Libros de ayer y hoy
En tanto el gobierno realiza esfuerzos desesperados por mantener vigente el Pacto pro México, la realidad nos dice que los dos grandes ejes del discurso y compromiso de la administración de Enrique Peña Nieto se encuentran en apuros.
Primero, para nadie es un secreto que el problema de la comparecencia de Rosario Robles ante el Senado de la República radica no en el hecho de que la funcionaria haya sido atacada por los legisladores, sino en que, a pesar de todo, la defensa fue abiertamente incapaz.
Pero no incapaz de defender a la titular de SEDESOL, sino incapaz de hacer notar que el programa estrella de la actual administración es verdaderamente un proyecto social y no un programa electoral exclusivamente.
Los senadores encargados de dar protección a la señora Robles no entendieron la labor que tenían en las manos. Y dejaron pasar buena parte de la crítica y prácticamente no tuvieron la decisión de ir en la defensa del proyecto presidencial.
Y con esta actitud, lo que quedó a la vista es que, se acepte o no, el programa contra el hambre es, en el mejor de los casos, una acción más mediática que efectiva.
Dicho de otra manera, los legisladores del PRI nunca entendieron que la oportunidad para destacar los objetivos y plazos que se tienen marcados, harían una diferencia entre lo que se tiene hoy en el país y lo que se espera tener para cuando la actual administración concluya.
La señora Robles sabía que recibiría duros ataques. Y según su estrategia, tenía preparadas las respuestas que, aceptables o no, le servían para resolver el momento. Pero los senadores del PRI nunca entendieron lo que sucedía. Y permitieron que el programa más importante del gobierno recibiera una crítica tal que hoy, a querer o no, las dudas son muchas y las inquietudes más.
Pero la semana tenía una sorpresa más para el gobierno federal.
Si en la campaña el tema de la seguridad fue una bandera para todos y los compromisos en ese punto fueron de todo tipo, a la hora de poner en marcha los proyectos, el gobierno de Peña Nieto simplemente no ha presentado nada.
Para salir del paso, Roberto Campa, desde su puesto en la Secretaría de Gobernación, salió hace unas semanas a repetir lo dicho por el propio presidente de la República: los logros se verán hasta dentro de un año.
Sin que esas afirmaciones fueran una solución, sí fueron consideradas por el gobierno como la fórmula para ganar tiempo, dejando la violencia y los muertos a un lado de todo el accionar oficial.
Sin embargo, esa estrategia no tenía contemplado el hecho de que a la ONU podría interesarle el tema de la seguridad.
Y el miércoles pasado se apareció en San Lázaro, el relator de la ONU. Y preguntó sobre los avances legislativos sobre temas como la Gendarmería, el acotamiento del fuero militar y el arraigo y cuestiones de ese tipo. Y como es fácil suponer, las respuestas no existieron por la simple y sencilla razón de que nada de eso se encuentra en la agenda legislativa.
Así, el tema de la seguridad fue presentado ante la ONU con toda la crudeza del caso: no hay nada que pueda significar un avance en la materia.
De pronto, la felicidad oficial se encontró con la realidad. La cruzada contra el hambre quedó totalmente en entredicho y en el mejor de los casos apareció como muy limitada en sus propósitos. Y la seguridad se convirtió en un verdadero fantasma: simplemente no existe programa alguno.
Y la luna de miel pareció quedar muy dañada.
QMX/nda