Nuevos símbolos carnífices: Apps, cybertrucks y Trump/Felipe de J. Monroy
De manera lenta, pero segura, el conflicto magisterial crece, se radicaliza y lleva a las partes en pugna, a mostrarse cada vez más agresivo para con su contraparte.
Es así que en el turno del gobierno federal, justo antes de iniciar un viaje internacional, el presidente Enrique Peña Nieto pone en la mesa del debate, todo el peso del gobierno federal y advierte, sin mayor problema, que no se tolerarán retrocesos en la reforma educativa”.
Y para que el mensaje quede suficientemente claro, tanto como la dureza con la que se quiso enviar, el titular del Ejecutivo Federal destacó que “ningún elemento de presión pondrá en riesgo la formación y desarrollo de las nuevas generaciones”.
Esto claro está, después de que el presidente, acompañado del Secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, se habían reunido con el nuevo líder del SNTE, Juan Díaz de la Torre, en una imagen que, en pocas palabras, estaba destinada a demostrar a quienes sí se quiere o a quienes no, desde el centro del poder.
De esta manera, la parte del mensaje presidencial que anuncia que los “maestros comprometidos con su noble profesión formadora, tendrán atención y apoyo del presidente de la República”, es apenas, el aviso de que para unos habrá mano dura y para otros, respaldo y atención.
Por si fuera poco, la SEP por conducto de su titular, repitió la idea de que aquellos maestros que participen en paros, recibirán el cese. La fuerza de la nómica como inicio y la posibilidad de la fuerza de la autoridad como complemento.
Pero aún así, la situación no parece sencilla.
Los grupos de maestros disidentes han mostrado hasta el momento, que tienen argumentos para dar la pelea. Y que voluntad, hasta el momento hay. Han rebasado a los gobernadores y están listos para, se supone, desde hoy iniciar sus actividades en el Distrito Federal.
Las partes en pugna saben qué es lo que están en juego. Y no es lo que ya se reformó, sino lo que se quiere modificar más adelante.
Los maestros, todos, saben que hay medidas que no serán de su agrado. Y saben que hay en el gobierno quienes desean, aprovechando el momento, lanzarse a la conquista de la reforma educativa completa, con un período extraordinario de sesiones, sin importar que el ambiente político político pueda desbordarse.
Por lo pronto, el gobierno federal entiende que el clima se mantendrá tensó hasta el 15 de mayo próximo. Y entiende que la negociación salarial puede ser algo más o menos general en la negociación, pero que los gobernadores pasarán momentos muy amargos en las negociaciones particulares y que ello obligará a Los Pinos a desplegar, en algunos casos con fuertes desgastes, el poder del estado para doblegar a los diversos grupos de maestros.
El SNTE sabe ahora que ya hay un “líder” formal. Lo que no se sabe es si este “dirigente” tiene en realidad el control necesario para responder a las necesidades del gobierno. Y la CNTE entiende que hay un grupo que se opondrá a sus movimientos y que “hablará” a nombre del magisterio. Pero que su verdadera preocupación será la “medida” en que el gobierno desarrollará sus posiciones de fuerza y la amplitud con que se correrán esas acciones.
El gobierno a su vez entiende que la CNTE buscará que esas medidas de fuerza se apliquen y que el SNTE podría ser un aliado no tan sólido como quiere que se crea.
Las posiciones de fuerza están listas. Las apuestas se han elevado. Y la institucionalización de la crisis no camina.
Así, parecería que solo falta saber cual de las partes en pugna dará el primer paso hacia el choque abierto. Y por supuesto, de qué tamaño será la respuesta de la otra parte.
QMX/nda