México se la juega en 2025
Apenas se conocieron los resultados definitivos de las elecciones federales pasadas, todo mundo, especialmente en el PRI, entendió que el riesgo a vencer radicaba en el Congreso. El reto estaba de manera clara, en la necesidad de evitar las alianzas legislativas entre los panistas y los grupos de izquierda. Todo mundo lo entendió. Menos el grupo del PRI destinado al Senado de la República.
Lo sucedido con la reforma laboral no deja lugar a dudas. Los priístas comandados por Emilio Gamboa, fueron simple y llanamente, barridos en un debate en el que las torpezas cometidas por todos los grupos parlamentarios sólo fueron superadas por la irresponsabilidad con la que se condujeron los coordinadores de los grupos en pugna.
Cuando la iniciativa de Felipe Calderón fue lanzada por la vía “preferente”, todos sabía que había más trampas que beneficios. Pero se decidió aceptar el reto y se dio paso al debate. En la Cámara de Diputados se condujo una discusión en la que se aceptaron las presiones, pero fuera de la tribuna. Y se marcó con precisión, el rumbo a debatir: reforma laboral, pero no sindical.
Y se logró “lo posible” dentro de un panorama en el que estaba a la vista que los trabajadores recibirían poco, pero a cambio, el país tendría márgenes de movilidad aceptables para destrabar la creación de empleos.
Así, se aprobó la mayor parte del proyecto calderonista y se envió al Senado para completar el proceso legislativo. Y todo se enredó. El grupo priísta en la Cámara Alta no entendió nunca, el reto que le planteaban las oposiciones. Fue incapaz de trabajar para evitar una alianza en su contra. Y en el colmo de la incapacidad política, dejó pasar situaciones que gusten o no, dejan ver que lo que en las oposiciones es irresponsabilidad, en el grupo de Emilio Gamboa es simplemente, incapacidad.
Presionado por el nuevo romance entre el PRD y el PAN, ahora en el Congreso, el grupo del PRI pensó en una negociación para que “todos lograran algo”. Fue así como intentó que los grupos, especialmente de izquierda, aceptaran que se reviviera el tema de la transparencia sindical, pero que a cambio, se dejara de lado el asunto de la democracia en las organizaciones obreras.
Los legisladores de izquierda aceptaron. Sólo para al momento de la votación, abandonar lo pactado y obligar al PRI a aceptar todo el paquete completo. Por ello la euforia de los panistas al momento en que se conoció la votación final. Habían vencido al PRI. O al menos eso pensaron.
Pero la verdad es que tanto panistas como perredistas mostraron su desconocimiento de la realidad político legal del país. Tanto como los priístas en el Senado dejaron ver su absoluta carencia de liderazgo y responsabilidad.
“Atragantados” con lo que consideraron una gran victoria, las oposiciones se lanzaron a impulsar “añadidos” al proyecto, sin importar que ello violentara el marco legal. Y dieron carácter de absoluto, a la obligación en los sindicatos de realizar elecciones internas mediante el “voto libre y secreto”, con lo que no sólo se mostraron antidemocráticos, ya que hay muchos métodos más de elección todos realmente democráticos, sino que con la incapacidad priísta como cómplice, aprobaron un proyecto que, sin más, se coloca frente a los acuerdos internacionales firmados por México en los que se establece que se puede impulsar la democracia sindical, pero que tendrán que ser los trabajadores quienes, por sí mismos, deben decidir forma y tiempo para sus procesos de elección interna.
Así, en un debate que puede ser considerado como histórico, pero sólo por el nivel de incapacidad mostrado por todos los grupos parlamentarios en el Senado, quedó a la vista que en el Senado hay más problemas de lo que se esperaban. Y que el PRI está lejos de ser lo que se esperaba.
No debe olvidarse que el proyecto de las alianzas es algo viejo en los planes de Manuel Camacho. Y ante ello los priístas no tienen respuesta. No debe olvidarse el antagonismo de Javier Lozano. Y Ante ello, los priístas no hacen nada. Y sobre la vocación por no respetar acuerdos de la izquierda, los priístas tampoco tienen respuestas. Por ello el ridículo.
Y por ello, el PRI de la Cámara de Diputados aplicó el regaño público, regresó a los senadores la otra ley preferente impulsada por Calderón, sobre contabilidad gubernamental. Y por ello el señalamiento de que la reforma laboral será de Enrique Peña. Los panistas sacrificaron a Felipe Calderón para no obtener nada.
QMX/nda