Abanico
El periódico “Reforma” ha puesto a la vista de todo el mundo, la corrupción que ahoga al Distrito Federal. Y lo peor de todo, es que el fenómeno es conocido por todo aquel que enfrenta la necesidad de tratar con las autoridades capitalina, en el terreno que sea.
De acuerdo con el citado diario, el delegado del PRD en Coyoacán, Mauricio Toledo, ha dedicado buena parte de su tiempo al frente de esa delegación, a la extorsión. Pero a nivel industrial. Ha ejercido el poder en contra de constructoras, una de ellas es que la denuncia, y nadie en el gobierno capitalino parece tener un interés real en solucionar el problema. Vamos ni siquiera parece creíble aquello de que se investigarán los hechos hasta “sus últimas consecuencias”.
Para nadie en el Distrito Federal es un secreto la forma en que los funcionarios perredistas han pasado a ”mejor vida” gracias a sus cargos públicos. Delegados que dejan el cargo para dedicarse a la administración de sus nuevos bienes. Concesiones que a nadie se explican, pero que resultan ser grandes negocios. Obras que quedan cubiertas por la falta de transparencia en todos los niveles. Y por supuesto, políticos que van y vienen de los cargos, sin enfrentar la rendición de cuentas, gracias a que sus sucesores pertenecen a la misma camarilla.
El problema de la explosión urbana en el Distrito Federal no es algo que el señor Toledo haya puesto en marcha. Simplemente ha hecho lo que todos los hombres del PRD han realizado a lo largo de las administraciones “de izquierda” en la capital del país.
Es fácil encontrar, en cualquier parte, como se autorizaron construcciones en zonas irregulares; como se violaron las normas de construcción a la hora de otorgar permisos y como, a final de cuentas lo que nunca se tomó en cuenta, fue el impacto que el desmedido crecimiento urbano, traería como consecuencia de todo esto.
Así, el problema no es, ni con mucho, el señor Toledo, por más que resulte responsable si es que acaso hay una investigación real. El problema es que los gobiernos de izquierda son muy buenos para atacar a los rivales y poner a la vista “la corrupción” que les domina. Pero son totalmente cerrados a la hora en que alguien quiere tener información sobre sus administraciones. Defienden con todo a los “compañeros” y no permiten que nada avance si puede resultar dañino.
Así, si alguien pregunta cómo es que se planearon los famosos segundos pisos, o como es que se determinó ir al fondo del asunto del Metrobús sin tener, obviamente, todos los estudios del caso, la respuesta está la “clasificación” de la información que no podrá ser abierta sino hasta dentro de un buen número de años.
Y esto cubre, a las administraciones del PRD de AMLO a la fecha, con una escala muy especial en el caso de Marcelo Ebrard que fue, sin duda alguna, uno de los que mas impulso dio a todo el desarrollo inmobiliario, sin importar otra cosa que “sus opiniones y sus decisiones”.
Si Miguel Mancera quiere en realidad, cumplir con las promesas hechas a la sociedad, el primer paso es poner a la vista de todos, la enorme corrupción que existe en el gobierno que encabeza. Y después claro está, demostrar que tiene la voluntad de limpiar la casa.
Llevar al “Torito” a un senador no es, como se quiere hacer creer, un avance en la honestidad. Es una venganza política. No deja de ser curioso que nunca un perredista, tenga problemas con ninguna autoridad del DF.
Tal vez el señor Mancera podría iniciar sus labores con algo muy sencillo: transparentar todas las actividades de la familia formada por René Bejarano y Dolores Padierna. Negocios y ligar con todo tipo de grupos, concesiones y demás, podrían ser un buen avance. Y por supuesto, un ejemplo digno de ser aplaudido.
Un Delegado investigado es a lo más, la sanción a alguien que no supo hacer sus negocios. No un acto de transparencia en el nuevo gobierno del DF.
QMX/nda