
Alfa omega
El gobierno de Enrique Peña Nieto decidió conceder una victoria, limitada pero victoria al fin, al Partido Acción Nacional. Lo que resta ahora es saber cómo y hasta dónde llegarán las cesiones a los partidos de oposición para mantener con vida al Pacto por México.
Después del anuncio hecho por el PAN sobre su retiro de los eventos del Pacto por México, el gobierno respondió con la suspensión del acto en el que se daría a conocer la reforma financiera, uno de los ejes supuestos de la transformación anunciada por la actual administración.
La crisis, originada en supuestos actos de manipulación electoral en favor del PRI, alcanzó así un punto culminante. Y Gustavo Madero, uno de los presidentes de Acción Nacional mas opacos de la historia, obtuvo una bocanada de oxígeno, tan necesaria para resistir las presiones que enfrenta hacia el interior de su partido.
Pero el panorama, lejos de aclararse, se convierte en algo más oscuro y propio hacia los acuerdos fuera de lo que es la contienda político electoral.
Primero, el gobierno pasa de un ”no te preocupes Rosario” condimentado con el señalamiento de las “críticas de quienes piensan en las elecciones”, a un “no toleraremos la manipulación de los programas sociales del gobierno”, sin explicar ninguna de las posiciones expuestas en estos pronunciamientos.
Después, en el Congreso, en el paso de una semana, quedó de manifiesto, de nueva cuenta, la disparidad de los criterios aplicados a los diferentes problemas que se dirimen en las Cámaras.
Entre los diputados, el jueves pasado, se ejerció una acción política que, con una votación apretada, logró detener el embate de las oposiciones contra el gobierno federal. Controló el reto y lo encauzó hacia el terreno estatal, más fácil de resolver y menos efectivo en lo mediático, para las oposiciones.
En el Senado, mientras tanto, se aceptó la inmediata discusión del evento, con lo que se saldó el costo estatal, pero se desvió el golpeteo hacia el terreno federal, con la SEDESO en el centro de la batalla y Rosario Robles como villana favorita. El programa más importante del gobierno federal, quedó así sujeto ala crítica de quienes buscan avanzar en sus posiciones políticas, sin importar otra cosa que el fortalecimiento de sus intereses políticos.
Pero esto no es todo.
Los partidos de oposición entendieron, y rápido, que el Pacto es una pieza sobre la que se puede ejercer presión con buenos resultados. Y que el PRI es para el gobierno, una pieza negociable en muchos aspectos.
En este rejuego, la Secretaría de Hacienda pierde un paso al ser detenida la reforma financiera por los efectos del juego político. No es que el tiempo pueda agotarse, pero sí resulta claro que, por lo visto hasta el momento, la citada reforma financiera tendrá un retraso importante. Justo lo que sus detractores deseaban.
Otro cambio a la vista es el hecho de que las famosas leyes secundarias en materias de educación y telecomunicaciones, consideradas como vitales para que las reformas en tales materias puedan realmente ser puestas en marcha, tendrán que esperar antes de poder ver la luz.
Parece obvio que como están las cosas, pensar en un período extraordinario de sesiones para sacar adelante esos proyectos, resultaría extremadamente costoso para los priístas. Las oposiciones buscarían beneficios en los procesos electorales para aceptar respaldar esos proyectos.
De esta manera, el primer punto en este “desencuentro” ha sido para el PAN. Pero falta saber si la victoria total será para ellos.
Enrique Peña Nieto quiere avanzar en el Pacto. Para su gobierno es vital el proyecto. Pero que tanto aceptará pagar para alcanzar sus objetivos es aún la incógnita.
Y ello provoca nervios en muchas partes. Especialmente entre los priístas.
QMX/nda