PERSPECTIVAS: Marcelo Ebrard sale el gobierno del Distrito Federal

05 de diciembre de 2012
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9:46
Norberto de Aquino

Vencido por su falta de decisión política, arrinconado por su torpeza e ingenuidad y suplicando por una oportunidad real en las filas del perredismo para poder dar cimiento a sus ambiciones personales, Marcelo Ebrard sale el gobierno del Distrito Federal.

El “mejor alcalde del mundo” deja enormes cuentas pendientes y serios faltantes en el terreno de las promesas, los cuales no pueden ser ocultados, por más esfuerzos publicitarios para intentar acreditar el “éxito” de su administración.

Ebrard deja la ciudad al borde de la violencia, con un mensaje de vulnerabilidad claro que deja ver que los seis años de su gobierno se fincaron más en las complicidades y la imagen, que en el trabajo político real y de fondo.

Con obras faraónicas por toda la ciudad, aún sin terminar y con brutales gastos para cristalizar esos proyectos, Ebrard deja al Distrito Federal con el peso de una enorme deuda pública y con una imagen de corrupción administrativa que se convertirá, desde ya, en uno de los más serios problemas de Miguel Angel Mancera.

Pero el lastre más serio será sin duda alguna, el de la violencia y la inseguridad.

A quince años de haber llegado al poder, el perredismo se dedicó a ocultar las cifras reales sobre los delitos que se cometen en la capital de la República. Sabedores de que al arribo de sus cuadros al poder, en el DF se cometían 600 delitos diarios, con el robo de auto en el primer sitio,  los perredistas evadieron la responsabilidad de informar y lanzaron “promedios” y “porcentajes”, siempre a la baja por supuesto, para anunciar las “buenas nuevas”, sin tener que establecer nada con claridad.

Ebrard, que fue jefe de la policía en la pasada administración, fue siempre el más interesado en que las cifras quedaran ocultas. Siempre se habló de la “baja en los índices de delincuencia”, pero nunca fue capaz de hablar con claridad del problema.

Y así quería marcharse. Con una imagen de “negociador” y hábil político, hasta que la violencia le estalló en la cara. Y en buena medida por su enorme torpeza política.

Ebrard había permitido todo tipo de manifestaciones que fueran en contra del gobierno panista, de los priístas o de cualquiera que fuera su contrincante político. Así, cuando se abalizó la reforma laboral semanas atrás, permitió bloques sobre Reforma, en algo que quería ser una forma de medir a los ciudadanos ante una posible toma de calles en la capital ante el arribo de Enrique Peña al poder.

Para el sábado pasado, permitió y hasta alentó, amenazas en contra de lo que sería el nuevo gobierno. Y se atrevió incluso, a ironizar sobre el resguardo al Palacio Legislativo. Lo que nunca entendió el señor Ebrard, es que así, caía en su propia trampa. La violencia estalló y él fue la primera víctima

Y ahora, arrinconado por sus errores y cobardía política, deberá suplicar por el apoyo de los “Chuchos” en el PRD. Y tendrá que ceder para poder alcanzar su oportunidad para mantenerse en el escenario político.

Pero pase lo que pase, la realidad dice que Ebrard es torpe en lo político, falto de decisión al momento de la tensión y que carece de un proyecto que vaya más allá de sus ambiciones personales.

QMX/nda

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