
De frente y de perfil
Si colocar a Enrique Peña Nieto como el dirigente real y formal del PRI fue un paso hacia cualquier lado, menos a la modernidad, el modificar los estatutos del partido para dar paso a la llamada “militancia abierta” parece ser un salto al abandono de la ética, la lealtad y al proyecto político nacional que supuestamente, tiene el Revolucionario Institucional.
De acuerdo con los cambios realizados en el PRI, a partir de ahora cualquiera que pretenda alcanzar una posición de elección popular, podrá luchar por ella dentro del partido para, en caso de salir derrotado, abandonar al partido, colocarse en alguna otra trinchera y competir en las urnas contra sus compañeros. Y después, con el resultado en la bolsa, podrá regresar a formar parte del priísmo, como si nada hubiera sucedido.
No se requiere de mucho para entender que, con esta reforma, el PRI lo que hace es “legalizar” la traición, formalizar la desideologización política y demostrar a la ciudadanía en pleno que en las filas del tricolor existe cualquier cosa, menos un proyecto político serio y real.
Con esta medida, lo que salta a la vista es que el PRI se ha convertido en una mescolanza de ambiciones personales que nada tienen que ver con un verdadero proyecto de país, por más que la dirigencia partidista diga otra cosa.
El colocar al presidente de la República como verdadero dirigente partidista ponía a la vista la capacidad de abyección del priismo. Pero dar vida a la traición y disfrazarla de “militancia abierta” no es otra cosa que entregar, sin rubor alguno, todas y cada una de las candidaturas partidistas en manos del mismo titular del Ejecutivo Federal.
Y no es que ello no sucediera en la práctica, sino que ahora se hace a la vista de todo el mundo, sin rubores y con el argumento de ello es apenas, la primera señal de la modernidad del “nuevo PRI”.
Con este par de movimientos, en el Revolucionario Institucional queda claro que se han terminado los debates. Y si se recuerda la forma en que se recortó el cupo en el Consejo Político Nacional, tenemos que el espacio para la crítica, el rechazo o la discusión, han quedado claramente anulados.
Ahora, resulta por demás sencillo adivinar que en determinado caso, en el nivel que sea, el presidente de la República tendrá la oportunidad de impulsar las candidaturas que quiera y que, con el juego “abierto”, evitará fracturas, buscará controlar a los partidos rivales e impondrá, sin mayor problema, su voluntad a los priistas.
Las reformas impuestas a los documentos básicos del PRI el pasado fin de semana, muestran a las claras la idea de gobierno y política que existe en la actual administración. Se ratifica, sin que hubiera necesidad de ello, la capacidad para la disciplina de los priistas y se pone de manifiesto que a partir de ahora, la única voluntad que cuenta en el terreno político, es la del presidente Peña Nieto.
Así, en el mes de julio próximo, con elecciones en diversos estados, entre los que Baja California, para gobernador, y Puebla y Veracruz, congresos y alcaldes, las decisiones del PRI mostrarán la forma en que se habrá de controlar el destino del PRI. Y claro está, la forma en que se preparará, desde ahora, la clase de “juego político” que tendrá su momento estelar en la elección del candidato presidencial del grupo en el poder, que no necesariamente tendrá que ser priista.
QMX/nda