Abanico
El silencio del gobierno federal en torno al nuevo activismo político del EZLN ha dejado de ser visto como una muestra de incapacidad o sorpresa, para convertirse en una estrategia política. Si “Marcos” ha decidido desacreditar a partidos, políticos y gobierno, dejando libre la vía del Congreso, la administración federal parece buscar una “chiapanización” del problema, descansando sus esperanzas en la supuesta “buena relación” de Manuel Velasco, gobernador de Chiapas, para con los zapatistas.
“Marcos” ha entrado en una etapa diferente pero igualmente activa, de apariciones mediáticas. Sus comunicados no son iguales, por más que la ironía se mantenga en niveles elevados. Pero en la realidad, no ha logrado que se le responda desde el centro del poder.
La “reaparición” del EZLN el pasado mes de diciembre con una marcha perfectamente organizada, en diversas ciudades de Chiapas, sorprendió al naciente gobierno federal. Y provocó una reacción que permitió a “Marcos” desacreditar al gobierno peñista.
El subcomandante chiapaneco aprovechó el viaje y colocó a los panistas de frente a una realidad política que en nada les favorece y a los perredistas y a Andrés Manuel López Obrador muy por fuera del margen de movilidad de los zapatistas.
Pero quien apareció para dar respuesta a esta situación fue el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, quien demandó el cumplimiento de los “Acuerdos de San Andrés”, en lo que de inició, pareció una acción demasiado pequeña para atender el reto lanzado.
Pero el paso de los días ha mostrado que el gobierno federal cree en la proclamada “amistad” de Velasco con los zapatistas. Y espera que algo se pueda lograr por ese medio.
Así, si en un principio la postura de Velasco sirvió para que se recordara que en los citados acuerdos hay factores federales, también los hay estatales y municipales, lo que en buen romance significa que quien demanda el cumplimiento de lo firmado, tendría que poner el ejemplo con su parte.
Pero en realidad, el problema es mucho más complejo, por más que sea sencillo identificar el tamaño del impacto que se busca.
“Marcos” ha mostrado sin lugar a dudas que el EZLN desea tener “mano” en todo lo que sea una “política indígena” de parte del gobierno de enrique Peña.
Desea encabezar las organizaciones indígenas y apuesta a que la fuerza del zapatismo le permite tener ese desplante.
Pero no es todo. Busca y el tiempo le ayuda, encontrar una ruta hacia un reconocimiento que, de una u otra manera, le de vida a las formas de gobierno que se mantienen en la zona zapatista. Y ello, como se vea, implicaría una reforma constitucional y la aparición de una nueva forma de poder. Esto es, el federal, el estatal, el municipal y la forma zapatista.
Y ahí en donde el gobierno federal entra en conflicto.
Por ello, parecería tener la esperanza de que la relación de la mancuerna Manuel Camacho, Manuel Velasco, tío y sobrino, para con el EZLN, pueda dar con una salida al conflicto.
Después de todo, los votos recibidos por Velasco en la reciente elección que le llevó al poder en Chiapas, deja ver que en las zonas controladas por el EZLN no sólo se permitió la instalación de las casillas, sino que al momento de contar los sufragios, Velasco tenía un claro e importante apoyo.
El mensaje parecería ser claro. El EZLN no ha dicho nada en contra del gobierno local como si lo ha dicho del anterior. La imagen no es difícil de descifrar.
Las estrategias entonces están en la mesa. Y los ajustes se darán al paso del tiempo. Pero “Marcos” tiene más tiempo que el gobierno federal, pero menos impacto. Y el gobierno puede moverse con mayor espacio, pero carece del prestigio para avanzar rápido.
El EZLN y el gobierno han entrado en el juego de las estrategias. Y en el pasado, el gobierno perdió todas las batallas de ese tipo en las que se embarcó.
QMX/nda