
De norte a sur
Como se esperaba, el gobierno federal ha movilizado sus piezas para defender a Humberto Benítez, titular de la PROFECO. El problema es que lo ha hecho con una lógica que no sólo deja mucho que desear, sino que además podría servir de punta de lanza para crear nuevas preocupaciones sobre el accionar de la recién nacida administración.
El escándalo provocado por la prepotencia de Andrea Benítez, de sobra comentado en todos los tonos y en todos los foros, quiere ser resuelto con una actitud que, lejos de resolver el problema, deja ver que eso de la prepotencia podría no ser un caso aislado en el nuevo gobierno.
El Secretario de Economía, Idelfonso Guajardo, apareció en público para mostrar que el apoyo al mexiquense Humberto Benítez es definitivo. Y por lo tanto, habría que colocarlo en el terreno de lo inapelable.
Según el titular de Economía, el expediente de Benítez Treviño es “impecable” y ello, por tanto, tendría que ser suficiente como para que el berrinche y prepotencia de la joven Andrea quede en el olvido.
Pero ello no puede ser así. Esa lógica del gobierno federal simplemente no tiene sustento.
El pasado del señor Benítez Treviño puede ser todo lo impecable que se quiera. Y ello puede y debe haber sido parte de la evaluación que le permitió llegar a un nuevo cargo público.
Pero el problema nada tiene que ver con el pasado. Se trata del presente. Y es ahí en donde las respuestas simplemente no existen.
La señorita Andrea Benítez dio pasos que no pueden entenderse de otra manera que no sea el que su comportamiento tenía todo el apoyo de su señor padre. Incluso en ausencia del titular de PROFECO, los colaboradores en esa dependencia supieron de alguna manera, que tenían que responder a las exigencias de la hija de su jefe.
De otra manera es imposible explicar lo sucedido.
Por lógica, habría que pensar que un funcionario, de cualquier nivel, sabría que lo que se les demandaba requería mucho más que la exigencia de la señorita Benítez. Y que su obligación radicaba en ese momento, en la negativa a aceptar las órdenes que se daban desde una posición inexistente en la PROFECO.
Así, el secretario de Economía puede alegar en defensa de su compañero de gabinete, todo lo que le convenga. Lo que no puede hacer, es intentar esquivar la realidad y buscar el camino para manipular la opinión pública.
El secretario de Economía y todos los que invocan el “impecable pasado” de Humberto Benítez, podrían recordar que todos los delincuentes, antes de violar la ley pro primera ocasión, tienen un buen pasado, y ello no es argumento para el momento del juicio ante el primer delito.
El pasado del señor Benítez no importa.
Por más que para todo mundo queda claro que en ese pasado la fuerza del Estado de México y su clase político tiene un peso específico.
Y si ese es el pasado que se quiere hacer valer, entonces habría simplemente que decirlo, no querer desviar la atención sobre lo que verdaderamente sucede en ese penoso caso.