una larga campaña para dicen que ahora sí, llegar a esa meta.
Del mismo modo, Calderón nos habló de los cientos de kilómetros de carreteras que dijo se habían construido en su administración. Y no sería ocioso que se nos dijera si ello es real o si, por el contrario, todo lo dicho no pasa de ser parte del ritual de despedida de una administración que intentaba, simplemente, lavarse la cara, aún cuando fuera sólo en el papel y para el momento.
Uno de los terrenos más importantes es por supuesto, el de la pobreza. Lo mismo el señor Fox que el señor Calderón se dedicaron al anuncio de los enormes avances que en ese terreno habían logrado sus gestiones. Pero ahora, el nuevo gobierno, con el apoyo de los partidos políticos, se lanza a una cruzada contra la pobreza. Y no se requiere de mucho talento para entender que la pobreza implica miseria y que eso es lo que se dijo que se había combatido.
Así, lo que nos dice el INEGI no tiene valor por lo que ya todos sabíamos: Calderón había fracasado en la promesa de ser el “presidente del empleo”. Lo importante es que desde el gobierno se dicen mentiras y medias verdades, y que se requiere de un partido diferente en el poder para poder conocer algo de lo mucho que no se dice.
De esta manera, lo realmente importante es tener los instrumentos para la rendición de cuentas. En todos los terrenos y en todos los temas. De otra manera, no se avanzará en todo lo que es la verdad de lo que sucede en el gobierno.
Y por el momento, las modificaciones al IFAI duermen el sueño de los justos en el Senado de la República, en espera de que la próxima administración nos diga, si esa es su voluntad, lo que en la actual se presuma con discursos, pero no se corresponda con la realidad.
QMX/nda