PERSPECTIVAS: Perdido el desempeño legislativo

31 de octubre de 2012
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9:46
Norberto de Aquino

Si el panismo y el perredismo se han perdido penosamente en su desempeño legislativo en torno a la reforma laboral, para el PRI como partido, y para el gobierno de Felipe Calderón las cosas no resultan ser mucho mejores.

En el caso del Revolucionario Institucional hay demasiadas dudas. Y por supuesto, ninguna respuesta clara.

Supuestamente, el tema de la reforma laboral es uno de los grandes renglones sobre los que se debe trabajar para destrabar la agenda nacional. Es, de un tiempo a la fecha, uno de los ejes sobre los que, todos los partidos, los candidatos en su momento, y el gobierno, han bordado largos proyectos y sesudos discursos, para convencer a la nación de lo importante del debate y la necesidad de alcanzar una definición sobre el mismo.

Así, ahora que la reforma se encuentra en el aparador y todo el país está de una u otra manera, pendiente de las discusiones y las posibles determinaciones, el Revolucionario Institucional simplemente no aparece por ningún lado.

No es sólo el evidente abandono del tema o la soledad en la que el partido a punto de retomar el poder ha colocado a sus diputados y senadores. No es nada más su ausencia en el debate o la falta de presencia para respaldar a sus representantes o tomar posiciones ante los embates de sus rivales políticos.

Se trata fundamentalmente de la falta de interés ante la nación, por actuar y fijar posturas en un tema que los priístas mismos han considerado vital para el futuro de la República.

La reforma labora, sumada a la fiscal, la energética y la educativa, fueron parte de las choques políticos en la pasada campaña presidencial. Y hoy, en plena discusión en el Congreso, la voz que no se escucha por ningún lado, es la del PRI. No la de diputados y senadores,. No la de dirigentes obreros o de empresarios ligados de una u otra manera al partido tricolor. No, la voz que no se escucha es la del partido. Aquel que hasta no hace mucho, tenía principios o decía tenerlos. El mismo que criticaba a los que se van derrotados, por su falta de proyecto. Hoy, en plena batalla política, el Revolucionario Institucional ha optado por abandonar la plaza, guardar silencio y, tranquilamente, esperar a conocer los resultados de la lucha, para entonces sí, aparecer y con toda agilidad, acomodarse al resultado que se libra en otras batallas.

Por lo que se refiere a Felipe Calderón la situación no resulta halagadora. Carente de resultados importantes reales en su gobierno, el proyecto de reforma laboral presentado ante el Congreso mediante el trámite de iniciativa preferente, parecía haberle otorgado un punto político importante en su bitácora, hasta que aparecieron los senadores del PAN. Ernesto Cordero, ingenuo y carente de habilidad política, y Javier Lozano, con más protagonismo que proyectos que no sean personales, dieron paso a una larga serie de torpezas que hoy tienen al presidente de la República prácticamente vencido en los temas de gran calado.

Calderón no fue capaz de operar con sus supuestos aliados. No entendió que no bastaba tener un proyecto preferente, sino que había que alcanzar consensos. Y si platicó con Enrique Peña la idea, no entendió que no se requería compartir pensamientos, sino que se requerían compromisos.

Ahora, sin aliados verdaderos, con el tiempo agotado y sin recursos para negociar con el PRI, está a punto de aparecer de nueva cuenta, como el gran derrotado.

Quiso entrampar a los priístas y hacerlos chocar contra los sindicatos a los que su gobierno cobijó. Y lo que logró fue llevar al PAN al ridículo y a su gobierno a un nuevo fracaso.

Y ahora, queda avisado: la reforma laboral, la verá desde “un lugar más cómodo y tranquilo”, sin posibilidades de compartir logros.

La soberbia como receta para la derrota.

QMX/nda

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