Doble rasero del populismo: Trump, AMLO y la manipulación de los nombres
¿De dónde sacó Gustavo Madero la fuerza política para derrocar a Ernesto Cordero? ¿Cómo pudo reunir la fuerza necesaria para llevar a la práctica tal decisión, justo cuando hacía unas semanas no había podido imponer una determinación mucho más simple en el Consejo Nacional del PAN?
La respuesta es simple: del gobierno federal.
Para nadie es un secreto que para el gobierno de Enrique Peña Ernesto Cordero se había convertido en algo más que una molestia. El senador panista se había dedicado a construir un muro político ante el cual se estrelló, una y otra vez, el andar político del gobierno.
Así, en complicidad con la enorme incapacidad política del priísta Emilio Gamboa, Cordero logró que se modificaran los proyectos de Reformas Educativa y de Telecomunicaciones, y convirtió en controversia constitucional el afán del presidente Peña para modificar la estructura de la administración pública.
Lo que para Gustavo Madero era un reto a su “liderazgo”, para el gobierno se convirtió en un escollo que requería de soluciones radicales.
El gobierno entendió que Gustavo Madero no podría, nunca, vencer pos sí mismo al grupo de Cordero. Y como ese grupo había detenido los proyectos políticos para acelerar la discusión y aprobación de la llamada reforma financiera, la necesidad del cambio se convirtió en urgencia.
El problema en el PAN contra lo que se quiere hacer creer, no es si Felipe Calderón y sus allegados pretendían controlar su partido, o lo que queda de él. Ni siquiera es si ese grupo intentaba quedarse con el control de las negociaciones con el gobierno y con los recursos legales que se reciben en Acción Nacional.
El problema para el PAN es que a partir de ahora, Gustavo Madero ha llevado al partido blanquiazul a los brazos del priísmo y se acepte o no, con ello convirtió al panismo en parte de la estructura política del gobierno.
La decisión en el PAN se da antes del proceso electoral del próximo mes de julio y muchos quieren saber la razón para ello, ya que es evidente que la fractura en el partido puede arrojar serias derrotas en las 14 entidades en las que habrá comicios.
Pero si se analizan las cosas, se verá con toda claridad que Madero responde no a las urgencias del PAN, sino a los requerimientos del gobierno, el cual necesita que en el Congreso se debatan los proyectos pendientes para mantener el ritmo de “aprobación” de las propuestas del Pacto por México.
Y ello significa dar vida al período extraordinario de sesiones que Ernesto Cordero había rechazado hace apenas un par de semanas.
Gustavo Madero alegó “falta de unidad y coordinación” para retirar a Cordero del liderazgo de los senadores del PAN. Pero la verdad es que el problema es su exceso de “unidad y coordinación” para con el gobierno.
Madero no podría haber vencido sólo a Cordero y con tal de que el grupo de Felipe Calderón no le venciera en la lucha por conquistar el poder en el PAN, prefirió convertir a Enrique Peña en el líder virtual del PAN, en espera de que ello le de no sólo la fuerza para quedarse en el control del partido, sino que además pueda significar algunas “víctorias” en las urnas. Victorias que, por supuesto, no sólo serían pírricas, sino que marcarían al panismo de por vida.
QMX/nda