Doble rasero del populismo: Trump, AMLO y la manipulación de los nombres
A seis meses de iniciado, el nuevo gobierno se enfrenta a una realidad terca, cruel y veloz que, en plazos realmente muy cortos, ha colocado contra la pared, al optimismo oficial.
La presente administración había contemplado llevar a la práctica, los cambios que se consideran indispensables para destrabar la agenda y acelerar el crecimiento del país.
Así, se determinó, con bases estrictamente políticas, la detención de Elba Esther Gordillo, y presionar en el Congreso para sacar en la primera mitad, del año, buena parte del paquete de reformas programado.
El caso de la maestra le dio al gobierno margen de movilidad y respaldo social. Pero el golpe fue mal calculado. O no del todo bien medido si se prefiere. Y aparecieron los problemas.
Se quiso aplicar la fuerza y se entendió muy rápido, que el riesgo resultaría enorme. Y en tanto se definían las soluciones, el problema social se presentó como de masas, plural y diverso. Y además, en algunos casos, armado.
En el Senado las reformas se empantanaron. Y cuando vieron la luz, nada tenían que ver con la idea con la que habían nacido. Y otras, simplemente fueron atrapadas por el tiempo, lo que significó por ejemplo, que el presidente Peña viajó a Sudamérica sin anuncios financieros, recibió a Obama sin los tiempos para los cambios en la mano y se encontró con la banca, en condiciones que no eran las que se habían programado.
Pero las cosas empeoran.
Se anuncia por ejemplo, que en el primer trimestre, el crecimiento del país fue apenas del 1%. Y no hay visos de que para los segundos tres meses la situación mejore. Al mismo tiempo, se da a conocer que la inflación alcanzó ya, un 4.5%. sumada esta situación, es sencillo adivinar que para alcanzar la meta de crecimiento anunciada por el gobierno, en el segundo semestre tendríamos que crecer algo así como un 6%, cosa que por supuesto, resulta muy difícil se alcanzar.
Ello se traducirá en un año más que se pierde. Si se pensó en un crecimiento del 3.5%, sería algo menos desilusionante el llegar a un 2%. Pero la sequía, la gripe aviar y la parálisis en Europa y en los Estados Unidos no ayudan a creer en una mejoría inmediata. Y por supuesto, habrá que ver como evoluciona esa “pequeña burbuja” que con una alza de precios, dio un fuerte impulso al alza claro está, a la inflación.
Todo esto en el terreno económico, nos anuncia que no habrá creación de empleos. Y ello, se quiera o no, nos dice que en el terreno de la violencia las cosas tampoco mejorarán.
No se requiere de mucho para comprender que si el gobierno modificó la estrategia de combate a la delincuencia y pasó del combate directo a la idea de la prevención y que para lograr esa prevención lo que se requiere es crecimiento y creación de empleos y esto no se logrará, entonces la prevención sufrirá un tropiezo.
Así, si por el momento en la actual administración se han registrado algo más de cinco mil muertes asociadas a la delincuencia, tenemos que para cuando se cumple el primer año de gobierno tendríamos unos diez mil muertos. Algo similar al sexenio pasado.
Y para colmo de males, esto sería la parte crítica del I Informe de Gobierno de Enrique Peña. Las malas noticias aparecieron muy rápido.
QMX/nda