Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
La felicidad regresó al sector político. Los firmantes del Pacto por México limaron sus asperezas y cesiones de por medio, todos aceptaron el “añadido” en el que la parte fundamental es el anuncio de una nueva reforma política, pero la parte de efecto inmediato es el fortalecimiento de Gustavo Madero como dirigente de Acción Nacional.
Después de tres semanas de supuesto enfriamiento y de algunas amenazas y bravatas, el Pacto resurge de la crisis originada en el supuesto manejo de fondo federales para beneficio del PRI en Veracruz, y con la creación de “candados” de corte electoral, todos los grupos reaparecen llenos de felicidad y con el anuncio de que vienen cosas buenas para el país.
Los partidos de oposición ganan con la idea del control de los delegados federales que, como todos sabemos, son piezas de la estructura electoral del partido en el poder. Los utilizó hasta hace muy poco el PAN, y el PRD puede dar serias demostraciones del tema en el Distrito Federal.
El PRI cede parte de la plaza, añade el apoyo a la presencia de observadores extranjeros en los procesos electorales y la creación de grupos pendientes de todo lo que se relaciona con las elecciones y la aplicación de los programas federales.
Pero para nadie puede pasar desapercibido el hecho de que, en todo esto, el gran vencedor es Gustavo Madero. Fue el PAN el que atacó al único programa que el gobierno de Enrique Peña tiene en marcha como es la cruzada contra el hambre.
Fue el panismo el que puso a la vista el tema del manejo electoral de ese programa y fue el PAN el que se “retiró” de los eventos públicos del Pacto, en una determinación que nunca tuvo un objetivo real de cuestionar el citado pacto, pero sí de alcanzar niveles mediáticos que le dieran al señor Madero la posibilidad de “parecer” un verdadero líder de oposición.
No es necesario un talento especial para recordar que antes de todo este escándalo, el líder del PAN se encontraba en franco deterioro y que la espiral descendente de su popularidad y respetabilidad era ya una amenaza no sólo a su dirigencia, sino a la existencia misma del pacto.
Así, el golpe a la cruzada contra el hambre le permitió a Madero detener la caída, recomponer su estrategia y, con el apoyo del gobierno, recuperar presencia política con miras a las decisiones que en el PAN tendrán que tomarse a finales de año.
Es así que el vencedor de todo esto no es otro que Gustavo Madero.
Pero, atención, ello no significa que sea el verdadero beneficiado.
Si las cosas se observan con atención, se podrá entender que si Madero ganó, Enrique Peña Nieto y su afán por mantener vigente al Pacto por México, es el gran beneficiario.
Con Madero fortalecido y con serias posibilidades de mantener el control nacional del PAN una vez que el proceso interno concluya en el partido blanquiazul, puede fácilmente adivinarse que los panistas se mantendrán en la línea de los “acuerdos con el gobierno” que es lo que EPN requiere para poder llevar las reformas estructurales a su culminación.
Si en Baja California el PAN mantiene el gobierno estatal, o si en Veracruz y Puebla el PAN se levanta con “triunfos importantes”, el horizonte quedará totalmente claro. El gobierno habrá doblado al PRI, fortalecido al PAN y consolidado el Pacto.
Y no falta mucho para conocer los resultados electorales que aclaren el escenario.
QMX/nda