Los magos y la gasolina
El debate en el seno del PRI está totalmente abierto. Y las partes en pugna no pueden ser más fáciles de identificar. El cambio debe ser total, o el PRI debe permanecer como hasta ahora. Y ello conduce a ubicar al gobierno como el factor clave de la discusión.
El tema es, por supuesto, ideológico. Y ambas partes tiene argumentos de sobra para defender suposiciones. Y ambas partes quedan atrapadas por sus evidentes contradicciones.
Aquellos que demandan el cambio, que nos llevaría a modificar el IVA de manera radical, como parte de una real reforma fiscal, o hacendaria si se quiere, y a permitir la participación del capital privado en todo lo que es el mundo de los hidrocarburos, hablan de la necesidad de modernizar a la República.
Establecen que la modernidad implica entender lo que es el mundo actual. Pero al hacerlo, ellos olvidan que obtuvieron el voto popular que los llevó a la Presidencia de la República, tras doce años de administraciones panistas, sin explicarle a la sociedad lo que harían con el poder.
En otras palabras, demandan cambios de los que, si hablaron en campaña, lo hicieron de manera matizada, cuando no tramposa.
El otro grupo, que quiere que las cosas no se modifiquen, argumentan el peso histórico de las posiciones del PRI. Pero olvidan decirle a la sociedad, que buena parte de sus pronunciamientos responden a sus ambiciones político electorales y que sienten que modificar el IVA o capitalizar PEMEX les impediría ganar un proceso electoral.
La verdad es que el debate en el PRI ha sido conducido de manera cerrada, sin dar a los militantes la oportunidad real de enterarse sobre los proyectos que se tienen y, por supuesto, sin que exista la posibilidad de que los argumentos, de uno u otro lado, pasen a formar parte real de la discusión.
El problema para el PRI es que, todo lo que dicen que es “nuevo”, no pasa de ser sólo un toque cosmético para ocultar que las decisiones ya se han tomado y que se espera que el partido simplemente haga suyas esas propuestas.
Así, poco importa el sentir de los militantes. Y menos importa lo que se proyecte ante la sociedad. Lo que se quiere es aquello que el gobierno supone necesario para ejercer el poder. Y si el IVA debe generalizarse, así se hará. Y si el capital privado debe llegar a Pemex, habrá de llegar.
Esta situación, de entrada, dejará aun grupo resentido, ya que habrá perdido una batalla político ideológica en la que ni siquiera, tuvo el derecho a ser escuchado.
Pudiera ser que los dos grupos en pugna acaben derrotados. Y entonces, el PRI perderá soporte, respetabilidad, credibilidad y confiabilidad, campos en el que ha cedido mucho en los últimos tiempos.
El PRI se ha negado a explicar las razones que le llevan a las nuevas modificaciones de sus postulados. Y quiere hablar del IVA cuando hace apenas unos años, el tema resultaba intocable. Y todos los que hoy quieren el cambio, son parte de aquellos que defendieron las posiciones a favor de no modificar nada en aquel entonces.
El PRI no sabe cómo realizar el ajuste histórico en PEMEX. Y prefiere olvidar que la bandera de sus grandes victorias del pasado fue, siempre, la defensa de los recursos naturales del país.
En fin, el debate en el PRI es entre priistas. Pero entre priistas que quieren un cambio y entre quienes no desean que las posiciones se modifiquen.
Pero en el fondo, la realidad nos dice que la discusión es entre quienes opinan que el PRI debe ser servil ante el gobierno, y quienes opinan que la responsabilidad real es ante la historia.
QMX/nda