Abanico
La batalla política en estos momentos, se realiza en el Congreso de la Unión. Y contra todo lo que pudiera suponerse, todo podría quedar resumido en algo así como el “síndrome de Penélope”, ya que los que se construye en la Cámara de Diputados, se destruye en la Cámara de Senadores.
Para nadie es un secreto que en las elecciones federales pasadas, el PRI intentó hasta el final, alcanzar la mayoría en el Poder Legislativo. Y todo el mundo sabe que al ahora partido en el poder no le alcanzó el esfuerzo y tuvo que conformarse con ser la minoría mayor en ambas Cámaras.
Con ese resultado en las manos, el priísmo se vio en la necesidad de buscar acuerdos para alcanzar los votos necesarios para dar forma y vida a las tan traídas y llevadas “reformas estructurales”.
Y fue en ese momento en donde los resultados fueron diametralmente opuestos, ya que si en la Cámara de Diputados se logró una base de consensos que permitía avanzar en los grandes proyectos, incluso con votaciones que nadie esperaba, en la de Senadores los proyectos quedaron entrampados y uno a uno, fueron modificados entorpeciendo no sólo la labor legislativa, sino todo el trabajo político del nuevo gobierno.
En este espacio se han comentado ya los ejemplos de la reforma educativa y los cambios en la administración pública como ejemplos de la problemática existente. Pero ahora las cosas no sólo no mejoran, sino que incluso pareciera que tienden a empeorar.
La Cámara de Diputados aprobó con cierta facilidad, las leyes de Amparo y la relacionara con el Fuero. Y en el Senado quedaron estancadas, a pesar de que muchos consideran a la primera de ellas, como parte importante de los cambios que se avecinan en materia de telecomunicaciones.
Pero no sólo se han atorado. Sino que los senadores se las han ingeniado para regresar a los diputados, el tema del fuero.
Y el argumento no es otro que el de “atrapar” al Presidente de la República. si el fuero es modificado, también lo será para el Ejecutivo Federal, con todo lo que ello representa. Una jugada de presión de parte de la oposición en el Senado, sin que el PRI en esa Cámara encuentre el camino de la negociación que resuelva el enredo.
Pero eso no es todo. Al mismo tiempo, los senadores han mostrado ya su disposición a “estudiar” la reforma sobre telecomunicaciones, con mensajes que dejan ver que no sólo “no tienen prisa”, sino que podrían tomarse su tiempo para después, realizar modificaciones, con lo que atrasarían un buen tiempo todo el proyecto, con lo que los beneficiarios serían aquellos que obviamente, verían reducidos sus privilegios.
El Congreso mexicano enfrenta entonces, una dualidad singular. De un lado se avanza, y en el otro se atrasa. Obviamente, la parte que se opone obtiene más que la contraparte. Es más fácil impedir que construir.
Sin embargo, ello no resulta del agrado de todos.
Queda claro que el Pacto por México, con los partidos y el gobierno como signatarios, ocupó mucho del espacio del Congreso y que ello tenía como intención evitar la parálisis legislativa. Pero hasta el momento, lo que el Pacto hace, el Senado lo elimina.
Y guste o no, todo ello significa enormes pérdidas de tiempo. Tiempo que por supuesto, alguien más gana.
QMX/nda